Lo que pasó a Jesús en el camino a la cruz

El título de este editorial presenta una connotación totalmente equivocada, aunque alude a un evento histórico que ha de entenderse como un evento en el camino hacia la cruz. Se alude, por supuesto al “Domingo de Ramos”, que ha de entenderse en relación con la cruz. El entenderlo en otro sentido sería no entenderlo. Por eso, cuando meditamos en el Domingo de Ramos y cuando hacemos nuestros ritos ceremoniales, es menester que demos énfasis sobre el hecho de que el contexto verdadero de este día es la crucifixión. Hacerlo con otro enfoque sería malinterpretar el día.

Sin embargo, no es correcto decir que el “Domingo de Ramos” fue simplemente algo que le pasó a Jesús; todo fue rigurosamente profetizado y todo se cumplió inexorablemente con la voluntad de Dios, cabalmente revelada al pueblo de Dios.

Lo que pasó en el camino hacia la cruz era parte de la trayectoria planeada, y revelada al pueblo de Dios, por sus siervos los profetas.

Además, y esto es importante, el Domingo de Ramos no era simplemente algo que pasaría durante este tiempo, cuando Jesús, como la había planeado , iba a Jerusalén, hacia la cruz, sino Jesús mismo fue el ejecutor todo el día, un participante activo, activamente dirigiéndolo en todo detalle. Jesús, en su papel de Rey, reinaba. Él tenía el control; el mando estaba en sus manos.

La prueba estaba disponible a todos. Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos, mandó a dos de sus discípulos para ir a la aldea cercana y entrando en ella, dijo Jesús: “hallarán un pollino, desátenlo y tráiganlo. Si alguien dijera algo, nada más digan que el SEÑOR lo necesita, y luego lo devolverá”. Fueron los dos discípulos y encontraron todo precisamente como el SEÑOR había dicho. Nadie sabía de esto más tarde cuando cayeron en la cuenta que Dios lo había dicho unos 500 años antes por medio de Zacarías el profeta (Zacarías 9:9).

Los líderes políticos y religiosos se preocupaban con lo que tenían que hacer con este Jesús. Jesús sabía que él tenía que morir. Por eso vino a la tierra. Lo había anunciado varias veces, nadie lo creía, ni aun sus discípulos. Sin embargo, sus palabras y sus acciones lo revelaban, pero con todo, ellos no lo podían creer. Los enemigos, por lo contrario, ya habían considerado la posibilidad de matarlo. Habían quedado indecisos. Ahora, al saber que todo el mundo se iba tras de Él (Juan 12:19) activamente planeaban su muerte. Sin que lo supieran, en función de la profecía, empezaron a cumplir con lo planeado, y anunciado en las Escrituras, Jesús fuera llevado a la cruz, y así pagar por los pecados de su pueblo, para sufrir la sentencia de la muerte en lugar de ellos.

Así es que el Domingo de Ramos, en el plan de Dios, ejecutado por Jesús mismo, mostrado por su control sobre todo el evento, incluyendo el pollino, llego a ser lo que pasó a Jesús en el camino a la cruz.   

Editorial Publicado 5 de abril de 2009, en el boletín Buen Oleo, Iglesia Nacional Presbiteriana

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