Inteligencia Espiritual
Hoy en día se está hablando de los distintos tipos de inteligencia. Lo que siempre se ha tomado como inteligencia ahora se llama inteligencia racional (o académica) para distinguirla de la emocional. Las dos inteligencias se complementan y mutuamente son necesarias; los seres humanos tenemos que manejar ambos si vamos a vivir cómodamente en la sociedad humana. Aún en la iglesia tenemos que aprender y, saber lo que la información significa y cómo todo esto nos orienta y dirige en nuestras relaciones en comunidad.
La inteligencia emocional, así con este título, es relativamente reciente, aunque el fenómeno ya tiene siglos de ser reconocido. Últimamente se ha hecho popular en unas formas superficiales e inadecuadas, pero sirve para vender libros. Los conceptos han entrado en las disciplinas asociadas con la administración de empresas y, desde hace tiempo, aunque con otros nombres, en la ciencia de hermenéutica, especialmente en la interpretación de textos literarios.
Esta inteligencia tiene que ver con la percepción e interpretación en las relaciones humanas, con todos sus símbolos, figuras, imágenes vaguedades y ambivalencias. La inteligencia emocional es de suma importancia para llegar a una percepción adecuada de las complicadas situaciones que la vida en la comunidad que es el pueblo de Dios, la iglesia. Hay muchos textos bíblicos que aluden a esto.
Sin embargo, me parece que todavía queda una inteligencia más por estudiar. Posiblemente todo este tema se debe estudiar en la teología sistemática dentro de la parte que se llama “antropología teológica”. Lo que tenemos que agregar es la “inteligencia espiritual”.
Más bien, sería el estudio que trata de la percepción e interpretación de las cosas “espirituales”, como por ejemplo, la voluntad de Dios, las operaciones de la conciencia como creación de Dios. Nos enseñan cómo ver la intencionalidad de Dios en la creación y percibir la pertenecía ética de las ordenanzas de la creación, donde Pablo insiste que la voluntad de Dios es revelada. Me parece que la afirmación, legítima y significativa, que somos “hijos adoptados” de Dios debe ser percibida espiritualmente, que es una dimensión más alta, más profunda y más significativa que la inteligencia emocional nos puede enseñar. Hay múltiples relaciones espirituales a que la Biblia alude. Para esto tendremos que reconocer que la “espiritualidad” del ser humano es parte de su naturaleza como criatura de Dios. No cabe duda, la iglesia tiene que poner atención a la “inteligencia espiritual”.
Artículo publicado originalmente en el Editorial del Boletín Buen Oleo de la INP Berith – 6 de noviembre, 2005