DESDE SU INICIO

Un reto para todas las organizaciones religiosas hoy en día es el desafío de permanecer fieles a sí mismas en este mundo complejo y cambiante. No es un reto solamente para las iglesias e instituciones u organizaciones que tengan algo permanente para guardar. La iglesia tiene que guardarse a sí misma ya que su propósito es permanecer hasta el fin del tiempo, y aún más allá. La pregunta es ¿cómo?, ¿cómo permanecer fiel a sí misma cuando todo en su entorno cambia constantemente, y se transforma sin ninguna dirección aparente?
La primera parte de la respuesta es obvia y usual, es parcialmente correcta pero muy peligrosa. Esta respuesta es “pues, la iglesia también tiene que cambiar y transformarse, igual que el mundo”. Solamente así se afirma, la iglesia puede estar al día y ser pertinente a nuestros tempos. Sin embargo, tiene que tener cuidado porque algunos de los cambios pueden transformarla en algo que no sea iglesia. La iglesia que no permanece fiel a sí misma se pierde en los cambios y transformaciones.
El mundo actual es complejo. La iglesia también lo es. Los cambios y/o transformaciones no van a modificar esta situación. Ninguna de las dos cosas será menos compleja, y es muy posible que la iglesia tenga que ser más compleja y es muy posible que la iglesia tenga que ser más compleja para enfrentar la complejidad del mundo en que vive. El afán de simplificar a veces es un intento de escapar del problema. Por otro lado, un buen entendimiento del problema y de las entidades que lo provocan puede contribuir a hacer que el problema parezca más sencillo, sin simplificarlo.
La iglesia tiene que saber qué hacer es lo esencial en ella, en su fe y en su organización. Tener que saber qué es o que se puede modificar sin cambiar si esencia. Es de la esencia de la iglesia que sea provocada por la palabra y; por ella, existe y persiste. La fe es una característica esencial de sus miembros, y tiene que ser la fe que la Biblia les da.
Es una esencia de la iglesia gobernante según el modelo bíblico y mantener su estructura como pueblo de Dios en todas sus actividades, especialmente en los cultos y sus operaciones como iglesia. También que actúe con astucia para no cambiar lo esencial y así pierda su esencia. Tiene que ser fiel a su esencia.
Dentro de este marco la iglesia tiene que desarrollar la capacidad de innovar, de ser flexible y adaptable sobre una base sólida e inmovible, fijar objetivos y metas ambiciosas, de pensar abiertamente, en una estructura rígida, actuar con rapidez, estar abierta a los riegos involucrados y asumir la responsabilidad de cumplir con lo que sabemos que es la voluntad de Dios. Y al mismo tiempo, estudiar y analizar, desde este punto de vista de ventaja, al mundo complejo cambiante, para quien tenemos que ser iglesia, esto es, bendición.

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, boletín Buen Óleo, domingo 26 de marzo de 2023.

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