
Esperar por amor: La paciencia como camino de fe – Génesis 29:18–20
Meditación bíblica sobre Génesis 29:18–20 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Bienvenidos hermanos. Hoy reflexionaremos sobre algo que todos enfrentamos pero pocos entendemos a fondo: la espera.
A través de la historia de Jacob, descubriremos cómo el amor y la paciencia se entrelazan con la obra de Dios en nuestras vidas.
En un mundo de velocidad, la espera es un acto contracultural. ¿Qué nos enseña Dios cuando tarda?
¿Qué tan cómodo te sientes cuando Dios parece “tardar”?
Introducción
Vivimos en una cultura que odia esperar: filas, respuestas, resultados… todo lo queremos ya. Pero ¿qué hace Dios mientras esperamos? ¿Y qué hace la espera en nosotros? Romanos 12:12 nos invita a mantenernos gozosos en la esperanza y constantes en la oración.
Lectura
Leamos el pasaje de hoy:
Y Jacob amó a Raquel, y dijo: Yo te serviré siete años por Raquel tu hija menor. Y Labán respondió: Mejor es que te la dé a ti, y no que la dé a otro hombre; quédate conmigo. Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba.
Jacob: Paciencia con propósito
Esto que acabo de leer es parte de una historia que nos desafía, nos inspira y nos llena de esperanza: la historia de Jacob, un hombre cuya vida nos enseña acerca del amor genuino, la perseverancia y la fidelidad de Dios.
Jacob huía de su hermano Esaú y se dirigía a Harán buscando refugio y una nueva oportunidad. En el camino, en Betel, tuvo un encuentro transformador. En un sueño, Dios le recordó que no estaba solo, que Su presencia y Su promesa lo acompañarían siempre. Este mensaje, hermanos, es para cada uno de nosotros: nunca estamos solos en nuestras batallas.
Al acercarse a Harán, Jacob encontró a Raquel, que era hija de un hombre llamado Labán. En el momento en que la vio, algo profundo se despertó en su corazón. Jacob no perdió tiempo: ayudó a dar de beber a sus ovejas y se presentó como pariente. Este simple acto de servicio marcó el inicio de una gran historia de amor.
Labán acogió a Jacob en su hogar, y tras un mes, le ofreció un salario. Pero Jacob ya tenía claro lo que deseaba: trabajar siete años a cambio de casarse con Raquel. Esos siete años, dice la Biblia, le parecieron solo días porque la amaba profundamente.
Sin embargo, las cosas no fueron tan sencillas. Después de esos siete años, Jacob fue engañado. En lugar de Raquel, Labán le entregó a Lea, su hija mayor. ¿Qué hizo Jacob frente a esta desilusión? No se rindió. Labán le propuso trabajar otros siete años más para estar con Raquel, y Jacob aceptó. Por amor a ella, trabajó catorce años en total. ¡Catorce años! ¿Se imaginan ese nivel de fidelidad y perseverancia?
Esta historia nos enseña dos verdades profundas. La primera es que el amor genuino es perseverante. Jacob no permitió que el engaño o las dificultades lo desviaran de su propósito. Su paciencia no era pasiva, no era una resignación frustrada. Era una espera activa, sostenida por la esperanza, el amor verdadero y la fe en el propósito de Dios.
La segunda verdad es que Dios siempre es fiel. Incluso en medio de los engaños y las desilusiones, Dios estaba obrando. Durante esos catorce años, el Señor estaba moldeando el carácter de Jacob, preparándolo para convertirse en el patriarca del pueblo de Israel.
Dios puede usar nuestros períodos de espera para purificar nuestras intenciones, alinear nuestros afectos y revelarnos Su fidelidad.
¿Qué podemos aprender de esta historia? Primero, que nuestras luchas no son en vano cuando caminamos con Dios. Él cumple Sus promesas en Su tiempo perfecto. Y segundo, que la paciencia bíblica no es simplemente esperar; es esperar con esperanza, con propósito y con fe.
Así que, si hoy estás atravesando un período de espera, recuerda a Jacob. Recuerda que el amor persevera, que la fe sostiene y que Dios nunca abandona a quienes confían en Él. Tal vez estás esperando por una respuesta, por un sueño o por un cambio en tu vida. No te rindas. Dios está contigo, obrando en lo invisible, cumpliendo Su propósito en tu vida.
Esto lo confirma la Escritura, veamos algunos ejemplos:
Gálatas 6:9 nos anima a ser perseverantes:
“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”
La espera no es pasiva
Cuando pensamos que nada sucede, Dios está formando carácter en nosotros. Como el alfarero con el barro.
Salmo 27:14 nos dice:
“Espera con paciencia al Señor; sé valiente y esforzado; sí, espera al Señor con paciencia”
Isaías 30:18 revela incluso que Dios también espera… ¡para bendecirnos!, dice:
“Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él.”
Te animo a transformar tu impaciencia en oportunidad. Espera con fe, ama con profundidad, camina confiado: Dios no está ausente, está obrando.
Preguntas de reflexión
- ¿Qué te está pidiendo Dios que esperes?
- ¿Has visto fruto en tu vida que surgió de un tiempo difícil?
- ¿Cómo cambiaría tu actitud si vieras la espera como una obra de amor?
La paciencia no es solo aguantarse… es confiar activamente, amar profundamente y esperar con los ojos puestos en Dios.
¡Espera con fe, porque cuando caminamos con Dios, incluso nuestras esperas se llenan de propósito!
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