
No se amolden al mundo actual – Romanos 12:1-2
Meditación bíblica sobre Romanos 12:1-2 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
No se amolden al mundo actual – Romanos 12:2
Reina Valera 1960
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Nueva Versión Internacional
Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
En el video anterior titulado «Sacrificio vivo», hablamos del versículo 1 de Romanos 12. Voy a resumir brevemente lo que dijimos para tomarlo como punto de inicio y hablar sobre el versículo 2.
En el Antiguo Testamento, Dios aceptaba los sacrificios de animales.
Estos sacrificios nos mostraban anticipadamente cómo sería el sacrificio de Jesucristo, como Cordero de Dios.
Debido a Su sacrificio en la cruz, los sacrificios del Antiguo Testamento quedaron obsoletos y ya no tienen ningún efecto. De hecho ya no se llevan a cabo.
Para los que estamos en Cristo por medio de la fe salvadora, la única adoración o culto aceptable es ofrecernos completamente al Señor (en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios).
Esta es la única adoración razonable (culto racional / adoración espiritual).
En el versículo 2 no cambia de tema, continúa con el mismo tema, pero ahora nos dice cómo debemos hacerlo.
Los lectores originales de esta carta (a los Romanos), podían relacionar inmediatamente lo dicho en este versículo con lo que Dios había dicho muchas veces en el Antiguo Testamento: Dios debe ser adorado de la forma en que Él lo exige y no como los demás pueblos adoraban a sus dioses y no como nosotros lo consideremos adecuado.
El pueblo de Israel constantemente se sentía atraído a adorar a Dios como los demás pueblos, y vemos las tristes consecuencias cuando vemos historias como la del becerro de oro cuando Moisés subió al monte Sinaí a recibir los mandamientos de Dios (Éxodo 32); Jeroboam, fabricando ídolos para el pueblo (1 Reyes 12); también vemos a Nadab y Abiú ofreciendo fuego extraño (Levítico 10); también Saúl ofreciendo sacrificios y ofrendas de lo obtenido como producto de su desobediencia a Dios (1 Samuel 15). Hay muchas historias.
Puede ser que en nuestros intentos de ofrecer una adoración sincera, fresca, apasionada y “auténtica”, buscamos nuevas formas de mostrar nuestra devoción a Dios.
Sentimos que si hacemos las mismas cosas una y otra vez, automáticamente se convertirán en rituales vacíos.
El problema es que nuestra novedad a menudo viene a expensas de la fidelidad a las Escrituras.
Tristemente, nuestro deseo de adoración “auténtica” sucumbe ante una realidad: lo que nos hizo “sentir” la presencia de Dios hoy se vuelve aburrido mañana.
Como resultado, a menudo podemos terminar ofreciendo “fuego extraño” -como Nadab y Abiú- al Señor; nos acercamos a él en formas que sentimos que son aceptables y participando en prácticas “espirituales” que nunca fueron ordenadas por Dios.
Cuando el profeta Jonás del Antiguo Testamento dijo: “Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.” (Jonás 1:9). Al decir las palabras «temo a Dios» estaba hablando de una adoración como estilo de vida totalmente dedicado para glorificar a Dios.
Entonces, ¿Cómo es un sacrificio vivo en el sentido práctico?
Romanos 12:2 al continuar con esa idea, nos ayuda a entender.
En la versión NVI dice:
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Somos un sacrificio vivo para Dios al no amoldarnos al mundo actual. Amoldarse al mundo es adquirir las ideas y filosofías actuales y hacer las cosas de acuerdo con los estándares y moldes establecidos por el mundo en oposición directa a Dios.
1 Juan 2:15-16 define «mundo» como los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida.
Dice:
No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo.
Todo lo que el mundo tiene para ofrecer puede reducirse a estas tres cosas.
- Los malos deseos del cuerpo, incluye todo lo que apela a nuestros apetitos e involucra deseos excesivos de comida, bebida, sexo y cualquier otra cosa que satisfaga las necesidades físicas.
- La codicia de los ojos, implica principalmente materialismo, codiciando todo lo que vemos que no tenemos y envidiando a aquellos que tienen lo que queremos.
- La arrogancia de la vida, se define por cualquier ambición por aquello que nos envanece y nos pone en el trono de nuestra propia vida.
¿Cómo podemos, como creyentes, no amoldarnos al mundo?
Pues, siendo “transformados mediante la renovación de nuestra mente”.
Principalmente a través de la Palabra de Dios y su poder para transformarnos.
Necesitamos:
Escuchar, leer, estudiar, memorizar y meditar en las Escrituras
La Palabra de Dios, ministrada en nuestros corazones por el Espíritu Santo, es lo único que puede transformarnos mediante la renovación de nuestras mentes.
El resultado es que podremos “comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”.
Es voluntad de Dios que cada creyente sea un sacrificio vivo para Jesucristo.