Y el hambre era grande en la tierra
Meditación sobre Génesis 43 por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Transcripción…
Lectura Génesis 43
El hambre era grande en la tierra y aconteció que cuando acabaron de comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: volved y comprad para nosotros un poco de alimento. Respondió Judá, diciendo: Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. Si enviares a nuestro hermano con nosotros, descenderemos y te compraremos alimento. Pero si no le enviares, no descenderemos; porque aquel varón nos dijo: No veréis mi rostro si no traéis a vuestro hermano con vosotros. Dijo entonces Israel: ¿Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que teníais otro hermano? Y ellos respondieron: Aquel varón nos preguntó expresamente por nosotros, y por nuestra familia, diciendo: ¿Vive aún vuestro padre? ¿Tenéis otro hermano? Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Acaso podíamos saber que él nos diría: Haced venir a vuestro hermano? Entonces Judá dijo a Israel su padre: Envía al joven conmigo, y nos levantaremos e iremos, a fin de que vivamos y no muramos nosotros, y tú, y nuestros niños. Yo te respondo por él; a mí me pedirás cuenta. Si yo no te lo vuelvo a traer, y si no lo pongo delante de ti, seré para ti el culpable para siempre; pues si no nos hubiéramos detenido, ciertamente hubiéramos ya vuelto dos veces. Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras. Y tomad en vuestras manos doble cantidad de dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; quizá fue equivocación. Tomad también a vuestro hermano, y levantaos, y volved a aquel varón. Y el Dios Omnipotente os dé misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano, y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, séalo. Entonces tomaron aquellos varones el presente, y tomaron en su mano doble cantidad de dinero, y a Benjamín; y se levantaron y descendieron a Egipto, y se presentaron delante de José. Y vio José a Benjamín con ellos, y dijo al mayordomo de su casa: Lleva a casa a esos hombres, y degüella una res y prepárala, pues estos hombres comerán conmigo al mediodía. E hizo el hombre como José dijo, y llevó a los hombres a casa de José. Entonces aquellos hombres tuvieron temor, cuando fueron llevados a casa de José, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos. Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron a la entrada de la casa. Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros en realidad de verdad descendimos al principio a comprar alimentos. Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos vuelto a traer con nosotros. Hemos también traído en nuestras manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabemos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. Él les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. Y llevó aquel varón a los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies, y dio de comer a sus asnos. Y ellos prepararon el presente entretanto que venía José a mediodía, porque habían oído que allí habrían de comer pan. Y vino José a casa, y ellos le trajeron el presente que tenían en su mano dentro de la casa, y se inclinaron ante él hasta la tierra. Entonces les preguntó José cómo estaban, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis, lo pasa bien? ¿Vive todavía? Y ellos respondieron: Bien va a tu siervo nuestro padre; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron reverencia. Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es este vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío. Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y buscó dónde llorar; y entró en su cámara, y lloró allí. Y lavó su rostro y salió, y se contuvo, y dijo: Poned pan. Y pusieron para él aparte, y separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es abominación a los egipcios. Y se sentaron delante de él, el mayor conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su menor edad; y estaban aquellos hombres atónitos mirándose el uno al otro. Y José tomó viandas de delante de sí para ellos; mas la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y se alegraron con él.
Ha pasado no mucho tiempo en que José dejó ir a sus hermanos con la condición de que presentarán ante él a su hermano menor como prueba de la historia que contaron y por tanto que son hombres de bien y no espías, aunque ya sabemos que lo que realmente quiere José es saber de su padre y de su hermano, pues sabiendo de lo perversos que son no duda en que algún mal les hicieran, incluso teme por sus vidas.
Jacob por ningún motivo acepta mandar a Benjamín, pues lo considera un peligro para su hijo menor, el único que le queda de su matrimonio con Raquel y debido a esto no han regresado a Egipto.
Pero el alimento se ha escaseado muy pronto la historia nos permite tener el conocimiento de qué Jacob, es decir Israel, debió tener por servidumbre no menos de 300 hombres a los tenía que alimentar, aparte de sus familias, las de sus hijos y la suya propia, él era el responsable, aquel a quien el Dios todo poderoso lo instaló como el dueño y señor de esas tierras y quien disfrutaría de todas las riquezas.
Pero hoy no tenía ni que comer y no tan solo esto, sino que se siente amenazado por el hombre más poderoso de la tierra a quien tenía que entregar a su hijo, de lo contrario no le vendería alimento alguno, más su fe no se quebrantó nunca, ya que la queja es hacia sus hijos de quienes sospecha de su maldad así como de su pasividad para resolver el problema y la única solución que ven es la de llevar a su hermano a la presencia de José.
Jacob se siente traicionado por sus hijos no ve la protección de ellos y les reclama
¿ Por qué me hicisteis tanto mal, declarando al varón que tenías otro hermano? Gn.43: 6
Nosotros que podemos ver hoy la historia desde afuera sabemos el por qué de las cosas y vemos la providencia de Dios para Jacob y su familia.
Judá ha tomado la palabra, le recuerda a su padre lo que dijo el gobernador de Egipto
Aquel varón nos protestó con ánimo resuelto, diciendo: No veréis mi rostro si no traeis a vuestro hermano con vosotros. Gn. 43:5
Jacob, Israel, está consciente del peligro de muerte de toda su servidumbre y su familia por la escasez de alimentos y no tiene otra salida que mandar a su hijo, ante esto Judá toma una nueva actitud y le pide a su padre, deje ir a su hermano con él, haciéndose responsable del regreso de sus hermanos con vida, recordemos que Simeón se quedó en garantía.
Judá es el cuarto hijo de Jacob y hoy sobresale por sobre todos sus hijos y de aquí a un corto tiempo será protagonista de la historia redentora por Cristo.
Israel toma una nueva actitud y le dice a su hijo Judá que inicie la marcha a Egipto, que lleve presentes y el doble de dinero para que regresen el que encontraron en los costales y lo más importante, declara su fe, diciendo:
Y el Dios Omnipotente os de misericordia delante de aquel varón, y os suelte al otro vuestro hermano y a este Benjamín. Y si he de ser privado de mis hijos, sealo.
Bien decimos, Israel nunca perdió la fe en el Dios todo poderoso y sabe que si pierde a sus hijos será decisión del único Dios, del Dios verdadero y pone en sus manos a sus hijos, sus familias y su casa
Israel ha tomado proviciones y da instrucciones a sus hijos para que apaciguen a aquel varón con presentes, esto es válido ya que por mucha fe que tengamos no debemos omitir en nuestras adversidades todo lo que sea prudente y necesario a nuestro alcance, pues no debemos ser indolentes y sí estar consientes de que todo lo que hagamos debe ser puesto en las manos del Señor.
La lección más importante qué Israel les da a sus hijos en este momento es la oración, confiando plenamente qué lo qué a de suceder está en el control de su Señor.
Jacob nos enseña que Dios mueve los corazones de los hombres y que están sujetos a su voluntad, pues en su oración pide que cuando estén frente al gobernador, incline su corazón a la misericordia y confía en que ese corazón esté en las manos de Dios.
Es así como inician su marcha a Egipto y se presentan ante José
Estando frente a José, este da órdenes a su mayordomo de llevarlos a su casa y prepararles un banquete, ante estos hechos los hermanos de José solo pueden pensar, por su conciencia, en que van a ser apresados y puestos en esclavitud y todo por su maldad, no están tranquilos y por su conciencia lo único que vislumbran es el castigo por su pecado.
El mayordomo es de lo más atento, los trata como invitados de honor y les prepara un gran gran banquete todo por instrucciones de José.
Ha llegado la tarde y por fin están frente a frente todos los hermanos reunidos, José aún nos se presenta como tal y aprovecha el protocolo para saber más de su padre y de su hermano y todo parece un interrogatorio, discreto y sutil, pero a fin de cuentas una investigación de las condiciones en que se encuentran sus amados parientes, padre y hermano.
Estando ya en la mesa pregunta de una manera directa y observando a Benjamin ¿Este es el hermano de quién me han hablado? Y antes de que le contestaran José lo bendijo, una prueba más de la fidelidad de Dios en el corazón de José, pues lo primero que tiene, a pesar de tantas adversidades, es Gratitud a Dios.
José es conmovido desde lo profundo de su ser por ver a su hermano, debe esconderse para no ser visto pues el tiempo de revelarse ante ellos aún no ha llegado pero puede observar un cambio importante en la conducta de sus hermanos desde qué lo vendieron, ahora están dispuestos a dar su vida para proteger a Benjamín y cuidar de su padre.
Las adversidades no solo ha preparado a José para ser quien salve al pueblo elegido por Dios de morir de hambre, también ha habido un trabajo en los corazones de sus hermanos qué les hace actuar de manera humilde y solidaria con su padre y su hermano.
¿De qué manera las adversidades boor las qué hemos estado pasando en estos tiempos tan duros están preparando nuestros corazones para ser más útiles al Señor o para corregir nuestro camino según su Palabra?