
PAZ CON DIOS: EL TESORO DE LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE – Romanos 5:1
ENTENDIENDO LA VERDADERA PAZ QUE NOS OFRECE EL EVANGELIO
Meditación bíblica sobre Romanos 5:1 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
ENTENDIENDO LA VERDADERA PAZ QUE NOS OFRECE EL EVANGELIO
El capítulo 5 de la Epístola a los Romanos inicia hablando de las bendiciones que vienen cuando somos justificados por la fe. Y la primera de ellas es esta: tenemos paz con Dios.
Pablo escribe:
“Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).
Justificados por la fe: nuestra posición y bendición en Cristo
Esta frase nos muestra dos cosas esenciales: nuestra posición en Cristo y nuestras posesiones en Él.
Ser justificados significa que Dios, por pura gracia, nos declara justos. No porque lo merezcamos, sino porque la justicia de Cristo nos ha sido atribuida. Es como si Dios nos mirara a través de los méritos de Jesús.
El gran predicador Charles H. Spurgeon, explicaba la justificación de esta manera:
Imaginemos un caso imposible: un hombre culpable, condenado a muerte, no puede ser justificado porque es culpable. Pero supongamos que alguien justo pudiera tomar su lugar, asumir su culpa y transferirle su justicia. En nuestras cortes humanas eso no puede ocurrir. Podemos sufrir por otro, pero no podemos llevar su culpa.
Sin embargo, eso es precisamente lo que hizo Jesucristo. Yo, el pecador, estoy condenado. Dios, como juez justo, declara: “Debo castigar a este hombre.” Pero Cristo interviene. Se pone en mi lugar y dice: “Culpable.” Toma mi pecado como suyo, y me da su justicia. Le dice al Padre: “Castígame a mí, y considera a este hombre como si fuera yo. Que él reciba mi bendición, y yo su maldición.”
Este intercambio glorioso -Cristo tomando nuestro lugar y nosotros recibiendo su justicia- no es invención humana. Es revelación divina. Es el corazón del evangelio.
Cuando creemos que la justicia perfecta de Jesús nos es acreditada y que nuestro pecado ha sido pagado por Él, entonces somos justificados por la fe. Esa es nuestra posición en Cristo.
El apóstol Pablo dijo en Romanos 5:1: “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Diferencia entre paz con Dios y la paz de Dios
Es muy importante notar que la Biblia habla de paz con Dios y de la paz de Dios. Paz con Dios no es lo mismo que paz de Dios.
¿Cuál es la diferencia? La paz de Dios se describe en Filipenses 4:6-7, donde Pablo dijo:
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
La paz de Dios es tener un estado de ánimo tranquilo y satisfecho en medio de los problemas y las presiones. Es paz con respecto a las preocupaciones de la vida. Es subjetiva.
Por otro lado, la paz con Dios significa que había un estado de hostilidad entre Dios y nosotros, que ahora ha terminado. Es objetiva, y sucede si nos sentimos felices y seguros.
Esto significa que hasta que seamos justificados por la fe, hasta la salvación, hay una guerra entre Dios y nosotros.
Antes de la justificación, antes de la salvación, no solo quebrantamos la ley de Dios, sino que también asumimos equivocadamente que teníamos el derecho o la autoridad para hacerlo.
Pablo nos dijo que la ira de Dios está sobre nosotros (Romanos 1:18).
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
La hostilidad previa y la reconciliación en Cristo
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Pero, en Romanos 5:10, se nos dice que estamos “reconciliados con Dios”, lo que indica que la ira de Dios ha sido quitada. La ira de Dios, como observamos en Romanos 1:18, no es la misma que la nuestra.
La ira de Dios no es vengativa ni rencorosa; la ira de Dios, más bien, es legal. Hay una sentencia de muerte sobre nosotros, y no puede simplemente descartarse ni ignorarse. La pena no puede simplemente desaparecer. Pero, por la muerte de Jesús, hemos sido reconciliados con Dios.
Y la gloriosa bendición es que ahora tenemos paz con Dios.
Y cuando podemos decir y creer verdaderamente que Jesús murió por nosotros, somos justificados y ahora tenemos paz con Dios.
Además, dice que la paz que tenemos con Dios es “por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Nuestro acceso a Dios es mediante la obra mediadora de Cristo. Y las bendiciones que recibimos de Dios también son mediante la obra mediadora de Cristo.
La falsa paz y sus características
Finalmente, existe la falsa paz. ¿Qué es la falsa paz? Permítanme sugerir varias características de la falsa paz.
La falsa paz se caracteriza por:
Simplemente aceptar intelectualmente el evangelio. Algunas personas entienden que Dios es santo y que somos pecadores. Saben que Cristo vivió una vida perfecta y murió para pagar por el pecado. Pero hasta ahí llegan. La verdadera paz es mucho más profunda. No se trata simplemente de comprender el evangelio y aceptar su verdad, sino de confiarse a Cristo. Como decía Martín Lutero: “La fe no es decir: ‘Jesús murió por los pecadores’, sino decir y creer realmente: ‘¡Jesús murió por mí!’”.
Un interés exclusivo en el perdón y no en la justicia. Una persona con falsa paz solo quiere ser perdonada. No se trata simplemente de desear el perdón, sino de vivir a la luz de ese perdón. Implica una transformación del corazón y el deseo de vivir en santidad ante Dios y en santidad.
Una baja percepción del pecado. Quien tiene una falsa paz peca y dice: “No pasa nada. La sangre de Cristo me cubre”. Y se levanta y sigue como si nada hubiera pasado. La verdadera paz tiene una alta percepción del pecado. A quien tiene verdadera paz con Dios le preocupa que ahora exista cualquier indicio de rebelión por su pecado contra Dios. Le preocupa que cualquier cosa de su parte rompa la comunión con Aquel cuyo Hijo murió para asegurar esa paz.
Pero ¿cuáles son las características de la verdadera paz?
No es solo entender el evangelio con la mente. Es confiar en Cristo con el corazón. No es solo querer perdón. Es desear vivir en santidad. No es minimizar el pecado. Es dolerse por él y buscar agradar a Dios.
Frutos y evidencias de la verdadera paz con Dios
La verdadera paz se reconoce por cuatro frutos:
Sobriedad. Una persona que tiene paz con Dios entiende lo que merecía y que Jesucristo, tomó su lugar
Gratitud. Una persona que tiene paz con Dios está constantemente agradecida a Dios por su asombrosa gracia
Gozo. por el amor que nos transforma.
Santidad. Una persona que tiene paz con Dios coincide con el apóstol Pablo en Efesios 1:3-4: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”
Que hoy podamos decir con fe y humildad: “Señor, reconozco que soy pecador. Pero creo que Jesús murió por mí. Confío en tu gracia. Gracias por darme paz contigo.”