Sufrimiento como disciplina

Meditación sobre Hebreos 12:5-11 por el A.I. Saulo Murguia

Transcripción

Alguien me dijo que es difícil entender cómo Dios puede ser bueno y omnipotente y, sin embargo, permitir el horrible sufrimiento que vemos en el mundo.

Lo acepto: es difícil.

Pero dejar de creer en Dios a causa del sufrimiento no hace que Dios deje de existir, y no resuelve el problema.

Para “correr con paciencia la carrera que tenemos por delante,” (Heb. 12:1), necesitamos saber cómo quiere Dios que respondamos a su disciplina amorosa.

Leamos el texto de esta mañana, que se encuentra en Hebreos 12:5-11

5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,
Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
6 Porque el Señor al que ama, disciplina,
Y azota a todo el que recibe por hijo.
7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.
9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
10 Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.
11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Este texto enseña que …

Para responder adecuadamente a la disciplina del Padre, sométete a ella y crece en santidad a través de esa disciplina.

Esa palabra, someterse, es algo que a mucha gente no le gusta – no es algo popular.

Hay psicólogos cristianos que dicen que aquellos que crecieron en hogares “disfuncionales” tienen un problema con las figuras de autoridad.

Entonces recomiendan a esas personas a «encontrar una figura de autoridad y estar en desacuerdo con él para «hacer valer su propia autoridad»
¡es un enfoque nada recomendable!

Porque, Dios es la máxima autoridad. Te guste o no lo que Él ha dispuesto para tu vida, no es prudente rebelarte contra él.

Como nos dice el versículo 9: si obedecemos al Padre de nuestro espíritu, viviremos.

«Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza» (v 11a)

La disciplina, según nuestra perspectiva limitada, no parece ser gozosa, sino mas bien triste.

Así lo reconoce la Biblia: La disciplina de Dios no es fácil ni agradable.

No está mal clamar en voz alta a Dios o llorar cuando estás pasando por una prueba difícil, porque Jesús hizo precisamente eso (Heb. 5:7).

Los salmos nos muestran que está bien llevar nuestros dolores y sufrimiento a Dios, siempre y cuando lo hagamos con un espíritu obediente.

Pero, ¿cómo encaja el sufrimiento con el mandamiento de la Biblia, «Estad siempre gozosos» (1 Tes. 5:16)? Ese mandamiento no significa que siempre andemos con una sonrisa en el rostro, diciendo: «Alabado sea el Señor», incluso cuando estamos sufriendo.

No significa decir que te sientes bien cuando no es así, eso sería hipocresía.

Incluso Jesús admitió:

Mi alma está profundamente afligida hasta el punto de la muerte Marcos 14:34

La clave del asunto es esta: en medio de las pruebas y el sufrimiento, concentrarse en la meta, que es el fruto apacible de justicia.

Si tenemos presente lo que Dios está haciendo a la luz de la eternidad, entonces podremos aguantar con gozo y paz internos, mientras admitimos al mismo tiempo el dolor y la tristeza.

Como escribió Pablo:

Como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. 2 Corintios 6:10

Aunque estamos tristes, siempre nos regocijamos, sabiendo que Dios está con nosotros y que está obrando todas nuestras pruebas juntas para nuestro bien (Romanos 8:28-36).

Toda disciplina está diseñada para producir el fruto apacible de justicia

La frase significa «el fruto apacible que consiste en justicia».

«Justicia» (12:11) es sinónimo de «santidad» (12:10).

Ambos términos significan piedad o conformidad con Jesucristo, quien es la personificación de la piedad.

Nos muestra lo que significa ser una persona justa en pensamiento, palabra y obra.
La verdadera santidad o justicia no es solo externa, sino que comienza en el nivel del corazón o del pensamiento.

Una persona verdaderamente justa tiene motivos piadosos:

Busca glorificar a Dios en todo.

Dios les bendiga y que sigan disfrutando de este hermoso día.

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