
Los dos caminos: la decisión que define nuestro destino – Romanos 2:6-11
Meditación bíblica sobre Romanos 2:6-11 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
La realidad ineludible de dos caminos
El pasaje de Romanos 2:6-11 nos plantea una realidad ineludible: todos transitamos uno de dos caminos. El primero, el camino del bien, que nos lleva hacia la gloria, el honor, la inmortalidad y la paz. El segundo, el camino del mal, conduce a la ira, el enojo y la angustia. No hay términos medios. Estamos en uno o en otro.
Hoy vamos a ver lo que dice nuestro pasaje con respecto a estos dos caminos y lo que significan para nuestra vida y nuestro destino.
El camino del bien: características y bendiciones
El primer camino es de aquellos que hacen el bien.
El apóstol Pablo lo describe en Romanos 2:7:
«vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad»
Vemos que este camino tiene dos características esenciales:
1) Hacer el bien
2) Persistir en hacerlo
Además, dice que quienes siguen este camino tienen tres aspiraciones principales:
Gloria, que es la transformación de los creyentes a la imagen de Cristo Jesús, con la cual la gloria de Dios se reflejará en esa persona.
Honra, que es la aprobación de Dios hacia los creyentes, que lo opuesto a la deshonra que el mundo les impone.
Inmortalidad, se refiere a la esperanza de la resurrección en la vida eterna con Dios.
Dios promete cuatro bendiciones para quienes siguen este camino:
1) Vida eterna
2) Gloria
3) Honra
4) Paz
Sin embargo, surge una pregunta crucial:
¿Podemos elegir este camino por nosotros mismos y recorrerlo con nuestras propias fuerzas?
La respuesta es clara: ¡No! Nadie, por sí solo, elige hacer el bien en los términos de Dios sin la ayuda del Espíritu Santo.
Pablo lo deja en evidencia en Romanos 3:10-12:
«No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.”
Este camino solo es posible a través de la fe en Cristo y la obra del Espíritu Santo.
El camino del mal: la senda natural del hombre
El segundo camino es aquel que todos seguimos en forma natural, sin la intervención de Dios. Pablo lo describe en Romanos 2:8-9:
«pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego,»
Los que siguen este camino, se caracterizan por:
Egoísmo, rechazan la verdad de Dios revelada en la creación y en su Palabra, practican un estilo de vida que contradice los principios divinos (pueden ver lo que esto significa en el video donde se habla de Romanos 1:29-31), descenso constante en el pecado alejándose cada vez más de Dios.
¿Cuál es el destino de quienes eligen este camino?
Romanos 2:8-9 menciona cuatro consecuencias:
Ira y enojo de Dios contra el pecado, angustia y sufrimiento por el juicio divino.
Ira y enojo de Dios contra el pecado, angustia y sufrimiento por el juicio divino.
Muchas personas encuentran difícil entender Romanos 2:5-11 porque parece enseñar que la salvación se obtiene por las buenas obras. A primera vista, podría parecer que si haces el bien y perseveras en ello, serás salvo; mientras que si haces el mal, te perderás.
Sin embargo, este no es el mensaje de Romanos 2:6-11.
La Biblia es clara: nadie se salva por sus propios méritos, sino únicamente por la obra de Jesucristo y la fe en Él.
Entonces, ¿por qué Pablo habla de dos caminos? La enseñanza es que quien recibe la vida eterna caminará por el camino de la justicia.
La enseñanza bíblica sobre los dos caminos
Este mensaje no debería sorprendernos. Lo vemos reflejado en Salmo 1, donde el justo es descrito como aquel que:
a) No sigue el consejo de los malvados
b) No se detiene en el camino de los pecadores
c) No se sienta entre los burladores
En cambio, se deleita en la ley de Dios.
Por otro lado, el malvado es como el tamo que se lleva el viento (Salmo 1:4). Esta diferencia entre los dos caminos tiene implicaciones tanto en esta vida como en la eternidad:
Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los justos, Porque Jehová conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá. (Salmo 1:5,6).
No debemos interpretar esto como que las buenas obras reemplazan la fe. La fe en Cristo es el único camino hacia la salvación.
Si intentamos añadir buenas obras como requisito para la salvación, estaríamos predicando un evangelio falso (Gálatas 1:8-9). La salvación es por gracia mediante la fe, y esa fe también es un regalo de Dios (Efesios 2:8).
La fe genuina transforma nuestra vida
Pero aquí hay una verdad esencial:
La fe genuina transforma nuestra vida y nos lleva a caminar en justicia.
Pablo enseña que nadie puede proclamar la fe en Cristo y luego vivir como si nunca hubiera conocido la verdad. La fe sin frutos es una fe muerta.
Por eso Jesús dijo:
«Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.» (Mateo 5:20).
La «justicia» en este contexto representa las buenas obras. Jesús no está diciendo que las obras salvan, sino que los verdaderos hijos de Dios vivirán de manera que refleje su transformación interna.
¿Cómo cambiar de camino?
Si te das cuenta de que estás en el camino equivocado, aquí hay cuatro pasos esenciales para salir de la perdición y entrar en el camino de la vida:
1 Reconoce tu situación
Si crees que tu camino actual te llevará a la felicidad o a la salvación, nunca darás el primer paso hacia Dios. Debes admitir que el camino del egoísmo y la incredulidad lleva a la destrucción eterna.
2 Arrepiéntete y cambia de dirección
La Biblia llama a esto arrepentimiento: cambiar de mentalidad y, en consecuencia, cambiar de vida.
3 Entrégate a Cristo con fe genuina
La fe no es solo creer intelectualmente en Dios, sino confiar en Jesús como Salvador y Señor.
4 Sigue caminando con Jesús
La vida cristiana no se trata de un solo momento de fe, sino de un caminar diario en obediencia.
Si en algún momento te alejas, sentirás que estás muy lejos del camino correcto. Pero en el instante en que te vuelvas a Jesús, descubrirás que Él siempre estuvo cerca, llamándote de regreso.
Eso es por lo que el arrepentimiento y la fe van de la mano. Creer en Jesús es apartarse del pecado, y apartarse del pecado es acercarse a Jesús.
La luz al final del camino
Cuando dejas el pecado y crees en Jesús, no necesitas buscar el camino correcto: estás instantáneamente en él.
Desde ese punto en adelante,
La oscuridad comienza a disiparse
La luz ilumina tu andar
Y la esperanza de gloria, honor e inmortalidad se convierte en tu destino eterno
¡Esa es la maravilla del evangelio!