Somos libres en Cristo
Meditación sobre Colosenses 2:8-17 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Transcripción…
La sabiduría y el conocimiento del mundo está basado en muchos valores que cambian a lo largo del tiempo y que marcan las filosofías de moda, desde los filósofos griegos: como Platón, Tales de Mileto, Aristóteles, etc. Hasta algunos más recientes como son: Kant, Freud, Bertrand Russell, etc. Encontramos que muy pocos de ellos, tienen un concepto favorable de la inspiración de la Biblia ya que ellos buscan respuestas a los problemas de la vida basados en sus propias ideas y conceptos humanos.
En la Biblia en el libro del profeta Daniel 2: 20 al 23 encontramos estas palabras:
20 Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría.
21El muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos.
22 El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz.
23 A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.
A Daniel le habían pedido interpretar un sueño del que no se acordaban, algo que estaba más allá del conocimiento y sabiduría, del mundo en que vivía, solo Dios podía ayudarle, en estos versículos Daniel reconoce que Dios es el señor de la historia y que solo Él nos da sabiduría y el conocimiento cuando buscamos hacer su voluntad.
En el versículo 8 de nuestro pasaje en Colosenses 2 leemos:
8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
El Apóstol Pablo advierte a los Colosenses y también a nosotros a estar atentos, a no descuidarnos, manteniendo los ojos abiertos, con la mirada puesta en las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo.
Para que podamos reconocer y descartar falsedades que casi siempre son atractivas y que ellos promueven para que las personas descuidadas caigan en el error. No debemos permitir que estas personas mundanas sin escrúpulos cuyas creencias van en contra de la fe cristiana,
logre descarrilar la fe de una persona cristiana.
Recordemos que nuestra base no es el conocimiento de ritos y tradiciones mundanas, nuestra base es Cristo, es la roca en que está firmemente cimentad nuestra fe.
En los versículos 9 y 10 de nuestro pasaje en Colosenses 2 leemos:
9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
En estos versículos el Apóstol Pablo afirma la encarnación de Dios en Cristo, Dios viviendo entre nosotros en forma humana, tal como está escrito en Sn Juan 1:1
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.”
Esta es una afirmación irrefutable de la plenitud de la Deidad de Jesús. Ya que toda la plenitud de la Deidad habita en Jesús, Él era, y es Dios absoluto y perfecto.
Todos los creyentes estamos unidos a Cristo por fe, por lo tanto, también estamos completos en Él y no hay necesidad de creer en nadie más, ni en las falsas promesas y atractivas tentaciones presentadas por los falsos maestros como ocurría en aquel tiempo y esto también sucede en nuestros días.
En los versículos 11 y 12 del pasaje leemos:
11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Los cristianos de Colosas en su mayoría eran gentiles, que no estaban circuncidados físicamente, como sucede hoy en día con la mayoría de los cristianos de todo el mundo,
El Apóstol Pablo aclara este punto diciendo que, al aceptar a Jesús por fe, fueron circuncidados espiritualmente, al echar de su corazón al viejo hombre pecador y venir a ser un hombre nuevo con un corazón nuevo gobernado por Cristo, somos una nueva criatura cuando nos acercamos a Cristo, y confiamos en Él como nuestro Salvador.
Los creyentes no necesitan ser circuncidados, necesitan ser bautizados, el bautismo sí ilustra nuestra identificación con la muerte y resurrección de Jesús. y por la fe que obra en nuestros corazones andamos en novedad de vida lo que demuestra que nuestros pecados han sido perdonados, y que estamos completamente liberados de la maldición de la ley.
En los versículos 13 al 15 del pasaje leemos:
13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Todos estábamos muertos en el pecado, solo por medio de la sangre preciosa de Cristo somos resucitados. La muerte de Cristo fue la muerte de nuestros pecados; la resurrección de Cristo es la vivificación de nuestras almas.
El Apóstol Pablo nos dice que cada uno de nosotros tiene un acta, cédula así escrita a mano en algún lugar del cielo, con un record de todo lo que hemos hecho y que muestra nuestra culpabilidad, nuestra deuda con Dios. Esa acta, ese documento existe a pesar de nuestros mejores esfuerzos, como humanos nunca podremos anularla, por nosotros mismos, borrar lo que Dios ha escrito. Aunque seamos los mejores en el futuro, lo que fuimos en el pasado nos acusa, ni tampoco podría una futura buena conducta borra nuestra culpabilidad pasada.
Solo Cristo con su sangre preciosa ha borrado esa acta, la cédula que una vez nos condenaba. Y ahora nuestra hoja está limpia, sin mancha.
En los versículos 16 y 17 leemos:
16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo,
17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.
Todos los rituales de la ley del Antiguo Testamento eran como una figura del mesías, Después de que Cristo viniera, tenemos la realidad. ¿Por qué entonces volver atrás y contemplar una figura?
Nuestros pecados han sido perdonados y olvidados a través de Cristo. La libertad de la corrupción de la naturaleza humana se encuentra en la novedad de vida que proporciona la muerte y la resurrección de nuestro salvador.
A. I. Nelson Daniel Miranda Giles