Dios nos ayuda en nuestro momento de necesidad – Salmo 25:1-7

Meditación bíblica sobre Salmo 25:1-7 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Hoy iniciamos una serie de tres videos sobre el Salmo 25.
En este salmo David expresa en oración su deseo de refugiarse en Dios y caminar en los caminos de Dios, tal como el Salmo 1 y 2 nos instruyen a hacer.
Pide a Dios guía y protección de sus enemigos.
Pero como nosotros, David lucha por orar con confianza porque es muy consciente de su pecaminosidad y pide perdón a Dios a lo largo del salmo.
Y también afirma su confianza en Dios; una confianza que no se ve sacudida por circunstancias externas a él ni por la culpa dentro de él.

El Salmo 25 se atribuye a David. Aunque la Biblia no nos brinda los antecedentes históricos de este salmo, podemos suponer que fue escrito durante una época en la que David atravesaba por serios problemas. A lo largo de la vida de David, tuvo muchos períodos de prueba o lucha, desde el momento en que Saúl lo perseguía hasta la pérdida de su hijo. Basándonos en el hrcho de que habla de «los pecados de su juventud» podemos suponer que escribió esta salmo ya siendo de edad madura.

Muchos eruditos creen que el Salmo 25 fue escrito por David mucho más tarde en su vida, cuando su hijo Absalón organizó una rebelión contra él.
El Salmo 25 no está escrito en un estilo dramático o emotivo, sino en un estilo que refleja una fe madura en un Padre celestial.

Está escrito en forma de acróstico. Es decir, cada verso comienza con una letra del alfabeto hebreo.
Además de esta salmo, hay varios otros salmos escritos en forma acróstica: Salmos 9-10 (juntos), 34, 37, 111, 112, 119 y 145.
Sin embargo, el Salmo 25 es un acróstico dividido, en el sentido de que dos letras no están en el orden correcto.

Salmo 25 nos muestra que podemos superar los problemas de la vida cuando nos aferramos a tres verdades infalibles.

  1. Dios nos ayuda en nuestro momento de necesidad (25:1-7)
  2. Se puede confiar en Dios (25:8-15)
  3. Dios nos libra cuando nos refugiamos en Él (25:16-22)

Hoy hableremos de la primera de esas verdades:

Dios nos ayuda en nuestro momento de necesidad (25:1-7)

Cuando los problemas llegan a nuestras vidas, ¿a quién acudimos? ¿A quién acudimos en busca de ayuda?

David escribe en los versículos 1-2:
“A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos.”

David sabía que la fuente fundamental de su aliento era Dios.

El primer libro de Samuel (I Samuel), nos relata la historia de David. En el capítulo 30 vemos un incidente anterior a la coronación de David. Él, con todo su ejército partieron a la guerra contra los filisteos. Mientras estaban fuera, los amalecitas atacaron la ciudad de David y tomaron cautivas a todas las esposas e hijos de David y sus soldados. Cuando David y sus hombres regresaron, encontraron la ciudad quemada y vieron que todas las mujeres y los niños ya no estaban.

La Biblia dice:
“Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas;…”
Eso es completamente comprensible. Pero continúa diciendo el texto, “mas David se fortaleció en Jehová su Dios.” (1 Samuel 30:6).

David elevó su alma a Dios. Puso su confianza en Dios. Y finalmente Dios permitió que David y sus hombres recuperaran a todas sus familias de manera segura.

Es por eso que David pudo continuar diciendo en el versículo 3:
(Version RV1960) dice: «Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; serán avergonzados los que se rebelan sin causa.»

La Nueva Traducción Viviente del versículo 3 lo expresa de esta manera: “Nadie que confíe en ti será jamás avergonzado, pero la deshonra les llega a los que tratan de engañar a otros.”

En primer lugar tenemos que entender que la idea de «esperan en ti» no es la de quedares pasivamente sin hacer nada; más bien, es de un servicio activo. La idea que comunica no es como la de estar en una sala de espera, sino de la un camarero que está atento a todos los deseos y necesidades de quien está siendo atendido. David aquí reconoce que él no es el único que confia en Dios, sino que hay otros que -como él- esperan en Dios.

En segundo lugar, la palabra hebrea para «ser avergonzado» es: בּוּשׁ bush, que segun el diccionario Strong es

  • Estar desilusionado o atrasado
  • Afrentar, avergonzar, burlar, confundir, confusión, confuso, deshonrar, malo, ruborizar, secarse, tardar, vergüenza.

No se refiere exactmante a avergonzarse en el sentido de sentirse tonto.

Un comentarista dice: “La única idea bíblica [por “vergüenza” y “avergonzado”] es la de que falle algo en lo que hemos depositado nuestra confianza o de haber confiado en algo que al final resulta indigno de nuestra confianza”.

David no sólo afirmó su confianza en Dios, también le pidió a Dios que le enseñara sus caminos, como dice en los versículos 4-5:
“Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día.”

David le suplica a Dios que le enseñe su verdad. Le pide que le señale la ruta a seguir.

¿Le suplicas a Dios que te ayude a comprender su verdad?

¿Quieres que Dios te enseñe sus caminos para que puedas caminar por ellos? ¿Que te señale la ruta que debes seguir en tu vida?

Dios nos ha dado su Palabra. Leamos, estudiemos y apliquemos la Palabra de Dios a nuestras vidas.

Al final de esta sección del salmo, David pide el perdón de Dios por los pecados de su juventud. Se arrepentía de los pecados que había cometido anteriormente en su caminar con Dios y quería tener la seguridad del perdón de Dios. Entonces, en el versículo 7 dice “De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí por tu bondad, oh Jehová.»

Si Jesús pagó el castigo por tu pecado, Dios nunca más te lo echará en cara.

Entonces, ya sea que nuestra necesidad sea el problema que enfrentamos, o aprender los caminos de Dios, o no recordar nuestros pecados pasados, recordemos esta verdad: Dios nos ayuda en nuestro momento de necesidad.

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