La adoración de los sabios – Lucas 2:1-12

1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel.
7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
12 Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

Todos hemos tenido la ilusión de recibir un regalo de los Reyes magos y hemos esperado con gran inquietud esa mañana en la que encontraremos en un lugar muy especifico nuestro regalo sorpresa; pero ¿Por qué tenemos esa expectativa? ¿De dónde viene?

La Biblia nos narra una hermosa historia que da origen a esta tradición y que deberemos aprender bien para no desviar la realidad de los hechos.

Mateo nos dice que cuando Jesús nació vinieron del oriente unos magos a buscarlo y que lo reconocían como el Rey de los judíos por eso le traían unos presentes, regalos, porque iban ante un gran Rey y no era adecuado presentarse con las manos vacías.

La Biblia no dice con exactitud desde que países venían ni cuantos eran, lo que nos enseña es que lo reconocían como el Rey de los judíos y que sabían lo especial que era pues una estrella era lo que anunciaba su nacimiento, por eso era digno de adoración.

Por otros pasajes bíblicos podemos saber que, a los astrólogos y hombres sabios, estudiosos que podían dar explicaciones a eventos pocos comunes se les llamaban “magos”.

Por lo que no es extraño que estos hombres que fueron a adorar a Jesús como Dios hubieran reconocido una estrella diferente en el cielo, una estrella especial y que así hubieran deducido el gran acontecimiento.

Muy probablemente, sabían algo de las profecías hechas al pueblo de Israel al haber tenido contacto con esta nación muchos, muchos años atrás cuando los dominaron, pero eso no lo sabemos con certeza.

Mateo, con su narración, lo que quiere hacer notar al pueblo judío es el cumplimiento de la promesa dada pues nos dice que estos hombres fueron a Jerusalén, al palacio a buscar al Rey y ahí escucharon la profecía que los guio al lugar correcto.

Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentaráa mi pueblo Israel.

También es importante resaltar que este Rey no solo es de los judíos pues personas importantes de otros países han hecho un largo viaje para venir a honrarlo, para venir a adorarlo. Eso nos deja ver que desde el principio Dios tenía en mente la salvación del mundo entero, no solo a su pueblo elegido para ser donde naciera el Salvador si no para todos aquellos a quienes desde el principio Él había elegido que fueran su pueblo de todas las naciones.

Han pasado eventos sorprendentes, un gran coro de ángeles que anuncian a los pastores el nacimiento del Mesías.

Los pastores presurosos viajando de noche para ir a adorar a un niño que nació de la manera más humilde, en un establo.

Magos de oriente viajando por muchos días guiados por una estrella para buscar al Rey y después de buscarlo en el palacio en Jerusalén lo encuentran ya en una casa en Belén y le hacen entrega de regalos sorprendentes como lo es el oro, incienso y mirra.

No cabe duda de que Dios quiere llamar nuestra atención para mostrarnos el mejor regala que nunca jamás podríamos recibir, un regalo infinito lleno de amor, del amor más puro y santo que puede existir, la encarnación de Dios mismo para salvarnos de la esclavitud del pecado, de la muerte y en su lugar darnos la verdadera libertad, la vida eterna.

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