Huir o pelear – Parte 2 – 1 Timoteo 6:11,12
Meditación bíblica sobre 1 Timoteo 6:11,12 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Dijimos el martes pasado que todos los mandamientos de huir se pueden resumir diciendo: “Huye de la mundanalidad”.
En las Escrituras podemos leer que Eva fue tentada en tres formas:
Génesis 3:6
6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
- “vio que el árbol era bueno para comer” — satisfacería los deseos de su paladar (apelando a “los deseos de la carne”).
- “era agradable a los ojos” — se veía bien por fuera (una apelación a “los deseos de los ojos”).
- “codiciable para alcanzar la sabiduría” — ella ya no necesitaría confiar en la sabiduría de Dios si tuviera la suya propia (apelaba a “la vanagloria de la vida”).
Cada una de estas tentaciones, en el fondo es una de exaltación del yo: la lujuria de la carne, para gratificarse a sí mismo; la lujuria de los ojos, para realzarse a uno mismo, tanto a los propios ojos como a los ojos de los demás; y, el orgullo jactancioso de la vida, para aumentar la confianza en uno mismo y disminuir la necesidad de depender totalmente de Dios.
Los falsos maestros, de cuya doctrina y forma de vida Timoteo debía huir, estaban enfocados en sí mismos. Estaban llenos de orgullo (6:4); no se sometieron a la Escritura, sino que la usaron para promover sus propios puntos de vista egoístas, pero sin aferrarse a su verdad (6:4-5); estaban en la religión para beneficio personal (6:5).
Cada vez que escuchemos una «enseñanza» que apela a los deseos de la carne, los deseos de los ojos o el orgullo jactancioso de la vida, debemos huir de ella lo más rápido que podamos en la dirección opuesta.
De acuerso al pasaje, para perseverar en la vida cristiana, el hombre de Dios debe huir de la mundanalidad, especialmente del amor al dinero que simplemente fomenta el amor a sí mismo y perseguir la piedad expresada en estas seis cualidades: justicia, piedad, fe, amor, perseverancia y mansedumbre.
Pelear
Pero además: para perseverar, un hombre de Dios pelea la buena batalla de la fe.
Se refiera a la fe revelada en la verdad de la Escritura.
Como hemos visto, la enseñanza sana es esencial para una sana vida cristiana.
Entonces Satanás ataca la sana doctrina, a menudo con errores sutiles y una verdad a medias.
Así que el creyente debe, en las palabras de Judas 1:3, “contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”.
En la historia de la iglesia cristiana ha habido múltiples batallas en donde el enemigo introduce herejías, esas herejías son confrontadas y la verdad es clarificada y proclamada.
Eso es lo que Pablo está haciendo en esta epístola.
La Reforma protestante del siglo 16 fue realizada por hombres que sabían que vivían en presencia de Dios, como Lutero y Calvino que combatieron la corrupción y la falsa doctrina que había impregnado a la iglesia católica romana y expusieron las grandes verdades de las Escrituras.
En cada época hay amantes de la paz que promueven la unidad, el amor y la tolerancia como principales virtudes cristianas. Dicen que no debemos atacar a los falsos maestros ni exponer sus errores. Si te atreves a decir que tienes razón y otro no, te acusan de soberbia. Entonces, en nombre de la humildad, ¡se supone que debemos tolerar todo tipo de error!
Para perseverar, debemos huir de la mundanalidad; seguir la piedad; y pelear la buena batalla de la fe.
Partes de esta serie: