El texto que cambió el mundo – Romanos 1:16-17
Serie: EPÍSTOLA A LOS ROMANOS
Parte 3: El texto que cambió el mundo – Romanos 1:16-17
Meditación bíblica sobre Romanos 1:16-17 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Introducción
Ciertos textos de la Biblia son tan familiares para el cristiano que casi no requieren presentación. Son los textos que aprendimos desde que éramos niños en la Escuela Dominical. Los conocemos, los amamos y sus palabras están grabadas en nuestros corazones.
Son los que muchos ha llamado “Grandes Textos” de la Biblia. Juan 3:16 es uno de ellos, también Romanos 8:28, el Salmo 23 con sus 6 versos, otro podría ser el Salmo 103:1, así como Isaías 53:6. Incluiríamos también Romanos 3:23 y Romanos 6:23.
Y creo que también fácilmente podríamos incluir entre esos grandes textos lo que leemos en nuestro pasaje de hoy que se encuentra en Romanos 1:16-17.
Es, indudablemente, uno de los pasajes más conocidos del Nuevo Testamento.
Romanos 1:16-17 dice:
«Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.»
En casi todos los comentarios sobre Romanos encontramos la sugerencia de que en este capítulo, se encuentra un resumen de lo esencial del evangelio, especialmente aquí en los versos 16 y 17.
Cuando leemos con cuidado estos versículos, surgen muchas preguntas como ¿Qué es “el evangelio”? ¿Qué es “el poder de Dios”? ¿Qué significa “la justicia de Dios” ?, ¿cómo es que en el evangelio se revela la justicia de Dios? y ¿qué tiene todo esto que ver con la fe?
En la época en que fueron escritas estas cartas, se tenía por costumbre enunciar los temas principales en las primeras líneas. Así que vamos a retroceder a los primeros siete versículos de Romanos 1, que ya estudiamos en los videos anteriores para ver tomarlos como una guía que nos ayude a comprender la perspectiva de Pablo sobre estos temas que son cruciales no solo para Romanos a quienes se escribió esta carta, sino para la vida cristiana en general.
El evangelio según Romanos 1:1-7
Una de las primeras cosas que descubrimos en el capítulo 1 de Romanos, es que el evangelio que Pablo proclama es parte de una historia más grande. Es un acto de Dios que Él mismo había prometido muchos años antes en las Escrituras.
El contenido de este mensaje es Cristo Jesús (v. 3).
Pablo bosqueja dos aspectos específicos de su mensaje acerca de Jesús.
Primero, Jesús es del linaje de David; pero algo más importante aún es que Jesús “fue declarado Hijo de Dios” (v. 4, RV1960) a través de su resurrección.
En la versión Nueva Traducción Viviente lo traduce así “quedó demostrado que erael Hijo de Dios”. Ya que en el griego usa la palabra ὁρίζω (jorídzo) que significa poner, prefijar, declarar, designar, determinado, determinar.
Y es que Pablo está hablando de Jesús como un ser humano, y afirma que la resurrección de Jesús es el momento en que Jesús es establecido para gobernar el mundo en nombre de Dios. Esto se basa en una rica tradición bíblica en la que el rey davídico fue adoptado como hijo de Dios en su entronización.
Vemos, por ejemplo, el Salmo 2:7, que dice
Yo publicaré el decreto;
Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú;
Yo te engendré hoy.
La promesa de un mesías de la descendencia de David se cumplió mediante la resurrección de Jesús por parte de Dios y su exaltación como Señor sobre todo.
El evangelio, entonces, no es una respuesta humana al acontecimiento de Cristo, sino el acontecimiento de Cristo mismo.
La obediencia de la fe en todas las naciones
Pablo recibe directamente de Dios el encargo de lograr algo, veamos que dice el verso 5
“y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre;”
Tenía el encargo de lograr la obediencia a la fe en todas las naciones.
Para todos aquellos que somos herederos de la tradición reformada, es importante notar que Pablo no separa la fe de las obras. Todo lo contrario, su misión es lograr las obras (obediencia) que fluyen (o surgen) de la fe.
Y dice que es en “todas las naciones” y eso nos muestra lo crucial de incluir a los gentiles (es decir, lo no judíos) en el mensaje de Pablo.
No es suficiente que Dios salve a Israel, como cumplimiento de la promesa de Dios en las Escrituras; sino que, tanto gentiles como judíos deben vivir en la nueva realidad que comenzó con la resurrección y exaltación de Jesús.
Resumamos rápidamente lo que dice en los primeros versos 1 al 7
Primero, Pablo dice que no se avergüenza del evangelio. Ahora sabemos que el evangelio del que habla es el anuncio de que el heredero de David ha sido resucitado de entre los muertos y, por lo tanto, establecido como rey a la diestra de Dios.
Segundo, Pablo dice que este evangelio es el “poder de Dios para salvación”. Hemos visto cómo se ve este poder: es el poder de resurrección, por el Espíritu (1:4).
Tercero, Pablo dice que este poder es para todos los que creen, judíos y no judíos. Porque Jesús es Señor sobre todo y todos.
Cuarto, el evangelio manifiesta la justicia de Dios. “Justicia” es una palabra teológicamente cargada, pero en términos generales significa hacer lo que es correcto. “Lo correcto” varía según la relación. Para Dios, esto significa cumplir las promesas de Dios a Israel. La resurrección de Jesús manifiesta la fidelidad del pacto de Dios, la justicia de Dios.
El justo por la fe vivirá
No se trata de la fe humana, nuestra respuesta al evangelio, lo que pone de manifiesto la justicia de Dios. Es el propio acto de Dios al resucitar a Jesús de entre los muertos.
La fe por la que Jesús es vivificado es su propia fidelidad a Dios al ir a la cruz, y la fidelidad de Dios al resucitar a Jesús de entre los muertos.
La fidelidad de Dios debe ser respondida con una respuesta humana de fe (“por la fe”, v. 17).
Para esto fue llamado Pablo por el mismo Jesús, para lograr la obediencia de la fe entre los gentiles.