El valle de los huesos secos
Texto: Ezequiel 37:1-14
La famosa visión de Ezequiel, “El valle de los huesos secos,” le fue dada hace más de 2500 años para los exiliados en Babilonia. Sin embargo, cuando observamos la pregunta que Dios hace al profeta Ezequiel, “¿pueden estos huesos vivir?,” Dios sigue haciendo la misma pregunta hasta el dia de hoy. Podemos preguntarnos en nuestras vidas, en nuestras familias, nuestras iglesias y congregaciones.
Lo que tenemos que notar ahora en este texto biblico, habla de la visión, que tiene el propósito de vivificar los espíritus abatidos de los escogidos de Dios. Lo que causa la duda es que debilita y marchitas vidas que alguna vez fueron floreciente. Incluso matrimonios concebidos en amor y unidos por la fe pueden morir en el cinismo y la desesperación. Iglesias que alguna vez crecieron y florecieron con las lluvias tempranas, se secan por el desaliento que detiene las lluvias tardías.
Algo que debemos notar en este mensaje biblico la profecía va dirigido a su pueblo, en el mismo pasaje también nos explica quiénes fueron los destinatarios o el lector implícito, Dios lo llama “pueblo mío” (vv. 12 y 13). Nuestros ancestros en el exilio babilónico, habían perdido la santa ciudad con el templo de Jehová, entre ellos se preguntaban si todavía eran el pueblo de Dios. La repetida apelación “pueblo mío,” les reaseguraba su identidad. De la misma manera, a pesar de la desesperación de nuestra situación pueda parecer, nosotros los creyentes en el Señor Jesús necesitamos oír de nuevo cómo Dios se dirige a nosotros como “pueblo mío” (1ª Pedro 2:9-10 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable, vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia).
Aunque el profeta Ezequiel presentó su visión originalmente a los exiliados en Babilonia, pero esa visión ahora se dirige a la Iglesia universal. Dentro del canon, esta visión funciona como un estímulo y ejemplo de cómo Dios revive a Su pueblo, a su iglesia. Sus verdades son por definición universales y eternas. Pablo se refiere a la visión de Ezequiel cuando explica que “el Espíritu vivifica” (2ª Corintios 3:6 “el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica”).
Cuando estudiamos el capítulo 37:1-14 de libro de Isaías notamos que la profecía tiene dos actos: Numero uno habla de la visión (vv. 1-10) y numero dos habla de la Interpretación (vv. 11-14). Cada uno de estos actos tiene tres escenas: 1) El valle de los huesos secos (vv. 1-3); 2) Los huesos fragmentados convirtiéndose en cuerpos (vv. 4-6); 3) El viento entrando en los cuerpos (vv. 9-10). La interpretación identifica los huesos como la Casa de Israel y su sequedad como su pérdida de esperanza (v. 11), y el viento como el Espíritu (v. 14). Las tres escenas de cada acto proveen un ejemplo de la manera en que Dios resucita a santos que están secos como huesos.
El primer acontecimiento: el valle de los huesos secos
El primer acontecimiento, es el valle de los huesos secos, presenta como el personaje al profeta mismo y da una enseñanza inicial acerca del avivamiento. Dios en Su gracia soberana inicia el avivamiento de Israel llamando y enviando al profeta a los huesos secos. La escena consiste de tres partes.
Escena parcial 1: El llamamiento de Ezequiel (v. 1a). La primera escena Ezequiel introduce su profecía con la fórmula “La mano de Jehová estaba sobre mí” (v. 1). Ezequiel fue sacado en el Espíritu del Señor, es decir, en visión, y puesto en el valle. Esta intercesión señala que la resurrección de Israel se originó con Dios, no con la humanidad. De la misma manera el dia de hoy, el que podamos resucitar de nuestras “tumbas” comienza con el llamamiento de un profeta, alguien a quien Dios envíe y por medio del cual Él hable (Romanos 10:14-15).
Escena parcial 2: El valle de los huesos secos (v. 1b-2). La segunda escena Ezequiel vio una gran extensión, un valle. Este era realmente el Valle de la Muerte; el suelo del valle era tan denso con huesos humanos que se describía como lleno de ellos. Dios hace que su profeta se confronte con la condición espiritual de Su pueblo.
El Espíritu lo asienta (no nada más lo ‘pone’) en medio de los huesos secos, y luego lo lleva a dar vueltas y vueltas por ese cementerio abierto para hastiarlo de muerte. Las vidas representadas por estos huesos no solo estaban muertas; también fueron deshonradas. En el pensamiento del antiguo Israel, un cadáver no enterrado con restos expuestos era una vergüenza y una desgracia para los muertos. A estos obviamente se les negó el entierro adecuado. Los huesos secos no solo están muertos; han estado muertos hace mucho tiempo. Los huesos son lo que queda cuando la vida ha pasado. Si algo nunca tuvo vida, no dejará huesos. Sin embargo, cuando algo ha estado muerto durante tanto tiempo, normalmente abandonamos la esperanza de que volvamos a vivir. La situación parece imposible. Los profetas de Dios son llamados, y son realistas. Quizá nosotros también nos sentimos como si estuviéramos en el exilio, destituido sin esperanza de nuestra herencia y nuestro futuro. La salvación parece imposible.
Escena parcial 3: La fe del profeta (v. 3). En la tercera escena parcial, Jehová anima la fe en el profeta. Se dirige a él como “ser humano” (no, “hijo del hombre”) 1) debemos notar como Dios se dirige al profeta Ezequiel “hijo de hombre” era para recordarle que es un simple mortal terrenal. Ningún profeta puede soplar aliento de vida espiritual dentro de este valle de huesos secos. Sino solamente Dios puede hacerlo.
Dios le pregunto al profeta Ezequiel “¿Pueden vivir estos huesos?,” Jehová opera dos virtudes en Ezequiel. Primero, lo fuerza a involucrarse respondiendo la pregunta. Segundo, al tratar de responderla, Ezequiel se vuelve del valle de los huesos secos a Jehová. En tanto que Jehová se dirige a él como “ser humano”, él se dirige a Dios como “Señor Jehová, tú lo sabes” Su respuesta es típico: “Eres el único que lo sabe.” Quiere decir que nada es imposible con Dios. La vivificación de Israel depende solamente de la gracia soberana de Dios (cf. Lucas 5:12).
El avivamiento comienza con un profeta que es llamado, que confronta la realidad, y que cree que nada es imposible con el soberano Señor. Los verdaderos profetas son tanto realista como optimistas.
Ezequiel no tenia esperanza en los huesos, pero si tenía esperanza en Dios. Ezequiel no se atrevió a saber lo que Dios quería hacer con los huesos. Ezequiel confiaba en que Dios si sabia.
Escena dos: los huesos se convierten en cuerpos
El segundo acontecimiento, en la que los huesos se convierten en cuerpos, presenta como protagonista a la Palabra de Dios, dándonos así nuestra segunda enseñanza acerca del avivamiento.
Escena parcial 1: Un mandamiento para predicar la Palabra del Señor (vv. 4-5a). La primera escena parcial subraya la importancia de predicar Su Palabra con autoridad. Finalmente, por medio del profeta, Dios mismo se dirige a los huesos secos. Primero, Dios habla a Su profeta y le manda profetizar: “Luego me dijo, ‘Profetiza a estos huesos’. Segundo, le manda al profeta que predique Su Palabra al pueblo y les manda escuchar: “Y diles, ‘Huesos secos, escuchad la palabra de Jehová’.” Luego, de nuevo por medio del profeta Dios se dirige ahora al pueblo: “Esto es lo que Jehová soberano Señor dice a estos huesos.”
Uno y medio versículos de esta escena ordenan al profeta predicar la Palabra de Dios y al pueblo a escucharla. Esta fórmula de envoltura, aunque abreviada, se repite en cada escena (vv. 9, 12). Si un predicador guarda la esperanza de que venga un avivamiento, debe enfatizar y volver a enfatizar, aunque resulte tedioso, “Escuchad ahora la Palabra de Jehová.” El vocabulario exhaustivo para la predicación también subraya la importancia de la predicación de la Palabra del Señor para el avivamiento. La palabra clave “profecía” (hablar por Dios) se usa, a propósito, siete veces, el número que significa lo completo (vv. 4, 7 [2 veces], 9, 10, 12). Un segundo término es “la palabra de Jehová” (v. 4), que significa una palabra profética de parte de Dios. Tercero, cuando Dios se dirige a los huesos secos utiliza un término más: “Así ha dicho Jehová” (vv. 5, 9, 12).
Esta fórmula refleja la forma en la que los mensajeros políticos presentaban en otros tiempos las palabras de sus señores (e.g., 2º Reyes 18:19). Los profetas usaban esta fórmula para indicar que, como los mensajeros de los reyes del mundo, eran mensajeros del Rey celestial. Como representantes plenipotenciarios del Rey celestial, hablaban con autoridad de parte del Cielo en la tierra.
Finalmente, lleva la profecía a conclusión con una palabra de la Palabra inspirada de Dios, “declara” (Heb. ne’um). Ne’um significa “discurso lleno del Espíritu.” La palabra aparece en el Salmo 110:1, “Jehová dijo [Heb. ne’um] a mi Señor.” Nuestro Señor interpreta así el pasaje cuando dice: “¿Pues cómo David hablando por el Espíritu le llama Señor… ?” (Mateo 22:43).
Escena parcial 2: Los huesos secos vivirán (vv. 5b-6). La segunda escena parcial presenta el mensaje en sí. Dios revive a Sus escogidos mediante la promesa de volverlos a la vida: “He aquí yo hago entrar espíritu [o aliento; Heb. Ruah 2) en vosotros, y viviréis…” (vv. 5-6). El mensaje de Dios a los mortales es que Él es el Dios de la vida. Él bendijo a Su creación (los llenó con la potencia de vida) para vencer la esterilidad y la muerte. Llenos con Su vida, la flora y la fauna vencen a la muerte y sobreviven. Para Sus escogidos, Cristo es su resurrección y la vida (Juan 11:25). El que oye Su Palabra y cree al que lo envió, tiene vida eterna; …ha pasado de muerte a vida (Juan 5:24). Si la muerte es la última palabra, entonces la muerte es dios. ¡Pero Cristo sorbió a la muerte!
Ezequiel enfatiza la seguridad del avivamiento. Isaías enfatiza los medios. Dirigiéndose a los mismos exiliados desalentados (Isaías 40:27), Isaías dice: “…pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán” (40:31). Mediante el don de la fe en el don de la Palabra de Dios, el santo es transportado del valle de huesos secos a la tierra que fluye leche y miel porque Dios está presente allí de una manera singular.
Escena tres: el viento da vida a los muertos
La tercera escena, el viento da vida a los muertos, destaca el papel del Espíritu de Dios, proveyéndonos con la tercera enseñanza acerca del avivamiento.
Escena parcial 1: El viento/Espíritu viene por medio de la predicación (vv. 9). La conexión entre la Palabra de Dios y el Espíritu es establecida en el versículo 4: “Profetiza sobre estos huesos… Yo hago entrar espíritu [o aliento] en vosotros, y viviréis.” No obstante, se vuelve claro que la Palabra por sí sola es insuficiente. La segunda escena concluye con el comentario: “pero no había en ellos espíritu [o aliento].” La escena tres comienza con la necesidad de predicar para efectuar el don del Espíritu (vv. 7-9).
Escena parcial 2: El viento vivifica los cuerpos (v. 10). El viento, que Dios equipara con Su Espíritu en el v. 14, transforma el valle de los huesos secos en un ejército basto y lleno de vida. Jehová trae avivamiento tanto por medio de la predicación autoritativa como por medio del otorgamiento del Espíritu (cf. 1ª Tesalonicenses 1:4-6; 2:13; 1ª Corintios 3:14-18).
La Confesión Escocesa expresó la convicción de los Reformadores: “Nuestra fe y su seguridad no proceden de carne y sangre, es decir, de poderes naturales dentro de nosotros, sino que son la inspiración del Espíritu Santo…, quien nos santifica, y nos lleva a toda verdad por Su propia obra, sin lo cual permaneceríamos para siempre enemigos de Dios e ignorantes de Su Hijo, Cristo Jesús. Por naturaleza estamos tan muertos, ciegos y somos tan perversos, que no podemos sentir cuando nos pican, ni ver la luz cuando brilla, ni asentir a la voluntad de Dios cuando es revelada, a menos que el Espíritu de Dios reviva aquello que está muerto, remueva las tinieblas de nuestras mentes, e incline nuestros necios corazones a la obediencia a Su bendita voluntad.”
Oremos por profetas
Pidamos pues al Señor que levante profetas para predicar Su Palabra en nuestra generación. Y pidamos al Señor que continúe usando seminarios fieles para darle a los predicadores que ha llamado una palabra de profecía aún más segura. Las últimas dos escenas de la visión contienen escenas parciales de cumplimiento (vv. 7-8; 10), pero no la interpretación. Ezequiel y su generación de la Casa de Israel murieron antes de ver a los escogidos levantarse de sus tumbas y volverse llenos del Espíritu a fin de regresar a la Tierra Santa y establecerse en ella. La siguiente generación, no obstante, lo experimentó, y supo que Jehová había hecho lo que había parecido imposible. La profecía se dilata en parte para que podamos tener una palabra profética aún mucho más segura (1ª Pedro 1:19).
Y oremos que la Iglesia pida y abrace la plenitud del Espíritu de Dios (cf. Lucas 4:10-13).
Pbro. Pedro Arcos Sánchez – domingo noviembre 10, 2019