¿Cómo pastorear el corazón de tu hijo? – Parte 6

Meditación bíblica por el Hno. Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

El día de hoy, seguiremos hablando del tema de ¿Cómo pastorear el corazón del niño? Hemos estado hablando acerca de las influencias en la formación de los niños y que estas influencias no son determinantes pues los niños no son inertes y responden de acuerdo a lo que hay en su corazón, es decir, aquella orientación que tengan hacia Dios y que dicha orientación es la tarea más importante que tenemos como padres de nuestros hijos, darles a conocer al Dios vivo y verdadero para que ellos empiecen a creer y a confiar en él y poco a poco establezcan una relación intima y personal con Dios, en donde a pesar de las circunstancias ellos sepan que pueden confiar en Él.

Así el día de hoy hablaremos acerca de la autoridad de los padres.

Nuestra cultura no acepta la autoridad, no es solo que no le guste estar bajo autoridad sino que también no nos gusta ser autoridad y uno de los lugares donde esto es más evidente es en el hogar; así que necesitamos un entendimiento bíblico de lo que es autoridad, lo cual resulta muy importante pues hoy en día los hijos llegan a cuestionar la autoridad de los padres y no se puede ser vacilante en esta área, usted esta llamado a cumplir su responsabilidad como padre y no improvisar en esta tarea y en cuanto al mandato de pastorear el corazón de su hijo.

Los padres cristianos tienen que entender la naturaleza de una crianza piadosa y los niños siendo instruidos en que Dios los llama a obedecer.

Efesios 6: 1 y 4 Nueva Versión Internacional dice: “Hijos obedezcan en el Señor a sus padres porque esto es justo” y el versículo 4: “y, ustedes padres no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.”

Como padres, Dios le llama a ser una autoridad en la vida del niño, usted actúa representando a Dios, no esta actuando en su propia jurisdicción, lo hace en la de Dios.

Los padres son las personas por medio de las cuales los mandamientos, estatutos y decretos de Dios, son comunicados a quienes Dios nos llama a instruir: los niños.

Y que Él quiere que una generación siga a la otra en sus caminos.

Deuteronomio 6:2 Nueva versión Internacional dice: “Para que, durante toda tu vida, tú y tus hijos y tus nietos honren al Señor tu Dios cumpliendo todos los preceptos y mandamientos que te doy y para que disfrutes de larga vida”.

Comprender este principio nos ayudará a entender la tarea que como padres tenemos acerca de instruir a los niños en el Señor y saber también que usted está bajo autoridad, ambos viajan en el mismo bote y están bajo la misma autoridad con diferentes papeles, pero el mismo amo. 

Así que como padres no se pueden permitir que una ira pecaminosa empañe el proceso de disciplina; si está actuando mal debe reconocerlo y pedir perdón.

Cuando se actúa dirigiendo, corrigiendo o disciplinando a los niños no lo puede hacer en su propia voluntad y mucho menos en un momento de enojo, lo hace de acuerdo a lo que Dios le ha mandado a hacer, en amor, paciencia y de buena manera, guiando y dirigiendo a sus niños.

Así debemos tomar el mando cuando sea necesario y apropiado y no tomar el papel de consejeros.

Aquí un ejemplo: para el desayuno se sirve un plato de avena diciendo: este es un alimento bueno y nutritivo quiero que te lo comas, en otro momento prepararé algo que te guste más.

Mientras que otros padres dicen: ¿no te gusta, quieres que te prepare algo más para desayunar? Esto parece ser muy educado y bondadoso, pero ¿qué es lo que en realidad esta pasando?, el niño está aprendiendo que él puede tomar sus propias decisiones y los padres solo están dando opciones, cuando en realidad hay cosas para las cuales el niño no está todavía capacitado para hacerlo, así este escenario se repite en las experiencias de los niños al escoger la ropa a sus horarios y tiempos de responsabilidades y demás situaciones por el estilo.

Cuando los niños cumplen 8, 10 o 13 años, ellos son su propio jefe y los padres se podrán enojar, gritar, amenazar, rogar etc. los niños han aprendido a hacer lo que les place. ¿Cómo ocurrió esto? Comenzó a una edad muy temprana cuando los padres hicieron de cada decisión un variado conjunto de opciones.

Ciertamente los niños deben aprender a tomar decisiones, pero estas deben ser sanas. Como padres debemos enseñarlos e instruirlos para que tomen decisiones sabias.

Ser padre o madre no solo es proveerles de casa, comida, vestido y algunos minutos durante el día como un simple cuidador. Su tarea es más profunda.

Usted debe pastorear el corazón de su hijo y esta tarea no puede estar sujeta a un horario conveniente, es de tiempo completo y lo afecta todo.

Su tarea está en constante acción, todo el tiempo que este con sus niños, ya sea caminando, hablando o descansando.

Usted debe involucrarse en la vida de su hijo para entenderlo y conocer sus necesidades. Y esto demanda más que comida, ropa y un lugar donde dormir.

Deuteronomio 6: 6 y 7 Nueva Versión Internacional dice: “Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando, incúlcaselas continuamente a tus hijos, háblales de ellas cuando estes en tu casa o cuando vayas por el camino, cuando te acuestes o cuando te levantes”.

Debemos tener objetivos claros, saber sus fortalezas y debilidades para la crianza de los niños, alentándolos en sus áreas fuertes y fortaleciendo las débiles, establecer para ello metas a corto y largo plazo para su desarrollo, sin dejar de enfocarnos en ayudarles a cambiar las malas actitudes del corazón pues un cambio de conducta nace del corazón.

Ser un buen padre significa trabajar en el nombre de Dios, dando dirección a los hijos. Esto incluye darles a conocer y entender las normas de Dios para su conducta entendiendo que ellos son pecadores por naturaleza, sin embargo, Dios tiene Misericordia y Gracia para ellos y lo ha demostrado en la vida y muerte de Cristo en la cruz por nuestros pecados.

Por el momento hasta aquí llegamos. En la próxima abundaremos un poco más con respecto de los beneficios que trae la corrección a los hijos.

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