La presencia de Dios en tu vida – Juan 14:15-21

Meditación bíblica sobre Juan 14:15-21 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

En el video anterior hablamos del Tabernáculo.
A traves de la adoración en el tabernáculo, Dios le enseñó al pueblo de Israel que Él siempre estaba con ellos.

Dios había ordenado a su pueblo que construyera un tabernáculo, una tienda grande, que sirviera como santuario portátil para la adoración. En el tabernáculo Dios moraría en medio de ellos, y el pueblo podría adorarlo allí.
La gloria de Dios estaba sobre la tienda, y cada vez que se levantaba, partían y seguían a donde Dios los llevaría a continuación.

En el libro de Éxodo (Cap. 40), vemos como en todos los viajes de los israelitas, cada vez que la nube se levantaba sobre el tabernáculo, ellos partían… cada decisión que los israelitas tenian que tomar durante su viaje por el desierto, lo hacina siempre esperando primero una señal por parte de Dios para actuar.

El tabernáculo en el desierto apuntaba a lo que habría de ser el templo que se construiría en Jerusalén muchos años después (1 Reyes 6).

Y no sólo eso: el tabernáculo y el templo apuntaban a otra señal de la presencia de Dios entre su pueblo.

Juan 1:14 nos dice que “el Verbo”, es decir, Jesús, “se hizo carne y habitó entre nosotros”.

La palabra «habitó» que se usa aquí es la traducción del griego es:

ἐσκήνωσεν (skénosen)= habitó en tienda. Viene de la palabra:

σκηνόω (skenóo)= acampar, es decir (figuradamente) ocupar (como una mansión) o (específicamente) residir (como Dios lo hizo en el tabernáculo de la antigüedad, símbolo de protección y comunión). Extender su tabernáculo, habitar, morar.

Entonces, el texto griego original dice allí, más literalmente, que “Y aquel Verbo fue hecho carne, y (habitó) plantó su tienda entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Jesús vino para traer la gloria de Dios habitando en un cuerpo humano entre su pueblo, y ahora, a través del Espíritu Santo, vive en nuestros corazones y está presente con nosotros dondequiera que vayamos.
Nos llama a servir a los demás y promete nunca dejarnos ni abandonarnos.

¿Cómo sabemos que tenemos la presencia de Dios?

Voy a leer el pasaje de hoy en Juan 14:15-21

15 Si me amáis, guardad mis mandamientos. 16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. 19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. 20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. 21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

Al inicio del capítulo 14 de Juan, vemos que los discípulos de Jesús estaban molestos, confundidos. Jesus les dice en el versículo 1 «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.»
Durante tres años habían estado con Jesús. Habían caminado con él y hablado con él. Y ahora estaba a punto de irse.
¿Cómo podrían seguir sin él? ¿Cómo podrían afrontar los desafíos de la vida sin su presencia diaria?
En su discurso de despedida, el Señor Jesús tranquilizó a los discípulos. Les dijo que su regreso al Padre sería para su bien (Juan 16:7).
«Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.»
Estaba prometiendo enviar el Espíritu Santo.
El Espítiru Santo viviría en ellos y les enseñaría cómo vivir para Dios; y a través del Espíritu podrían disfrutar siempre de la presencia de Dios.

A través del Espíritu Santo tú y yo podemos experimentar la presencia de Dios en cada momento del día. Sólo tenemos que pedirlo.

Como dice Jesús en Lucas 11:13,
«Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?»

La oración más importante que podemos hacer cada día es pedir la presencia todopoderosa y la guía del Espíritu Santo.
Cuando tenemos al Espíritu Santo guiándonos cada día, no solo experimentaremos la presencia de Dios en nuestras propias vidas, sino que también podremos mostrar la presencia de Dios a los demás mientras vivimos a la manera de Dios, mostrando el fruto del Espíritu, tal como lo describe en Gálatas 5:22-23, que leo a continuación:

«Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.»

Ahora surgen algunas preguntas que dejo para su reflexión:

Si ya tengo la presencia de Dios,
¿Cómo se muestra esto en mi vida? ¿Qué evidencias hay de que Dios esta presente en mi vida?
¿Disfruto de la presencia de Dios?

Para der el video anterior de esta serie pulse aquí: «La presencia de Dios»

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