Fe y Oración – Parte 2

Transcripción:

Introducción

Una convicción fundamental de nuestra fe cristiana es que nuestro Dios (el Dios de Abraham, Isaac y Jacob) vive y habla.
Nos ha entregado un mensaje preciso en un contexto histórico y geográfico preciso y además hizo que este mensaje fuera escrito y conservado a través del tiempo en la Biblia.

Dios sigue hablando a través de lo que ya habló, lo cual está escrito en la Biblia.
Lo que dijo hace siglos es de importancia vital para nosotros que vivimos hoy y aquí.

La Biblia, no es una antigüedad, cuyo lugar sería un museo. Tampoco es meramente literatura para ser analizada y admirada como obra de arte.

Por el contrario, es una lámpara a nuestros pies y lumbrera a nuestro camino, como dice en el Salmo 119:105.
En la segunda epístola de Pedro le llama «antorcha que alumbra en lugar oscuro» (2 Pedro 1:19)

La palabras de Dios nos sirven de consejo, consolación, nos infunden confianza y esperanza, dentro de la confusión del mundo en que vivimos.

Las escrituras nos dan sabiduría y entendimiento.

Pero…

Escuchar la voz de Dios en y a través de las Escrituras, es sólo el comienzo.

No basta «saber estas cosas». El señor Jesús dijo que seremos bienaventurados si las hacemos.
Lo dijo así:

Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.Juan 13:17

Hacer esas cosas nos hace felices (no solo saberlas)

La verdad es algo que hay que conocer, pero también es algo que hay que hacer.
Está escrito:

Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;1 Juan 1:6

La palabra clave aquí es practicamos.

El martes pasado (en la primera parte de esta serie Fe y Oración) dijimos que la fe está íntimamente ligada con la oración.
La fe sin oración es una fe incompleta.
Pero también la fe es imposible sin el conocimiento de la verdad.
Pablo encontró en Atenas un altar con la inscripción al «Dios no conocido».
Es ridículo adorar y orar a una deidad que no conocemos, porque al no conocerle no sabemos que adoración desea y no sabemos si nos escucha.

Aquí encontramos la segunda cosa que impide al hombre vivir con fe:

La falta de creencia en que todo creyente puede dirigirse a Dios en un lenguaje simple, pedirle ayuda en cada asunto, asesorarse con Él, contarle sus angustias y hablar con él de todas nuestras inquietudes.

Ésto sólo lo podemos saber (por tanto creerlo) por medio de lo que está escrito, es decir, por medio de la revelación especial de Dios: La Biblia.

Veamos que dice Dios al respecto:

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
1 Juan 5:13-15

Las Escrituras nos dicen con toda claridad que Dios nos escucha. No hay duda: Dios escucha al creyente.

Sabemos que la fe (el creer) es un don de Dios que nos ha sido dado por gracia.

Está escrito:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; Efesios 2:8

Pero es necesario que sepamos que:
Dios mismo nos ha dado los medios para acrecentar nuestra fe; nos dice que:

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.Romanos 10:17

Tenemos que dedicar tiempo y esfuerzo a escuchar a fin de crecer en la fe.
Pasar tiempo meditando en la Palabra de Dios.

Si no hablas con Dios de cada cosa de tu vida. Es señal de que tu fe tiene que ser fortalecida.
Siempre nos quedamos cortos.

Dios quiere que el creyente lo reconozca siempre, en cada cosa que Él trae a su vida diaria y se dirija a Él, le pida lo que desea y solicite su ayuda y sostén.

Dios no está intersado en artificios y palabras elocuentes, ni en demostraciones de conocimiento teológico.

En el Salmo 147:10-11 está escrito:
«10 No se deleita en la fuerza del caballo,
Ni se complace en la agilidad del hombre.

11 Se complace Jehová en los que le temen,
Y en los que esperan en su misericordia.»

Es decir, Dios no se deleita en que demostremos nuestros logros, nuestra fuerza, nuestra resistencia y dureza frente a las adversidades.

Lo que quiere es que ores, le temas y esperes en su misericordia.
Creer en Dios y verlo en cada momento de nuestra vida nos impulsa a tener una conversación con Dios sobre cada cosa.
Nos estimula a agradecer y a orar por todo, sin que tengamos que ser forzados a orar por medio de todo tipo de tribulaciones.
Me despido diciendo:
«Estad siempre gozosos»
«Orad sin cesar»

Hasta la próxima!

Comparte con tus amigos