Conociendo la voluntad de Dios

Meditación bíblica por el A.I. Fernando Acevedo P.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

A lo largo de nuestra vida, nos hemos enfrentado ante la difícil pregunta: ¿cómo saber la voluntad de Dios en mi vida? Muchos caminamos haciéndonos esta pregunta, pregunta que no nace de una simple curiosidad de saber que nos espera el día de mañana, sino que es una pregunta que, como genuinos cristianos, nos formulamos con el deseo sincero de saber qué es lo que quiere Dios de nosotros. Esta pregunta nace por la necesidad de saber si lo que estamos haciendo con nuestras vidas, va de acuerdo con la voluntad de Dios, o saber si nuestra vocación le agrada a Dios, o si la elección de una carrera o cualquier otra cosa que hagamos, es lo Él que quiere de nosotros, porque deseamos agradarle.

 Dar una respuesta a esta pregunta no es sencillo; ya que, cuando hablamos de la voluntad de Dios, desde el punto de vista bíblico, estamos hablando de que tenemos una serie de complicaciones, porque en la Biblia encontramos dos palabras griegas distintas que se pueden traducir en español con la palabra «voluntad». Entonces, cuando hablamos de la voluntad de Dios en el Nuevo Testamento, se refiere al consejo de Dios o al plan de Dios.

 Así que, bajo la perspectiva teológica, se hacen distinciones sutiles, y unas de ellas son: la voluntad revelada de Dios y la voluntad oculta de Dios. Tenemos entonces, que la voluntad revelada, son todas aquellas cosas que, por su voluntad, ha querido revelarnos; mientras que su voluntad oculta, se refiere a todo aquello, que sólo le pertenece a Él y está oculto, y que al hombre no le es dado a conocer. Así, vemos en el libro de Deut. 29:29 que dice:

Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.

 Dios, por medio de su naturaleza, y a través de su palabra, nos ha revelado muchas cosas, cosas que debemos saber para conocerle y otras que son de suma importancia para nuestra salvación. Pero hay otras cosas como: la forma en que gobierna el universo, y cómo gobierna a los hombres y tantas cosas más, que permanecen ocultas para nosotros.

 No podemos ir más allá de lo que debamos saber, porque en el momento en que Dios no responde, mejor nos es no seguir averiguando, no debemos recurrir a prácticas de ocultismo o adivinación, con el deseo de conocer qué nos depara el futuro; no nos compete saber lo que está preparado más allá del momento que estamos viviendo. En el Antiguo Testamento, vemos que Dios prohibió terminantemente a su pueblo, el acudir a sesiones de adivinación, hechicería, ocultismo y magia. Cuando una persona acude a estas prácticas, es porque en realidad no se encuentra en la mejor disposición de confiar en Dios.

 También, teológicamente hablando, nos encontramos con la voluntad activa de Dios, y su voluntad pasiva. O bien, Su voluntad decretiva o soberana y Su voluntad permisiva.

 Entonces, cuando hablamos de la voluntad decretiva de Dios, estamos afirmando que cuando Dios da un orden, esta se cumple inexorablemente; es decir, no existe poder alguno, capaz de impedir que lo que Dios ha ordenado deje de cumplirse. Así tenemos que cuando Dios nos predestinó desde antes de la fundación del mundo, lo hizo exclusivamente bajo su voluntad decretiva; o bien, la venida de nuestro Señor Jesucristo a cumplir con el pacto de gracia, también fue el resultado de Su voluntad decretiva. En Lucas 22:42 vemos a Jesús diciendo:

Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Cuando Dios decreta algo, por el puro poder de su mandato, esto ciertamente se cumplirá.

 Ahora bien, cuando hablamos de la voluntad pasiva de Dios, o también conocida como voluntad permisiva, se enfrentan algunos problemas; ya que, esto puede llevar a pensar que Dios se comporta como un espectador, que sólo se queda viendo lo que sucede en la tierra sin intervenir, porque esto se encuentra totalmente fuera del gobierno providencial de Dios.

 Por eso, importante hacer una distinción entre lo activo y lo pasivo. Así, cuando hablamos de Su voluntad activa, estamos diciendo que Dios está totalmente involucrado en las actividades humanas y cómo se está desarrollando la historia; mientras que hay otros momentos en que Dios permanece completamente pasivo y permite, por decirlo de alguna manera, que ciertas cosas sucedan. Como ejemplo de esta actitud pasiva de Dios, podemos citar uno de sus mandamientos. Dios dice en el séptimo mandamiento: no cometerás adulterio.

Este mandamiento, no es una manifestación de su voluntad decretiva que ciertamente se ejecutará, porque con el simple hecho de mirar a una mujer y codiciarla, ya estamos cometiendo adulterio.

 Es decir, estamos capacitados para revelarnos a su voluntad, nos revelamos a cumplir con los Diez Mandamientos de Dios. Cuando nosotros nos negamos a cumplir con su voluntad, infringiendo sus leyes, estamos ante una total rebeldía contra Dios; ante esto, Él se mantiene pasivo ante la actitud del hombre; está permitiendo que así sea. Esto no quiere decir que Dios apruebe lo que estamos haciendo mal, no nos está concediendo la libertad moral para infringir sus mandamientos. Sino que, cuando hablamos de la voluntad permisiva de Dios, estamos diciendo que Él no interviene, para evitar que hagamos aquello que va en contra de su ley. No es que esté completamente desinteresado. Tiene que quedar bien claro, que cuando hablamos de Su voluntad permisiva, no dejamos de estar bajo Su voluntad; es decir, cuando la tentación llega a nuestro corazón y nos impulsa a cometer un pecado, nos encontramos en total desobediencia a las leyes de Dios y, por tanto, él tiene el poder de detenernos en ese momento, o acabar con nosotros en una abrir y cerrar de ojos como lo hizo con Nadab y Abiú cuando ofrecieron fuego extraño delante de Jehová.

Él es el que sustenta nuestras vidas, y cada inhalación que hacemos es porque Él así lo quiere; por tanto, al hablar de la voluntad permisiva, tenemos que tener en cuenta, que seguimos bajo Su voluntad. Es decir, cuando permanece pasivo, es porque Él decidió permanecer pasivo y, por tanto, está ejerciendo Su voluntad.

 Ahora bien, cuando volvemos a nuestra pregunta inicial ¿cuál es la voluntad de Dios en mi vida?, la Biblia nos da la respuesta; ahí podemos encontrar nuestros dones, los cuales nos indicarán qué es lo que debemos de hacer, o bien, si lo que estamos haciendo es lo indicado. Por otro lado, la voluntad de Dios es nuestra santificación. La voluntad de Dios es que busquemos primeramente Su reino y Su justicia, y que vivamos para honrarle y glorificarle; y cuando decimos primero, no queremos decir que está en primer lugar en un orden secuencial, sino que es nuestra prioridad número uno en nuestras vidas, está primero en orden de importancia. Y cuando hacemos esto, Dios nos dice que todo lo demás que necesitamos se nos dará por añadidura.

 En pocas palabras, lo que Dios quiere de nosotros, la voluntad de Dios para nuestras vidas, es que estemos en total obediencia a cada una de Sus Palabras y que dejemos de preocuparnos de las cosas que necesitamos en este mundo, porque Él en su providencia nos proveerá.

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