LA REFORMA Y EL PODER LIBERADOR DE LA BIBLIA
En 1521, Martín Lutero se plantó ante el poder religioso más grande de su tiempo. En la Dieta de Worms, desafió al Papa y a la Iglesia Católica, afirmando que su conciencia estaba sujeta solo a la Palabra de Dios. Ese acto valiente mostró que una sola voz, guiada por la Escritura, podía cambiar la historia.
Cinco siglos después, olvidamos qué fue lo que realmente liberó a Europa: la Biblia. Hoy se la acusa de ser opresiva, cuando en realidad fue la fuente de libertad espiritual, religiosa y hasta política. Lutero puso la Biblia en manos del pueblo, y con ello abrió el camino a una relación directa con Dios, sin intermediarios ni rituales impuestos.
Gracias a esa Reforma, surgieron leyes de tolerancia, derechos civiles y una nueva forma de entender la fe: personal, libre y transformadora.
Lutero también rompió con siglos de enseñanzas distorsionadas sobre el matrimonio y la sexualidad. Al casarse con una exmonja, mostró que la vida familiar era compatible con la fe. Su hogar se convirtió en un espacio de diálogo, formación y reflexión: las famosas “charlas de sobremesa”.
Es irónico que hoy se diga que la Biblia reprime la vida humana, cuando fue precisamente su redescubrimiento lo que impulsó la educación, la ciencia y la dignidad individual. La traducción de las Escrituras a lenguas comunes fomentó la alfabetización y el pensamiento crítico. La imprenta y las universidades multiplicaron el acceso al conocimiento, rompiendo la dependencia de autoridades “infalibles”.
La Reforma no fue enemiga de la ciencia. Al contrario, al liberar el pensamiento de dogmas medievales, abrió paso a nuevas ideas. Mientras Aristóteles decía que la tierra era el centro del universo, Lutero clavaba sus tesis y abría la puerta a una nueva forma de ver el mundo. Galileo y otros científicos siguieron ese impulso.
Las “cinco solas” -solo la Escritura, solo la fe, solo Cristo, solo la gracia y solo para la gloria de Dios- ofrecieron perdón, paz y gozo verdaderos.
Fuimos creados a imagen de Dios, aunque esa imagen se ha desfigurado. Pero en Cristo, esa imagen puede restaurarse. La verdadera libertad no está en seguir nuestros impulsos, sino en vivir reconciliados con Dios, por medio del arrepentimiento y la fe.
IGLESIA NACIONAL PRESBITERIANA BERITH, BOLETIN BUEN ÓLEO Domingo 26 de Octubre 2025
