
Constantes en la fe
Meditación sobre Filipenses 3:7–14 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Transcripción…
CDMX, viernes 24 de septiembre de 2021
Al responder a la pregunta ¿qué es lo más importante en la vida?, algunas personas nos podrían contestar: tener un buen trabajo, tener un buen salario, tener amigos importantes, ser reconocidos y tener buen estatus social, tener pasión en lo que haces, tener buena salud y vida para disfrutarla, etc.
En la biblia en Sn. Marcos 8: 35 y 36 dice:
35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
Hermanos, lo más importante del mundo es temporal, es pasajero. El señor Jesús nos invita a dejar de lado las cosas materiales que nos rodean y poner la mira en las cosas de Dios.
En los versículos 7 y 8 del nuestro pasaje en Filipenses 3 leemos:
7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
En cuanto a las cosas que para los judíos eran importantes, el ser el pueblo escogido por Dios, sus buenas obras, su religión, sus ritos, los sacrificios, todo lo que ellos hacían contribuía para su salvación.
El Apóstol Pablo tenía muchas cosas de las que enorgullecerse, era judío de nacimiento, circuncidado al octavo día, había cumplido estrictamente la ley, era hebreo de hebreos. Era de la tribu de Benjamín; José y Benjamín fueron hijos de Raquel la amada esposa de Jacob y por ello fueron sus preferidos.
La tribu de Benjamín permaneció aliada con Judá cuando las demás tribus del norte se separaron e hicieron su alianza.
Los fariseos eran la secta principal de los judíos, eran los expertos en la interpretación de la ley judía, Pablo fue Fariseo educado a los pies de Gamaliel, un importante y reconocido erudito de aquel tiempo.
Cuando el Apóstol dice, todo esto que considero alguna vez que era una ganancia importante, después de su encuentro con el Cristo resucitado en el camino a Damasco, sus apreciaciones de la vida y sus valores han cambiado radicalmente y todo lo anterior se convirtió en nada en pérdida total. El Cristo al que perseguía se convirtió en su salvador.
En el versículo 9 del pasaje leemos:
9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
El Apóstol Pablo nos recuerda, que debemos reconocer que todo esfuerzo humano por ser justos, no nos alcanza para salvarnos cuando nos presentamos ante la justicia de Dios.
En el libro de Isaías 64: 6 podemos leer:
5 Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos?
6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.
El Apóstol Pablo estaba seguro en su fe, confiado en lo que Jesús había hecho por él desde el momento que lo acepto como su salvador y no en lo que él como persona había hecho antes, estaba haciendo en esos momentos o lo que haría en el futuro.
En los versículos 10 y 11 del pasaje leemos:
10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,
11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.
Si queremos conocer a Cristo, debemos comprender el gran amor que tuvo por ti y por mí para llegar a morir en la cruz y librarnos de una muerte segura.
El tener el objetivo de llegar a ser semejantes a Cristo, el conocer plenamente la forma de pensar de él, solo se logra siguiendo de cerca sus pasos, es tener un cambio en nuestra forma de ser y de actuar, pues nuestras vidas que ahora son guiadas por Cristo y este cambio es el renacer como una nueva persona con la mente de Cristo.
El poder de la resurrección de Cristo se muestra también en nuestra vida nueva, es un poder que da vida, da paz y nos reconforta, sabiendo que Él prometió que nuestros familiares y amigos muertos en Cristo estarán con Él y dando gloria a Dios.
En Colosenses 2: 12 al 14 leemos:
12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
Los creyentes que creemos que Cristo resucito de la muerte y es nuestro salvador somos bautizados en Cristo, somos sepultados juntamente con él y resucitamos con Cristo para la gloria de Dios Padre.
Hermanos, si Cristo está en nuestra vida, en nuestro corazón, andemos como el anduvo, sabiendo que no somos justificados por nuestras obras, pues a si fuera por la ley estamos perdidos, sino solo a través de la justicia por la fe en Cristo es que somos justificados ante Dios,
En los versículos 12 al 14 del pasaje leemos
12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
El Apóstol Pablo nos dice que el seguir a Cristo es un esfuerzo constante, de cada día dejando en el pasado lo que paso ayer y enfocándonos en hacer la voluntad de Dios en nuestra vida.
Nos pide reconocer que no somos perfectos, que dejando de lado nuestros propios intereses que nos alejan o distraen, busquemos el propósito que Dios tiene para nosotros estudiando su palabra.
A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.