Una cosmovisión navideña
Toda cosmovisión se hace de un punto de vista. Una cosmovisión es una visión de la totalidad de las cosas, desde el punto de vista de su orden. Cosmos, después de todo, es lo contrario de caos, ya que orden es lo contrario de desorden. El caos no tiene estructura; la idea de cosmos implica una idea de una estructura unificadora. En un cosmos no puede haber «cabos sueltos»; la presencia de cabos sueltos lo convertiría en caos.
En el caos cualquier cosa puede suceder, y lo que sucede no tiene sentido. En el cosmos todo está relacionado; las cosas que sucedan estarán relacionadas con todo lo que hay y que haya de haber. Si la creación de Dios es un cosmos, la Navidad, algo que pasó en este cosmos, está relacionada con todo lo que pasa, con todo lo que pasó y con todo lo que pasará. Esto quiere decir si hemos de entender las cosas, la vida misma y la historia, tenemos que verlas desde el punto de vista de la navidad. Si lo hacemos tendremos una cosmovisión navideña.
Tenemos que ver al mundo, entonces, como el lugar donde hubo una Navidad. Sabemos que en la historia vivimos después de la Navidad. La Navidad es algo que ocurrió en el mundo y no podemos borrarla de la historia. Entonces, entenderlo o no entenderlo, tenemos que decir que vivimos en una época «post-navideña», para entender nuestros tiempos. Es menester tomar en cuenta que pasó lo que llamamos la Navidad y vivimos después de ella.
La humanidad vivió miles de años esperándola, pero muchos seres humanos sabían que iba a pasar. Vivían esta esperanza. Aunque antes de la Navidad la esperanza verdadera giraba alrededor de ella. La verdadera esperanza estaba en que la Navidad venía. Lo sabían los creyentes porque lo había dicho Dios. Esta esperanza dio sentido a su vida; su vida ya tenía orientación, valor, dirección, lógica y objetivo. Ahora, para los que vivimos en la época post-navideña, la Navidad sigue dando sentido y todos sus valores.
C. S. Lewis, en uno de sus libros de LAS CRÓNICAS DE NARNIA, hablaba de Narnia como el lugar donde siempre era invierno y nunca llegaba la Navidad. Esta es una magnífica imagen de la falta de esperanza. Muestra la necesidad de aguantar el tiempo —horas, días, años-sin la posible realización de una expectativa. Esta es la desesperanza. La realidad de la Navidad acaba con la desesperanza.
La Navidad es prueba de que tenemos un Dios que cumple con sus promesas. La Navidad es la confirmación de que Él dirige y controla la historia. La Navidad tuvo lugar tal como había dicho porque Él pudo poner cada persona involucrada en el lugar preciso que le correspondía para llevar a cabo con todo éxito este transcendente evento.
Hoy en día el cuidadoso estudio de este evento, un verdadero evento cósmico, nos da una visión de las cosas y cómo todas las cosas están en manos de Dios. Si se pudiera contar todas las referencias, predicciones y promesas del Antiguo Testamento que tienen que ver con la Navidad (todas las cuales se cumplieron) nos quedaríamos asombrados y pasmados al contemplar la grandeza, poder y sabiduría de nuestro Dios.
Tenemos que ver toda la vida desde este punto de vista. La Navidad ha de darnos la óptica para mirar a la vida y encontrar su sentido. Cuando entendamos la Navidad a tal grado y de tal modo que este evento llegue a ser la perspectiva con que veamos toda la vida, entonces tendremos una cosmovisión navideña, que es la correcta, porque es la cosmovisión bíblica.
Gerald Nyenhuis H. | Originalmente publicado en| Boletín Buen Óleo el 14 de diciembre de 2009