Culto de las Siete Palabras – 18 de abril, 2025 – Berith
CULTO DE LAS SIETE PALABRAS 15:00 HRS
VIERNES 18 DE ABRIL DE 2025
*Himno 164 “incomparable amor”
*Salmo 22
*Oración de invocación
Primera palabra
Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.
Lucas 23:34
A.G. Gerardo Román
Segunda palabra
De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Lucas 23:43
A.G. José Antonio Velázquez
*Himno 153 “En el Monte Calvario”
Tercera palabra
Mujer, he ahí tu hijo… he ahí tu madre
Juan 19:26,27
A.G. Gonzalo Ramírez
Cuarta palabra
Dios mío, Dios mío. ¿por qué me has abandonado
Mateo 27:46
A.G. Marcos Mercado
*Himno 159 “¡Cordero del Señor”
Ofrenda
Quinta palabra
Sed tengo
Juan 19:28
A.G. Elías Mercado
Participación Coro Berith
Sexta Palabra
¡Consumado es!
Juan 19:30
A.G. José Arturo Medell
Séptima palabra
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu
Lucas 23:46
A.G. Marcos Mercado
*Bendición Apostólica
*Himno 282 “Seguridad me dio Jesús”
Dirige: Diac. Alfonso Abascal
LA JUSTICIA DIVINA EN EL EVENTO DE LA CRUZ
En el evento de la cruz, la justicia divina se presenta como un drama profundamente doloroso, pero a su vez, como la fiel expresión de la justicia de Cristo, que brinda consuelo al hombre pecador.
El propósito de este análisis es demostrar que en el acontecimiento específico de la cruz se manifestó la justicia de Dios en la persona de Jesús de Nazaret. El concepto de la justicia divina debe fundamentarse en lo que Dios mismo declara, sin olvidar que la justicia también es un atributo comunicable de Su naturaleza.
Dios gobierna con rectitud absoluta. Como juez supremo, actúa con imparcialidad y constancia en la ejecución de la justicia, sin condenar al inocente ni absolver al culpable. Asimismo, la aplicación de Su justicia nunca se realiza con severidad indebida. Sin la justicia de Dios, la justificación del pecador sería imposible.
Cristo se presentó como propiciación para el pueblo elegido de Dios. Su sangre derramada en la cruz permitió la justificación del hombre pecador. Es en Jesús, el Cristo, que revestido tanto de la naturaleza divina como de la humana, cumple plenamente con todas las exigencias de la ley de Dios.
La muerte de Jesús en la cruz no fue un evento carente de propósito. Su sacrificio fue un acto de obediencia suprema, dispuesto y voluntario. En la cruz del Calvario, la justicia de Dios fue plenamente satisfecha a través de la propiciación de Jesús.