LA PLENITUD QUE FLORECE EN LA FAMILIA DE FE

La plenitud de la vida no se alcanza en soledad, sino en compañía. El sabio lo expresó con claridad: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante” (Eclesiastés 4:9–10).
Este pasaje nos recuerda que la soledad nunca fue el propósito original de Dios. Fuimos creados no para vivir encerrados en nosotros mismos, sino para compartir, apoyarnos y crecer juntos. Nuestra existencia cobra sentido cuando se entrelaza con la de otros.
Consideremos cómo cambia una persona al descubrir el amor o una amistad sincera: su rostro se ilumina, su energía se renueva y su corazón se llena de esperanza. Así es la fuerza de las relaciones auténticas: nos levantan cuando caemos, nos sostienen en medio de la tormenta y nos ayudan a caminar con propósito.
Los arrecifes de coral ilustran a la perfección este principio. Aunque a simple vista parecen una sola estructura, en realidad están formados por miles de diminutos organismos que, al unirse, crean un hábitat capaz de sostener una asombrosa diversidad de vida marina. Ningún coral sobreviviría aislado; juntos, forman un refugio que protege, nutre y da vida a innumerables especies.
De igual manera, nosotros solos podemos resistir un tiempo, pero unidos como congregación creamos espacios de vida, apoyo y esperanza. La familia de fe es nuestro arrecife: allí encontramos fortaleza, propósito y la belleza de la diversidad.
La cultura individualista moderna nos ha llevado a centrar la mirada en el “yo”, en la salvación personal y la vida interior como si fueran asuntos aislados. Sin embargo, la fe no se vive en solitario. No se trata solo de “mi vida con Dios” o “tu vida con Dios”. Necesitamos a Jesús, sí, pero también necesitamos personas que reflejen a Jesús en nuestra vida.
En realidad, nos necesitamos unos a otros no porque Dios sea limitado, sino porque su gracia se expresa plenamente en el pueblo de Dios. Es en el encuentro con nuestros hermanos en la fe que descubrimos la plenitud de ser humanos y de vivir bajo su amor.

IGLESIA NACIONAL PRESBITERIANA BERITH, BOLETIN BUEN ÓLEO Domingo 16 de Noviembre 2025

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