Dios es el centro de la vida de su pueblo – Éxodo 34:18-35
Meditación sobre Éxodo 34:18-35 por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
La fiesta de los panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto. Todo primer nacido, mío es; y de tu ganado todo primogénito de vaca o de oveja, que sea macho. Pero redimirás con cordero el primogénito del asno; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. Redimirás todo primogénito de tus hijos; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías. Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y en la siega, descansarás. También celebrarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año. Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante de Jehová el Señor, Dios de Israel. Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año. No ofrecerás cosa leudada junto con la sangre de mi sacrificio, ni se dejará hasta la mañana nada del sacrificio de la fiesta de la pascua. Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre. Y Jehová dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel. Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios. Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él. Entonces Moisés los llamó; y Aarón y todos los príncipes de la congregación volvieron a él, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los hijos de Israel, a los cuales mandó todo lo que Jehová le había dicho en el monte Sinaí. Y cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro. Cuando venía Moisés delante de Jehová para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía; y saliendo, decía a los hijos de Israel lo que le era mandado. Y al mirar los hijos de Israel el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con Dios.
Dios no tan solo ha dictado sus mandamientos, sino también el cómo la vida del pueblo de Israel debe girar alrededor de Él, tanto su vida social, como económica y no se diga el aspecto religioso; debe ser Jehová quien esté en medio de ellos, para recordarnos que es quien provee, protege y a quien le debemos todo en nuestra existencia, así como hoy la vida de un cristiano debe girar alrededor de Cristo.
Siendo el gran maestro emplea las fiestas o celebraciones para enseñar y recordar a todas las siguientes generaciones todas sus bondades y que en gratitud debemos adorarle a lo largo de toda nuestra vida y con todas nuestras pertenencias.
También conoce a su pueblo, nos conoce y es por ello que prohíbe juntarse en matrimonio, en yugo desigual, con los pueblos que han habitado esa tierra, pues esto sería una tentación a los ritos paganos a la falsa adoración, a inclinarse a los dioses falsos, en cambio les da las celebraciones; “La fiesta de los panes sin levadura”, la cual han de conmemorar en el mes de Abib, recordando como Jehová los saco de Egipto, muy de prisa, tanto así que no tuvieron tiempo de leudar la masa para el pan y solo lo cocieron como una torta o tortilla gruesa, y se han de reunir 7 días para celebrar.
Jehová estableció que todo primogénito le pertenece, así como también el primogénito de cada caballo, cabrá o toro, a excepción del asno pues este debe ser redimido por un cordero o bien partirle su cerviz. Todo es del Señor y solo nos pide una parte mínima de todo lo que nos da como recordatorio de que recibimos de su mano y debemos ser agradecidos, la redención de los animales y la consagración de los primogénitos y las fiestas solemnes nos recuerda al Cordero de Dios que nos ha de redimir de todo pecado.
Esto fue establecido por Dios a través de su siervo Moisés a quien el rostro le resplandecía después de estar en la presencia de Dios, esto era el reflejo de la gloria del Señor que comparte con sus siervos y a la vez no permitía duda ante el pueblo de que estás enseñanzas y ordenanzas venían de Dios y no de Moisés, era un testimonio palpable y visible de que era Dios quien hablaba.
Que nuestros actos y hechos también reflejen la gloria de Dios.