¿Cómo pastorear el corazón de tu hijo? – Parte 7
Meditación bíblica por el Hno. Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
El día de hoy seguiremos con el tema de ¡cómo pastorear el corazón de nuestro hijo? Hemos estado hablando de la autoridad, mencionamos que culturalmente nos resistimos a la autoridad y, no solo esto, además de que no nos gusta ser autoridad y que como padres de familia debemos ver y ejercer la autoridad desde un enfoque bíblico.
En este sentido se dijo en principio que la autoridad nos es dada por Dios, somos agentes de su autoridad, como padres comunicamos a los hijos los estatutos, decretos y mandamientos de la ley de Dios.
Así, tanto padres como hijos están bajo autoridad, ambos viajan en el mismo barco, pero con papeles diferentes.
También hablamos de la importancia de que el niño sea instruido y que a través de una guía y sabia dirección aprenda a tomar decisiones que sean sanas para él.
Hoy hablaremos un poco más acerca de la corrección y sus beneficios; y antes de iniciar consideremos esta pregunta
¿Cuándo usted disciplina a sus hijos lo hace porque fue avergonzado o la conducta de sus hijos no le agradó, o lo hace porque el niño se ha revelado a la autoridad de Dios y su conducta no agrada a Dios?
Recuerde que usted es un agente que ejerce la autoridad que Dios le ha dado y esto lo debemos considerar como una tarea solemne. Así esta solemne tarea la tenemos que cumplir con dignidad sin dejarnos llevar por nuestra propia ira o enojo, pues en el proceso de corrección y disciplina lo hace en el mandato de Dios.
Cuando los padres disciplinan a los hijos con despliegues de ira, el hijo lo único que aprenderá es el miedo a los hombres y no el temor a Dios.
Incluso se puede ocasionar que el niño solo obedezca por miedo y no porque tenga la firme convicción de obedecer y agradar a Dios.
Santiago 1: 19 y 20 demuestran el gran error de que los padres subrayen la corrección con la ira personal, dice:
“Por esto mis amados hermanos todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la airarse, porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”.
Dios nos manda a corregir a nuestros hijos n y en esta tarea no puede estorbar el enojo, la corrección no es mostrar su enojo por sus ofensas, sino que es mostrarles que su conducta pecaminosa ofende a Dios.
El beneficio de la corrección para el niño es que el aprenda a recibirla, no porque los padres tengan la razón sino porque Dios dice que la vara de la corrección imparte sabiduría y cualquiera que escucha la corrección muestra prudencia. Proverbios 15: 5 y 29: 15. Cuando el niño acepta esta verdad aceptará la corrección.
Los niños entienden que sus padres son el agente de Dios, usados por Dios en su papel de autoridad para guiarles en el camino del Señor y, aunque no somos instrumentos infalibles de la obra de Dios ellos saben que recibir la corrección les traerá entendimiento.
Por lo tanto, cuando la corrección gira alrededor del padre que ha sido ofendido, el punto será desahogar su ira o quizá tomar venganza, en este caso la disciplina es punitiva y no correctiva.
Sin embargo, cuando la corrección gira alrededor de Dios como el que ha sido ofendido, entonces el punto será la restauración y la función será medicinal buscando llevar a un niño nuevamente al camino de la obediencia a Dios, por tanto, es correctiva.
Así mismo la disciplina es una expresión de amor. Proverbios 3: 12 dice.
“Porque Jehová al que ama castiga como el padre al hijo quien quiere”
y Proverbios 12: 24 dice:
“El que detiene el castigo a su hijo aborrece, más el que lo ama desde temprano lo corrige”.
Y, también Apocalipsis 3:19 dice:
“Yo reprendo y castigo a todo el que amo”.
Y, finalmente Hebreos 12:11, hablando acerca de la disciplina dice:
“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia, en las que ella han sido ejercitados.”
Podemos notar en estos versículos que la disciplina aplicada en los términos de Dios es una expresión de amor y que es correctiva y, que al ser aplicada no será causa de alegría, más al final cosechará justicia y paz.
La disciplina no deberá aplicarse cuando usted este enojado o avergonzado pues al hacerlo en estos términos será punitiva y no correctiva, es castigo y abuso infantil pecaminoso. En vez de dar una cosecha de justicia y paz, dará niños resentidos, enojados que se resistirán a obedecer y se alejarán.
Recuerde la disciplina siempre debe estar ligada a los principios y valores de la palabra de Dios. Es un asunto que tiene que ver con el desarrollo del carácter y la honra a Dios y no con asuntos de nuestro propio interés, porque el objetivo de la disciplina es acercarse a sus hijos y no irse en contra de ellos alejándolos.
Así la disciplina será correctiva y terapéutica y no penal, pues está diseñada para producir crecimiento y no dolor. Y que un niño adecuadamente disciplinado será causa de gozo para sus padres. Proverbios 23: 15 dice:
“Hijo mío si tu corazón fuere sabio, también a mí se me alegrará el corazón”.
A través de la escritura podemos ver ilustraciones de como Dios disciplina a su pueblo y que, si el resultado es el apropiado, Dios mostrará su bendición por la obediencia, pero también destrucción por el pecado y la desobediencia.
De este tema hablaremos más adelante. Ahora los dejo con una serie de preguntas para que reflexionemos en nuestra labor como padres y en el pastoreo de nuestros hijos:
- ¿Su autoridad está ligada a sus propios intereses o a las normas y principios de Dios?
- ¿Cuándo corrige lo hace de manera personal o lo hace en los términos y autoridad de Dios?
- ¿Alguna vez ha dicho, porque soy tu madre o tu padre, mientras vivas aquí se hace lo que yo te diga?
- ¿Cambiaría la manera en que disciplina y habla con sus hijos si lo hiciera verdaderamente como un agente de Dios?
Reflexionemos en estas preguntas. De momento hasta aquí llegamos. Me despido, Bendiciones y hasta la próxima.