
Viviendo el camino del justo
CDMX, viernes 24 de abril de 2020
Buen día hermanos, reciban un fraternal saludo en el nombre de nuestro señor Jesucristo.
El día de hoy meditaremos en el Salmos 1:1,2
Este salmo nos habla del hombre que sigue las ordenanzas de Dios, del hombre bendito, del hombre feliz. Este hombre bendecido es contrastado con el impío.
El camino del justo y el camino del impío son contrastados. dos hombres, dos caminos, dos destinos.
Es también una figura de Cristo, el último Adán, en medio de los pecadores impíos y los soberbios. ¿Hermanos han observado ustedes que incluso el Señor Jesús nunca se refirió a Su propia razón o a Su propia mente como la base para tomar una decisión? Todo lo que Él hizo estuvo basado en la voluntad de Dios. Él siempre dijo: «Voy a Jerusalén porque es la voluntad de mi Padre». Él pasó tiempo con Su Padre, y supo cuál era Su voluntad y por ello, se desplazó hacia ciertos lugares.
En el primer versículo de este salmo dice:
Bienaventurado el varón
Bienaventurado se traduce de la palabra Hebrea “esher,” la cual lleva la idea de felicidad o contentamiento. Esher viene de la palabra Hebrea ashar, la cual, en su raíz, significa “estar derecho” o “estar en lo correcto.” Bienaventurado el varón, habla de la felicidad, la bendición, el contentamiento en la vida del hombre o mujer que está bien o “correcto” con Dios. El varón justo será un hombre bienaventurado, un hombre feliz.
El varón bienaventurado no hace ciertas cosas. Existe una manera en el cual él no estará en cierto lugar, él no andará un camino, y hay una silla en la cual no se sentará.
Se puede decir que el hombre justo y el hombre impío tienen diferente forma de pensar y actuar.
Que no anduvo en consejo de malos
Los malos tienen consejo, se juntan, conspiran para hacer el mal, no tienen ningún temor reverente de Dios. Viven como si Dios no existiera. A veces llegan a nosotros consejos, de muchas fuentes distintas, el justo sabe mantenerse alejado de malos consejos.
Nuestra propia consciencia, nuestra propia mente, nuestro propio corazón, nos puede dar un mal consejo. Los impíos aconsejan a un hombre y entonces lo encontramos transitando por el camino de los pecadores, recurrir al consejo de los malvados no es caminar por la fe.
Aquel que actúa a través de un malconsejo pronto hará obras malas; y aquel que se abandona a si mismo hacia malas obras podría terminar su vida sin esperanza y lejos de Dios.
El salmo 119: 23,24 nos dice que los estatutos de Dios son siempre el mejor consejero. Hermanos nosotros tenemos que creerle a Dios y vivir por la fe en Cristo.
Ni estuvo en camino de pecadores
Los pecadores tienen un camino por el cual van, y el justo sabe que él no pertenece a ese camino. Camino habla de una senda, una dirección, una manera de viajar, y el justo no viaja en la misma dirección que los pecadores.
El justo no tiene temor en tomar un camino menos transitado, porque él sabe que conduce hacia la bendición, felicidad y vida eterna. En Mateo 7:13 nos dice “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella”.
la Escritura también dice en Proverbios
y más adelante dice:
El pecador puede pensar que está en lo correcto, que todo está bien en su vida, pero él es un pecador.
El justo puede tener la confianza que se menciona en de Salmos 16:11: “Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre”. Dios tiene un camino, y es un buen camino para tomar.
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado
Los escarnecedores aman el sentarse y criticar al pueblo de Dios y las cosas de Dios.
El justo no se sentará en esa silla. Cuando otros están señalando a los cristianos, es fácil el sentarse con ellos y criticarlos. Es fácil porque hay muchas cosas para criticar entre los cristianos. Pero está mal, porque entonces estaremos sentados en silla de escarnecedores. Al cultivar la amistad de los blasfemos, los burladores, o hacer causa comúnconellos, no solamente niegan a Dios, sino que exhiben un odio y un antagonismo hacia Dios. Esta actitud la vemos por todas partes. Los que le desprecian y se burlan, ellos son, los que se oponen absolutamente a Dios. Y también muestran su oposición hacia su Palabra.
En Proverbios 3:34, la Escritura dice:
El Señor se opone a los que le muestran su desprecio y su burla y El mismo se burlará de ellos.
Leamos el versículo 2:
A través de los Salmos, la frase ley de Jehová es utilizada para describir toda la palabra de Dios, no solamente la porción de la “ley” de los primeros cinco libros de la Biblia. ¡El justo se deleita con la palabra de Dios!
¿Qué te hace feliz? ¿Qué te emociona? Esta es una buena manera para ver lo que es importante para ti. Si el placer personal es la única cosa que te hace feliz, entonces eres una persona egocéntrica. Si el estar con tu familia o amigos te deleita, eso puede ser mejor, pero aún se queda corto.
El justo halla su delicia en la ley de Jehová. tiene hambre de saber más de ella. En otras palabras, que encuentra placer y alegría en la meditación de la Palabra de Dios.
Las tragedias como la pandemia que hoy aflige a la humanidad, son expresadas con lágrimas, suspiros, el dolor del corazón, los corazones quebrantados, las vidas y hogares destruidos, son el resultado inevitable de que los seres humanos hayamos quebrantado las leyes de Dios.
En este sentido la Palabra de Dios es clara.
Sus estatutos no solo incluyen los Diez Mandamientos sino también todas las instrucciones recibidas de Jesús mismo y sus apóstoles en el Nuevo Testamento. Realmente, sus mandamientos no constituyen una carga.
En 1ª. Juan 5:3-4 encontramos esta declaración:
3.- “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.
4.- Porque todo el que es nacido de Dios vence al mundo, y esta es la victoria que ha vencido al mundo nuestra fe.
5.- ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree en el hijo de Dios?”
Hermanos somos bienaventurados, debemos agradecerle a Dios por su gracia, pues somos más que vencedores por medio de la fe en Cristo Jesús.
A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.