LA TRISTEZA SE CONVIERTE EN GOZO
En uno de sus más importantes discursos, su discurso de despedida (Juan 14:1 al 17:26), Jesús da a sus discípulos una predicción y una promesa. La predicción es triste pero la promesa es de gozo. Las palabras precisas son: “De cierto, de cierto os digo, que vosotros llorareis y lamentareis, y el mundo se alegrará: pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo “(16:20).
Aunque Jesús había hablado de esto muchas veces antes, y en efecto, les había dado a sus discípulos, tanto la predicción como la promesa, los discípulos no entendieron. Ahora, unos minutos antes de que empezara la tristeza, Jesús les repite ambas cosas, la lúgubre predicción de la tristeza y la sublime promesa del gozo.
Muy pocos minutos después pronunciará estas palabras, llegaron los soldados y un heterogéneo grupo de curiosos para llevar preso a Jesús. Jesús mismo les había dicho que iba a ser entregado, y entregado quiere decir y ellos sabían, “entregado a la muerte”. Aun les había indicado quién le iba a entregar. Seguramente, el golpe fuerte del sentido de estas palabras, ilustrado ya por estos acontecimientos, cayó de repente sobre los discípulos, quienes fueron sumidos de golpe en un abatimiento desmoralizante.
Confusos, medrosos y deprimidos, se escaparon para hundirse cada vez más en su desesperación con cada nueva noticia en el juicio y su resolución en cuanto a aquel en quien habían puesto su esperanza. Su mundo, con todas sus aspiraciones, ya quedaba en ruinas, todos sus anhelos habían sido frustrados.
No solamente era la muerte de un ser querido, que es suficiente para dar profunda tristeza, sino el derrumbe de todo en lo que creían. Sin embargo se podía ver todo esto de otros puntos de vista. El “mundo”, es decir, todo lo opuesto a Dios y sus propósitos, representado en estos momentos por los adversarios de Jesús, los fariseos, los principales sacerdotes y muchos miembros del Sanedrín, vieron todos los mismos acontecimientos con alegría. Aquí tenemos, por decirlo, un choque de cosmovisiones.
La tristeza se debió a que todavía los discípulos y los demás, no habían entendido bien la cosmovisión cristiana pues, todavía no sabían “el resto de la historia”. La promesa de Jesús- de su tristeza se convertiría en gozo- tenía que sostenerlos ahora y dentro de poco se cumpliría en su gloriosa manifestación. Aunque estuvieran tristes como nunca lo había estado antes, esto serviría para acentuar y enmarcar con líneas de contraste el gozo en que la misma tristeza se habría de transformar.
Esta experiencia de los discípulos es la meta y la pauta de nuestro gozo. Nosotros ya tenemos una cosmovisión más completa. Vemos la resurrección como un hecho cumplido. Nuestro gozo es que servimos a un Salvador vivo. La muerte ha sido vencida. Nosotros vivimos en Cristo. Este es nuestro gozo. Nuestra esperanza es real. El presente y el porvenir están lleno de promesas en el más profundo sentido de la palabra.
Editorial Publicado 12 de abril de 2009, en el boletín Buen Oleo, Iglesia Nacional Presbiteriana