
Cuando la maldad nos rodea – Salmo 140
Meditación bíblica sobre Salmo 140 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Es un salmo de lamento, donde David abre su corazón en medio de una situación difícil. Está rodeado de personas que lo calumnian, lo amenazan, que quieren hacerlo caer… y él hace lo que todo creyente debe hacer: clama a Dios.
Este salmo tiene mucho que enseñarnos. Así que mientras lo escuchamos, les invito a estar atentos a cinco cosas que podemos aprender para nuestra vida. Dice así
1 Líbrame, oh Jehová, del hombre malo;
Guárdame de hombres violentos,
2 Los cuales maquinan males en el corazón,
Cada día urden contiendas.
3 Aguzaron su lengua como la serpiente;
Veneno de áspid hay debajo de sus labios. Selah
4 Guárdame, oh Jehová, de manos del impío;
Líbrame de hombres injuriosos,
Que han pensado trastornar mis pasos.
5 Me han escondido lazo y cuerdas los soberbios;
Han tendido red junto a la senda;
Me han puesto lazos. Selah
6 He dicho a Jehová: Dios mío eres tú;
Escucha, oh Jehová, la voz de mis ruegos.
7 Jehová Señor, potente salvador mío,
Tú pusiste a cubierto mi cabeza en el día de batalla.
8 No concedas, oh Jehová, al impío sus deseos;
No saques adelante su pensamiento, para que no se ensoberbezca. Selah
9 En cuanto a los que por todas partes me rodean,
La maldad de sus propios labios cubrirá su cabeza.
10 Caerán sobre ellos brasas;
Serán echados en el fuego,
En abismos profundos de donde no salgan.
11 El hombre deslenguado no será firme en la tierra;
El mal cazará al hombre injusto para derribarle.
12 Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido,
Y el derecho de los necesitados.
13 Ciertamente los justos alabarán tu nombre;
Los rectos morarán en tu presencia.
Este salmo nos recuerda que los fieles también sufren. La maldad, la calumnia y el engaño no son nuevos; han existido desde el inicio del pecado. David lo vivió, y si tú lo estás viviendo, no estás solo. La persecución suele comenzar con mentiras, porque antes de odiar a alguien justo, hay que manchar su nombre. ¿No vemos esto hoy también?
¿Qué hacer cuando nos atacan? David nos enseña cinco respuestas espirituales que podemos adoptar cuando el mal nos presiona:
1. Reconoce tus circunstancias
David no disfraza su dolor. En los primeros versículos, habla con claridad: hay hombres malvados, violentos, que lo atacan con palabras venenosas y le tienden trampas. Él no se hace el fuerte, no se guarda el sufrimiento… lo presenta delante de Dios.
Y tú, ¿has pasado por momentos así? ¿Has sentido que tu nombre fue manchado, que te juzgaron injustamente, que te dolió el alma? David también lo vivió. Y nos enseña que lo primero que debemos hacer es reconocerlo. No huir, no esconderlo, sino decirle al Señor: “Esto es lo que estoy viviendo. Te necesito”.
2. Pide lo que necesitas
David no solo reconoce su dolor, también pide ayuda. “Líbrame, protégeme, guárdame”, dice. Él sabe que no puede resolver esto solo. No hay oficina que le devuelva su reputación. Solo Dios puede restaurarlo.
Y eso también es para nosotros. Nos enseña que la oración no es solo consuelo, sino súplica urgente. Cuando no sabemos qué hacer, cuando todo parece confuso, podemos acudir al Señor. Él no solo escucha… Él responde.
3. Afirma quién es tu Dios
En medio del dolor, David reafirma su fe: “Dios mío eres tú”. En los versículos 6 y 7, confiesa que Dios lo ha protegido antes, y lo hará otra vez. Y eso cambia todo. Porque cuando recordamos quién es nuestro Dios -fiel, poderoso, cercano- nuestra oración se llena de confianza.
Él dice: “Tú pusiste a cubierto mi cabeza en el día de batalla”. Es como decir: “Ya me has protegido antes, y sé que lo harás otra vez”. Esa es la fe que sostiene, que anima, que nos levanta.
4. Ora para que el mal no triunfe
David no desea venganza, pero sí justicia. Pide que los planes malvados se frustren, que la maldad no triunfe. En los versículos 8 al 11, ora para que los impíos no se ensoberbezcan. ¿Te atreves a orar así? No con odio, sino con confianza en que Dios defiende a los suyos.
Pide que sus planes malvados se frustren, que sus propias palabras se vuelvan contra ellos. Él sabe que el orgullo del impío crece cuando parece que todo le sale bien. Por eso ora: “No permitas que se ensoberbezcan”.
Y tú también puedes orar así. No para vengarte, sino para que el mal no tenga la última palabra. Para que Dios actúe, para que la verdad prevalezca.
5. Espera en tu Rey
El salmo termina con esperanza: “Jehová tomará a su cargo la causa del afligido”. David ve más allá del conflicto y mira hacia el futuro: “Los justos alabarán tu nombre; los rectos morarán en tu presencia”.
Eso es lo que nos sostiene: la esperanza. Saber que, aunque hoy haya dolor, mañana habrá adoración. Que aunque hoy haya confusión, mañana estaremos en su presencia.
Conclusión
Entonces, ¿qué hacemos cuando la malicia, la calumnia y el engaño nos rodean?
El Salmo 140 nos guía:
- Reconocemos lo que estamos viviendo, nuestras circunstancias
- Pedimos lo que necesitamos, porque Él es el único que puede responder
- Afirmamos quién es nuestro Dios. Reconocemos su soberanía absoluta sobre nuestras vidas y circunstancias
- Oramos para que el mal no triunfe
- Y esperamos en nuestro Rey. Ponemos ante nuestros ojos la gran esperanza del reino de Dios.
Porque el Señor no solo escucha… Él actúa. Y en Él, siempre hay esperanza.