
La Reforma y la espiritualidad
11 de octubre 2020
La Reforma religiosa del siglo XIV también fue una reforma en los conceptos de la espiritualidad. Los otros aspectos recibieron más énfasis: el gobierno de la iglesia, la doctrina, la predicación y el culto. Pero hemos dado insuficiente atención a la espiritualidad de la Reforma.
Nuestros conceptos de la espiritualidad no son claros. De hecho, son tan vagos e imprecisos que por medio de ellos difícilmente podemos reconocer la verdadera espiritualidad. Cuando buscamos la espiritualidad ni sabemos lo que buscamos. Por eso, identificamos algunas prácticas y actitudes como espirituales, cuando realmente no lo son y, por otro lado, la espiritualidad genuina se nos escapa.
No así en tiempos de la reforma. Aunque el tema por este nombre se tocaba muy poco, el asunto era de una constante preocupación, y nunca falta en ninguna predicación. Se hablaba más bien de la “vida cristiana”, pero el asunto era lo que hoy en día llamamos “la espiritualidad”. En su tiempo, Juan Calvino escribió un pequeño libro sobre este tema, lo llamó De Vita Homnis Cristainiti (De la Vida Humana Cristiana). Este libro está disponible actualmente, en buen castellano, y es chico, barato, sencillo, y lúcido, con el título El libro de oro de la verdadera vida cristiana.
La espiritualidad de la Reforma es realista. Tiene que ver con la vida real. Tiene que ver con ser espiritual en la carne, en nuestra vida en este mundo, y vivirla en el tiempo presente. Es la vida de aquí y ahora. No se trata de un escape de este mundo sino de una penetración en él. Estamos en el mundo para servir a Dios en el mundo, a favor del mundo, la creación de Dios.
La espiritualidad de la Reforma no se trata de una abnegación sino de una “auto-negación”. Se trata de reconocer y vivir la verdad de que no pertenecemos a nosotros mismos, sino a nuestro fiel Salvador, no es sacrificio sino servicio. No se trata de hacer, por fuerza de nuestra voluntad, ciertos ejercicios, ritos o gimnasia espiritual, más bien se habla de entregarnos a la expresada voluntad de Dios, aquí donde estamos, en el momento en que vivimos, mantener comunión con Dios, en medio de su pueblo, por medio de su palabra y luchar valientemente contra el pecado que, en esencia, es una lucha contra el error y la falsedad.
La espiritualidad de la Reforma es vivir valientemente como soldado de Jesucristo, promoviendo su reino, en nuestra vida y nuestro mundo.
Artículo publicado en el Editorial del Boletín Buen Oleo de la INP Berith – 23 de octubre, 2005