Fe y Oración – Parte 4
Recordando las 3 primeras partes:
Cosas que impiden que el hombre viva con fe:
- La falta de creencia de en la existencia de Dios en forma perceptible y activa, es decir reconocen que Él existe, pero que no supervisa cada detalle de su vida.
La fe de estas personas se resume en que hay un Creador de universo y (en su opinión)Él está ahí en algun lugar del cielo y no interviene en la vida diaria. Por esa razón no piensa en dirigirse a Él cuando tiene una gran necesidad. (Parte 1) - La falta de creencia en que todo creyente puede dirigirse a Dios en un lenguaje simple, pedirle ayuda en cada asunto, asesorarse con Él, contarle sus angustias y hablar con él de todas nuestras inquietudes. (Parte 2)
- No creer que nuestra fe es demasiado pequeña. Creer que nuestra fe es inquebrantable y que somos los mejores creyentes del mundo y que con solo concentrarnos en desear algo mucho podemos lograr cosas grandes. Esa idea ha sido importada del pensamiento mágico y religiones místicas.
Eso implica: creer erróneamente que nuestra fe (ya sea grande o pequeña) es algo que no puede crecer más. (Parte 3)
Parte 4 (transcripción)
Esta es la parte 4 de la serie Fe y Oración.
En la partes anteriores de esta serie vimos entre otras cosas que nuestra fe puede crecer y para ello Dios ha provisto los medios. La fe sin oración es una fe incompleta y la fe que Dios nos ha concedido nos hace ser felices si vivimos con fe.
Pero, hay gente que aunque conoce esto sigue sumergida en angustia y preocupación.
Hoy veremos una cuarta cosa que impide al hombre «vivir con fe»:
¿Cual es?
- No creer que Dios nos ama y que, tanto cosas agradables o desagradables, serán usadas por Dios para nuestro bien. Eso lleva a creer que el sufrimiento o el dolor están fuera de la voluntad de Dios. Esto se pone de manifiesto en las personas que piensan que cuando sucede algo que contradice su voluntad (la de ellos), también es en contra de la voluntad de Dios. Eso, en el fondo, es la creencia de que la voluntad de Dios debe sujetarse a la suya.
Dios nos ama, no es solo un bonito lema o frase que oimos frecuentemente en las canciones. Es algo real.
Debemos entender que Dios tiene un determinado motivo para cada cosa. Sólo Él conoce nuestro camino y por tanto nuestra voluntad debe ser anulada frente a la de Él, recibiendo con amor y agradecimiento todo lo que debe pasar en este mundo.
No debemos confundir esto con lo que algunos llaman fatalismo.
Romanos 8:28: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (RV 1960)
La NVI dice: «Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.«
Y la [TLA – traducción en lenguaje actual] dice: «Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo con su plan.»
Lo que básicamente podemos ver aquí expresado es que Dios está a cargo del mundo, de una forma tan soberana, que todas las cosas que suceden a los creyentes están organizadas de manera que sirvan para nuestro bien.
En la Parte 3 de la serie, mencioné que un poco más adelante en Romanos 8 dice (v.35)
«¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?»
La tribulación, y la enfermedad, y la persecución, y el hambre, y la desnudez, y el peligro, y la espada, todas obran para el bien de aquellos que aman a Dios.
Así que la esperanza del creyente no es que escaparemos de las angustias, o de la muerte, o del hambre, o de la mortandad, sino que el Dios Todopoderoso hará que cada una de nuestras agonías o sufrimientos sea un instrumento de su misericordia para nuestro bien.
Dios, siendo infinitamente sabio e infinitamente poderoso. promete hacer que todo sea beneficioso para su pueblo. No promete solo cosas agradables, sino cosas horribles, como la tribulación, la enfermedad, el peligro y la espada.
Pero promete que nada de eso nos puede separar de su amor.
Así de grande es su amor.
Si vivimos dentro de esa enorme, masiva, promesa nuestra vida será tan sólida como una roca. Nada podrá derribarnos estando dentro de las murallas de esta promesa de Romanos 8:28.
Para los que viven fuera de esa promesa todo es confusión y ansiedad, y miedo, e incertidumbre, y para evitarlos construyen planes, se ponen metas inestables para los planes futuros, «luchan» constantemente para acomodar sus circunstancias a su propia voluntad, sienten que ellos son los «arquitectos de su propio destino» y el resultado es temor sobre lo que nos depara el futuro, ansiedad, desesperación cuando las cosas no van bien, y orgullo y soberbia cuando las cosas les salen bien.
Una vez que usted cruzamos la puerta del amor hacia esa promesa enorme e inquebrantable de Romanos 8:28, todo cambia.
A su vida llega la estabilidad, y la profundidad, y la libertad.
Simplemente ya no puedes seguir derribado.
La confianza de que un Dios soberano gobierna para tu bien sobre el dolor, y el placer que experimentarás es un refugio, una seguridad, una esperanza, y un poder incomparables para tu vida.
Ahora, la pregunta es:
¿Quiénes son los beneficiarios de esta gran promesa?
¿Quién puede estar seguro de que todo el dolor en su vida será realmente la terapia buena y sabia de un Dios soberano que hará que todo coopere para bien?
Pablo da dos respuestas… no, no, más bien da una única respuesta desde dos ángulos.
Él define a los beneficiarios de esta promesa primero por lo que hacen hacia Dios, y segundo por lo que Dios hizo hacia ellos.
Todas las cosas cooperan para bien «para los que aman a Dios», es decir, los que él ha llamado de acuerdo con su plan.
Los beneficiarios de esta promesa son las personas que aman a Dios. Este es el primer y mayor mandamiento, amar al Señor nuestro Dios.
¿Qué significa decir que además de amar a Dios los beneficiarios de esta promesa son también llamados conforme al propósito de Dios?
No es una promesa abierta para todos. ¿la promesa es para tí?
Hablaremos de eso más adelante.
Dejo esto para que continúes meditando en la semana:
1 Corintios 2:9
Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman