IGLESIA

Cuando los cristianos se reúnen para servir a Dios y para fortalecer su fe, se forman iglesias, y cuando forman iglesias encuentran que, a pesar de sus buenas intenciones y altas expectativas, parece que casi todo lo que puede salir mal tarde o temprano así sale. Esto decepciona a los creyentes, sobre todo a los nuevos, y desanima a todos los miembros de la iglesia.
Los que están fuera de la iglesia lo notan. Tienen la idea de que la iglesia es un negocio religioso, pero como negocio no muy honorable, pues les parece que es una organización en que todos buscan sus propios intereses. Son demasiado aptos para notar todos los defectos, tanto los de la organización como los de sus miembros.
Los que están dentro de la iglesia lo entienden de otro modo. Tal como un hospital recoge los enfermos, los llama así, y los trata como enfermos, la iglesia recoge pecadores, los llama así, y los trata como pecadores. Muchas veces las personas fuera del hospital están igualmente enfermas (o más) que los que están adentro, pero los de adentro reciben tratamiento por su condición. Los que están fuera de la iglesia son igualmente pecadores como los de adentro, pero los de adentro reciben un trato relacionado con su condición.
Tenemos que confesar que las iglesias cristianas, por lo regular, no son comunidades modelo, no son dechados del buen comportamiento. Los que están dentro se ofenden mutuamente y, lo que es peor, ofenden a los de afuera. Pero, son lugares donde se confiesa el mal comportamiento, se trata de ello abiertamente, y se busca remedio. Los de adentro saben que hay crecimiento espiritual, ven el cambio en las personas y por eso están animados. Además contemplan constantemente lo que la persona humana puede ser en Cristo, aunque esto, a veces, hace más palpable los defectos.
La mayoría de las cartas del Nuevo Testamento fueron escritas en pleno reconocimiento de este hecho. Las doctrinas y reprimendas que encontramos en ellas tratan de esta situación. Estas cartas tratan de errores en la fe, conceptos equivocados de los valores, y de franca desobediencia y rebeldía. Se trata de personas que saben de la verdad y no la viven, e insisten en corregir la situación.
Tenemos que creer todo lo que Dios dijo; debemos apreciar toda su revelación. Sin embargo, tenemos que tomar en cuenta las cartas del Nuevo Testamento como algo especialmente pertinente a nuestra situación en el mundo. Para mejorar la situación en la iglesia, y la situación de la iglesia en el mundo, tenemos que oír las instrucciones de Dios con toda intención de ponerlas por obra, y, entonces, cumplir con nuestra intención.

Gerald Nyenhuis H. | Originalmente publicado en| Boletín Buen Óleo el 7 de febrero de 2015

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