Llamados a ser hijos de Dios – 1 Juan 3:1-10
Meditación sobre 1 Juan 3:1-10 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
CDMX, viernes 5 de agosto de 2022
En la escuela nos enseñan diferentes teorías acerca de la creación y del fin del mundo en que vivimos y de todo el universo en general. Las religiones tienen diferentes teorías al respecto, la mayoría de las personas creen que hay un Dios y que tendrá lugar un fin, pero no tienen muy claro que les pasara a ellos en particular.
En el evangelio de Sn. Juan 1: 12 y 13 encontramos estas palabras:
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
El Apóstol Juan nos dice en estos versículos que es por medio de la gracia que es en Cristo Jesús, que recibimos el perdón de nuestros pecados y somos hechos Hijos de Dios y por fe tendremos vida eterna juntamente con Cristo.
En los versículos 1 al 3 de nuestro pasaje en 1ª de Juan 3 leemos:
1 Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
3 Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.
En el principio Dios creo todas las cosas, absolutamente todo lo que podemos ver, tocar o saborear o sentir con nuestros sentidos y que podemos admirar y exclamar es hermoso o maravilloso, todo fue creado por Dios para que lo podamos disfrutar y darle a él la gloria.
También nuestro cuerpo es una maravilla creado por Dios, pero solo podemos afirmar que somos hijos de Dios, si creemos que Jesús es el hijo de Dios y es nuestro salvador, no podemos decir que somos hijos de Dios porque somos muy buenas personas o es a través de la herencia familiar que seamos hijos de Dios.
Es por medio de la sangre precios a de Jesucristo que nos limpia de nuestra maldad, que Dios nos adopta como sus hijos y venimos a ser nuevas personas con un nuevo corazón y con una nueva visión de la vida.
En Romanos 8: 15 al 17 nos leemos:
15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Hermanos, el Apóstol Pablo nos dice que tenemos esperanza, que estamos sellados por el Espíritu Santo, apartados para Dios por medio la fe en Cristo Jesús.
En los versículos 3 al 6 de nuestro pasaje leemos:
4 Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.
5 Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él.
6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.
El Apóstol Juan nos recuerda que el ser humano por naturaleza está en pecado, al no cumplir las ordenanzas de Dios, por tanto, no puede estar en la presencia de Dios.
Solo somos aceptos ante Dios por medio de la sangre de nuestro señor Jesucristo, que nos limpia del pecado y nos libra de la muerte eterna.
Es nuestra estrecha relación con Dios por medio de la oración poniendo todo nuestras peticiones e inquietudes en el nombre de Jesucristo y el estudio de su palabra que nos hace fortalecernos en la fe y conocer su voluntad, para ser mejores cada día, creciendo hasta que nuestro Dios así lo disponga.
En los versículos 7 y 8 del pasaje en 1ª de Juan 3 leemos:
7 Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo.
8 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.
El Apóstol juan nos pide estar atentos, los hijos de Dios buscan la justicia y andan en la luz, guiados por su palabra, en donde hay pecado, las personas no tienen ningún temor de Dios y sus acciones son malvadas, pues el señor de su pecado es el diablo, es el que se enseñorea de las debilidades de las personas y al final, tendrán la muerte eterna.
En los versículos 9 y 10 del pasaje leemos:
9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
10 En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.
Hermanos, solo puede haber justicia en los que aceptan a Cristo como su señor y salvador, quien tiene el poder de cambiar las vidas por medio de la acción del espíritu Santo.
Los que hemos aceptado a Cristo como nuestro señor y salvador, venimos a ser hijos de Dios, nuevas personas con un nuevo corazón, que buscamos hacer la voluntad de nuestro Dios con una nueva forma de vivir, reconociendo que todo lo que tenemos lo recibimos de él, y nos sentimos agradecidos por sus bondades y su providencia en nuestra vida y damos la gloria a nuestro Dios en todo lo que hacemos.
A. I. Nelson Daniel Miranda Giles.