
El Trabajo como Adoración – Colosenses 3:23-24
Meditación bíblica sobre Colosenses 3:23-24 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Un llamado a glorificar a Dios a través de nuestra vocación diaria
El trabajo: más que una obligación terrenal
Muchos cristianos tienen una percepción equivocada sobre el trabajo.
Algunos consideran el trabajo como una maldición que surgió después de la caída de Adán narrada en Génesis 3.
Otros -equivocadamente- hacen una separación entre lo sagrado de lo secular, y limitan a adoración a los domingos y desvinculan la adoración del trabajo que realizamos el resto de la semana.
Estas dos perspectivas conducen a una insatisfacción espiritual, porque en su pensamiento dejan a Dios fuera de una parte muy importante de nuestras vidas diarias.
Pero cuando rechazamos la perspectiva errónea del mundo sobre el trabajo y nos centramos en la intención bíblica del llamado del hombre, vemos que el hombre fue creado en su estado perfecto para trabajar y glorificar a Dios.
El Salmo 90:17 dice:
Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros; sí, la obra de nuestras manos confirma.
Habla de “la obra de nuestras manos”: nuestro trabajo.
Esta idea fue central en el mensaje de los reformadores del siglo XVI, quienes sentaron las bases para la “ética del trabajo” con su visión holística del trabajo.
Como portadores de la imagen de Dios, nuestra vocación -nuestro trabajo- es una extensión de Su obra. Glorificamos a Dios y lo disfrutamos en el proceso.
La conexión entre el trabajo y la adoración: el significado de «Avodah»
La palabra hebrea avodah (עֲבוֹדָה) es clave para entender cómo Dios ve el trabajo. En las Escrituras, este término se traduce tanto como «trabajo» como «adoración,» y encapsula la idea de que nuestras labores cotidianas son una forma de servicio espiritual.
La raíz de esta palabra, avad (עבד), aparece 289 veces en la Biblia, y se utiliza para describir tanto el trabajo realizado por los siervos como el servicio a Dios.
En Éxodo 34:21:
«Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás»
Aquí, el trabajo y el descanso forman un ciclo sagrado que honra a Dios. Además, en Josué 24:15, se utiliza esta palabra (avodah) para llamar al pueblo a elegir a quién servir: «Yo y mi casa serviremos a Jehová.»
Estos pasajes subrayan que nuestras actividades laborales son una ofrenda espiritual cuando se hacen con la intención de honrar a Dios.
El trabajo como adoración en el Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento hace más profunda esta conexión entre adoración y trabajo. En Colosenses 3:23-24 se nos dice:
«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.»
Al decir “todo lo que hagáis”, nos recuerda que nuestras labores diarias, independientemente de su naturaleza, son actos de adoración dirigidos a Dios y no a los hombres.
De manera similar, Efesios 6:5-7 instruye:
«Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sinceridad de corazón, como a Cristo. No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres.»
Y aquí nos enseña que la actitud con la que realizamos nuestro trabajo es crucial, lo cual transforma incluso las tareas más sencillas en ofrendas espirituales.
La perspectiva reformada: Juan Calvino y la vocación
Juan Calvino, uno de los principales reformadores, destacó el papel crucial del trabajo como una forma de servir a Dios y contribuir al bien común. En sus comentarios sobre los Evangelios, escribió:
«Sabemos que las personas fueron creadas con el propósito expreso de ser empleadas en diversas labores, y que ningún sacrificio es más agradable a Dios que cuando cada persona se aplica diligentemente a su propio llamado y se esfuerza por vivir de tal manera que contribuya al bien común.»
Calvino también rechazó la idea de que solo los trabajos religiosos eran sagrados. En su visión, toda vocación, ya sea como agricultor, artesano o gobernante, es un llamado divino si se realiza con integridad y para la gloria de Dios.
Creía firmemente que el trabajo no solo era un deber, sino también un medio para transformar el mundo y reflejar la imagen de Dios en todas las esferas de la vida humana.
Aplicaciones prácticas: trabajar para Dios
¿Cuál es la implicación de esta perspectiva bíblica y reformada del trabajo?
Nos llama a:
Dar gloria a Dios: Ver nuestro trabajo como una respuesta de gratitud por Su obra en nuestras vidas.
Reflejar Su carácter: Mostrar Su imagen a través de la excelencia, la honestidad y la compasión en nuestras labores.
Servir a las personas: Reconocer que nuestro trabajo es un medio para extender la gracia y el reino de Dios.
Invertir nuestros talentos: Utilizar nuestros dones y habilidades para cumplir Su propósito en el mundo.
Una vida laboral que honra a Dios
Dios nos diseñó para trabajar, no como una carga, sino como una oportunidad de adoración.
Ya sea en la oficina, en el hogar o en cualquier otro ámbito, nuestro trabajo es una expresión de nuestra vida espiritual.
Recordemos siempre lo que dice Colosenses 3:23:
«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.»
Al comprender que el trabajo es adoración, podemos transformar nuestras tareas diarias en actos que glorifican a Dios y reflejan Su propósito eterno.
¡Hagamos de cada día una ofrenda viva para el Señor!