DISCUSIÓN SIN DIVISIÓN – Hechos 15:6-35

Meditación bíblica sobre Hechos 15:6-35 por Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

La semana pasada hablamos acerca de la suficiencia de nuestra salvación en Cristo Jesús, salvación que nos es otorgada por gracia y por fe.

Ahora hablaremos de las diferentes posturas, tanto de unos como de otros, y lo que se logró tras la discusión de cada una de ellas.

Y daremos lectura a Hechos 15:6-35. Dice así:

Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos. Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo. Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta; habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación. Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras. Y pasando algún tiempo allí, fueron despedidos en paz por los hermanos, para volver a aquellos que los habían enviado. Mas a Silas le pareció bien el quedarse allí. Y Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos.

En este relato, es evidente que en la iglesia primitiva se dio una acalorada discusión entre Pablo, Bernabé, los apóstoles y los de la circuncisión, donde aprendemos que lo relevante no es la discusión en sí, sino el resultado y acuerdos a los que se lleguen, no olvidando el principio del amor y el obrar del Espíritu Santo, así como el someterse unos a otros.

En este sentido, hermanos, ancianos, apóstoles y los de la circuncisión, llegaron a un acuerdo con Pablo y Bernabé, manteniendo la unidad en el amor fraternal. Entre unos y otros discutían entre sí, defendiendo cada uno su punto, ciertamente opuestos, pero que al final resultó en acuerdos.

Los gentiles no tendrían que circuncidarse, pero se guardarían de sus malos hábitos alimenticios y de la inmoralidad sexual.

Fue un acuerdo mutuo, realizado en amor, en donde ambas partes cedieron, y aunque se dice que no es bueno ceder, en ocasiones es lo más apropiado y necesario, algo que los casados y los padres en verdad lo saben.

Esta difícil situación que se dio en la iglesia primitiva nos enseña que las diferencias y problemas son oportunidades para crecer, no para causar división. Las iglesias, como los miembros de estas, deben esforzarse y darse el tiempo para escuchar y saber discernir en amor.

Debemos evitar disputas y divisiones dolorosas, dando tiempo, escuchando y permitir que el Espíritu Santo hable y obre en nosotros.

Como creyentes, es muy importante aprender a ceder cuando sea necesario, así como mantenerse firme cuando se trate de cosas verdaderamente importantes en la iglesia, como asuntos de fe, y no es conveniente seguir a ningún miembro, por notable que éste sea, que busca salirse con la suya por una minucia.

Toda iglesia requiere de una continua dosis de amor fraternal.

Termino con lo que dice Juan 13:35

En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.

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