
Avanzando en la Predicación – Hechos 13:13-25
Meditación bíblica sobre Hechos 13:13-25 por Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Hoy seguiremos con el estudio del Libro de los Hechos. La semana pasada retomamos el llamado del apóstol Pablo y la forma en la que él, junto con Bernabé, siendo llamados luego de ser comisionados y enviados, iniciaron su primer viaje misionero, navegando de ahí a la isla de Chipre y de ahí a Perge de Panfilia. Así, ahora, daremos lectura a Hechos 13:13-25. Dice así:
“Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén. Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron. Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad. Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oíd: El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres, y enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto, y con brazo levantado los sacó de ella. Y por un tiempo como de cuarenta años los soportó en el desierto; y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia su territorio. Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel. Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado este, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de este, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel. Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel. Mas cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él; mas he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar el calzado de los pies.”
En este relato, lo primero que podemos notar es que un compañero de viaje, en este caso Juan Marcos, se separó de ellos, y volvió a Jerusalén. Y quizá mucho se podría especular sobre este tema, pero lo mejor es no hacerlo. Y es que el mismo Lucas, escritor de esta carta, no da más explicaciones, salvo que Juan Marcos volvió a Jerusalén, y Pablo y Bernabé continuaron su viaje. Llegando a Antioquía, hicieron lo que Pablo solía hacer, visitar la sinagoga del lugar, y exhortándole que hablara al pueblo, así lo hizo. Pablo repasó brevemente la historia de Israel, iniciando por los patriarcas, pasando por los profetas, y después por el rey David, un hombre conforme al corazón de Dios, de quien habría de nacer el Salvador, hasta llegar al clímax de la historia con Juan el Bautista, quien fue el precursor del Señor Jesús, el Mesías Prometido. En esta narrativa, el apóstol Pablo no deja lugar a dudas que Dios es en y por Israel, y lo que Dios había prometido en las Escrituras, su cumplimiento es realizado en Jesús, el Salvador.
También vale la pena mencionar que, asimismo, Juan dejó bien claro que su bautismo fue autorizado por Dios. No fue algo que a él se le ocurrió, era un bautismo de arrepentimiento, que apuntaba hacia la venida del Mesías, y había dos propósitos. Uno, preparaba a la nación para Cristo, y dos, presentar a Cristo ante la nación.
Así, Juan dejó bien claro que no se trataba de una nueva religión, o buscaba exaltarse a sí mismo. Él estaba conduciendo a las personas al Salvador, al Hijo de Dios. El mismo Lucas, en su Evangelio, escribe que ‘os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor’ (Lucas 2:11).
En esta primera parte del mensaje del apóstol Pablo, vemos la importancia del conocer y escudriñar las Escrituras, y principalmente de toda aquella Escritura profética que hablaba del Mesías que habría de nacer. Pero, lamentablemente, la nación de Israel no lo vio así. Por esto, lo rechazaron y lo crucificaron. La semana próxima hablaremos acerca de la resurrección.