Paciencia, benignidad y bondad en el carácter cristiano – Gálatas 5:22,23

Meditación bíblica sobre Gálatas 5:22-23 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

En el video anterior vimos que para disfrutar en nuestra vida de la presencia de Dios, Él nos ha provisto con su fruto.
Dijimos que éste fruto no es algo que podamos producir por nuestro propio esfuerzo. Ni podemos comprar este fruto a alguien más. Ni recibimos ese fruto como una recompensa por nuestra buenas acciones.
El fruto simplemente surge de forma natural, cuando esa planta está bien plantada y bien alimentada.
Y surge de manera natural, sólo en el creyente. La base de esto es la fe que Dios, en su gracia, a concedido a cada creyente.

Acerca de este fruto, la Escritura, en Gálatas 5:22-23 dice:

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Aquí el apóstol Pablo, enlista nueve virtudes que forman ese fruto.
Aunque no es lo más apropiado llamarlos deberes o virtudes; porque son en realidad los resultados de la comunión con Dios. Son rasgos en el carácter del creyente que reflejan la presencia de Dios en su vida.

En el video anterior hablamos de los primeros tres rasgos: amor, gozo y paz.

La fuente de estos tres rasgos reside en la relación con Dios. Tiene que ver sólo con Dios y nuestra relación con Él.

Los siguientes tres, de los cuales hablaremos hoy son paciencia, benignidad y bondad.

Paciencia

El primero de ellos, la paciencia, describe la actitud correcta hacia los que causan daño o hacia los enemigos.

Tien que ver con la capacidad de controlar el temperamento durante mucho tiempo.
Una persona paciente es capaz de soportar mucho dolor y sufrimiento sin quejarse. Una persona paciente tarda en enojarse mientras espera que Dios le proporcione consuelo y castigue las malas acciones.
Sólo podemos poseer paciencia (μακροθυμία makrodsumía) a través del poder y la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.

Si estamos en comunión con Dios, disfrutando de la presencia de Dios, el amor, el gozo y la paz reinan en nuestra vida, como en la vida de todo creyente.
Si estamos fuera de esa comunión, habrá odio, resentimiento, tristeza y ansiedad y toda clase de cosas.
Pero cuando estamos en comunión con Dios, frecuentemente nuestro amor, gozo y paz, van a ser puestos a prueba en multiples situaciones del día a día.

Es ahí donde entra la paciencia.
Esa prueba será superada cuando dejamos de devolver odio con odio y desprecio con desprecio.
A medida que el Espíritu produce paciencia en nosotros, nos hace más semejantes a Cristo.

Santiago presenta a los profetas como modelos de paciencia (Santiago 5:7-11). Los profetas del Antiguo Testamento hablaban incesantemente la Palabra de Dios a audiencias ignorantes y abusivas. Jeremías fue arrojado a una cisterna (Jeremías 38:1-16), Elías estaba tan agotado por su pelea con Jezabel que quiso morir (1 Reyes 19:1-8), y Daniel fue arrojado al foso de los leones por un rey que era su amigo (Daniel 6:16-28).

Dios es paciente y su Espíritu produce en nosotros paciencia. Cuando somos pacientes, dejamos espacio para que Dios obre en nuestros corazones y en nuestras relaciones.

Benignidad

La palabra griega para “benignidad” es χρηστότης (jrestótes).
Significa «benignidad, tierna preocupación, rectitud».
Tal vez podríamos decir que la benignidad expresa la disposición interior hacia el bien; y la bondad, las acciones que conlleva esta diposición.

Cuando mostramos la benignidad de Dios, somos benevolentes y útiles a los demás.
Cada acción, cada palabra va a tener un poco de la gracia de Dios que hemos recibido.
Mantener esta actitud es difícil, aun hacia aquellos a quienes amamos.
Expresar benignidad hacia aquellos que están contra nosotros definitivamante requiere la obra de Dios (2 Corintios 6:4-6). Por eso la benignidad es parte de este fruto del Espíritu.

Bondad

La bondad es virtud y santidad en acción. El resultado de la bondad es una vida caracterizada por obras motivadas por la rectitud y el deseo de ser una bendición hacia los demás.
Es una característica moral de una persona llena del Espíritu.
La palabra griega que se traduce como “bondad”, ἀγαθωσύνη (agadsosune), es bondad para el beneficio de los demás, no bondad simplemente por el deseo de ser virtuoso.

Alguien con agadsosune (bondad) actuará desinteresadamente en favor de los demás y no reclamará ningún crédito o mérito por ello.
Confrontar a alguien por un pecado demuestra bondad.
Lo mismo ocurre con dar a los pobres, mantener a los hijos, visitar a los enfermos, ofrecerse como voluntario para para alguna labor comunitaria y orar por un enemigo. Hay muchas expresiones de bondad.
La bondad -si bien puede ser fingida o falsificada- no es una cualidad que podamos fabricar por nuestra cuenta. Santiago 1:17 dice: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.»

Conclusión

Estos tres rasgos de carácter incluyen todo lo que Pablo presenta como deber cristiano para con nuestros semejantes.
Los resultados de la vida en el Espíritu deben ir más allá de nosotros mismos e influir en toda nuestra conducta y actitud hacia los demás.
No vivimos únicamente para los disfrutes espirituales de la comunión con Dios en forma personal o individual.
El verdadero campo en donde nos movemos es entre los demás, y la verdadera base de todo servicio a los demás es el amor y la comunión con Dios.

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PRESCENCIA DE DIOS

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