La historia de Rut – Rut 1

Meditación bíblica sobre el libro de Rut por el Hno. Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

A partir de hoy haremos una serie de reflexiones sobre el libro de Ruth, este libro fue escrito en la época de los jueces cuando todavía no había reyes en Israel, es un libro corto de tan solo cuatro capítulos.

El libro de Ruth nos narra una historia de amor, sobre un hombre busca una esposa. Es una historia de redención acerca de un hombre rico que está dispuesto a pagar el precio para conseguir a su amada. Este libro nos lleva a ver el obrar de Dios en nuestro mundo buscando una esposa y recogiendo una cosecha.

En la época en que se da esta historia no es muy diferente a la nuestra pues te enfocas únicamente en las cosas malas que te rodean podrías caer en un pesimismo total o puedes verlo desde la perspectiva de Dios y preguntarle a Él, en qué campo desea que trabajes para servirle fielmente, experimentando su gracia y amor.

Así daremos lectura al capítulo 1 de Ruth, dice así:

Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.

Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.

Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá. Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron, 10 y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo.

11 Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos? 12 Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos, 13 ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí.

14 Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella. 15 Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella.

16 Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. 17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que solo la muerte hará separación entre nosotras dos. 18 Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.

19 Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es esta Noemí? 20 Y ella les respondía: No me llaméis Noemí,[a] sino llamadme Mara;[b] porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. 21 Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?

22 Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.

Podemos notar que en aquellos días la vida no era fácil, que había hambre y que no había rey en Israel como ya lo habíamos mencionado y algo que resulta un tanto extraño es que en Belén hubiera hambre pues belén significa “casa de pan”.

En el antiguo testamento a menudo una hambruna era evidencia de la disciplina de Dios porque su pueblo había pecado, en esta época su pueblo estaba muy alejado de Dios.

Levítico 26: 19 y 21 dice:

“Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce. Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto. Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados. “

Elimelec huye de su familia para escapar del hambre, pero los tres hombres solo encontraron la muerte, el plan era solo recibir por un tiempo y se quedaron por diez años.

Después de una década de desobediencia, solo quedaron tres tumbas en una tierra pagana y tres viudas. Elimelec caminó por vista y no por fe, confiando y esperando en Dios y en sus promesas. En este sentido podríamos decir que Elimelec fue incrédulo cuando enfrentamos los problemas de la vida, podemos hacer una de dos, enfrentarlos o huir de ellos.

Noemí por su parte se engañó a ella misma culpando a Dios de la decisión que tomaron de quedarse en tierra pagana.

Es muy probable que Noemí no quisiera llevar a sus nueras pues ellas eran la prueba evidente de que había desobedecido a Dios permitiendo que sus hijos se casaran con mujeres extranjeras quebrantando la ley de Moisés así al regresar sola nadie sabría nada y no tendría por qué dar explicaciones. Sin embrago, ya a final del capítulo podemos ver su descontento y amargura pues ella misma dice,

“no me llaméis más Noemí que es placentera, sino Mara que es amarga”

Cuando tratamos de encubrir nuestros pecados, sin duda es una prueba que no hemos enfrentado con honradez ni la hemos examinado a la luz de la palabra de Dios.

Cuando hay un verdadero arrepentimiento, hay confesión y quebrantamiento de corazón.

Termino con el Salmo 51:17

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado, al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”

Hasta aquí el día de hoy, en la próxima hablaremos de la conversión de Ruth. Me despido. Bendiciones y hasta la próxima.