Me has hecho confiar en tu palabra

Meditación sobre Salmo 119:49-56 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Voy a empezar leyendo una antigua promesa de Dios que encontramos en levítico capítulo 26 voy a leer de los versículos del 3 al 6. Por favor, pongan atención este pasaje, se titula “en mis estatutos” por las palabras con las que inicia el pasaje, dice:

Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra. Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país. 

Esa lectura, voy a pedirles que la tengan en mente, porque hoy vamos a estudiar -vamos a meditar- sobre lo que nos dice la Palabra de Dios en el Salmo 119:49-56, titulados con el nombre de la de la letra hebrea Zayin (se pronuncia esa esa letra hebrea como si fuera una Zeta española).

Vamos a vamos a iniciar, vamos a hablar acerca de lo que nos dice la palabra de Dios en ese pasaje.

Introducción

En la vida cristiana, estamos llamados a ser consolados, incluso en nuestra aflicción, y nos regocijamos incluso en nuestros dolores, ¿no es así? hemos hablado otras veces de ello, pero ¿cómo se puede hacer eso?

En el Antiguo Testamento el pueblo de Dios tuvo que aprender a cantar canción a Dios; en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo nos pide a usted y a mí, en la carta a los Corintios, que aprendamos a entristecernos con regocijo. También nos hizo un llamado en la carta a los Tesalonicenses para que nos lamentáramos, pero no sin esperanza o “no como aquellos que no tienen esperanza” ¿cómo se puede hacer esto?

En la parte del Salmo 119 de la que hoy estaremos hablando, nos dice que esto es una cuestión vital para la vida cristiana. Voy a dar lectura a ese pasaje, les pido que lo sigan con atención, si tienen su Biblia por favor también síganlo con su vista, dice así:

Zain

49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo,
    En la cual me has hecho esperar.

50 Ella es mi consuelo en mi aflicción,
Porque tu dicho me ha vivificado.

51 Los soberbios se burlaron mucho de mí,
Mas no me he apartado de tu ley.

52 Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos,
Y me consolé.

53 Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos
Que dejan tu ley.

54 Cánticos fueron para mí tus estatutos
En la casa en donde fui extranjero.

55 Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová,
Y guardé tu ley.

56 Estas bendiciones tuve
Porque guardé tus mandamientos.

Así dice la palabra de Dios, la palabra inerrante.

Bueno, hay mucho que decir sobre esto, pero déjenme llamar la atención brevemente sobre algunas de las cosas que aprendemos al leer este Salmo, sobre nuestra ayuda, nuestra esperanza, nuestro consuelo.

En primer lugar,

En el versículo 49, que es donde iniciamos hoy, dice

49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo,
En la cual me has hecho esperar
.

¿Se dan cuenta que esto tiene dos lados? son dos frases, pero de alguna forma pareciesen ser contradictorias; por un lado dice “acuérdate de la palabra dada a tu siervo” y luego del otro dice “en la cual me has hecho esperar”.

Dios nos ha dado promesas en las cuales podemos confiar y ha forjado en nuestros corazones esperanza en esas promesas, y eso es esencial en la vida cristiana.

Sabemos muy bien que Dios nos puede dar esas promesas, puede cumplirlas y lo va a hacer, pero aquí está el problema; hermanos, Dios puede darnos esas promesas, pero podemos experimentar dificultades para creer en ellas.

El salmista dice “Señor…” en este en esto que acabamos de la ley es como si dijera: “Señor, has hecho ambas cosas: me has dado promesas gloriosas, pero no sólo me das esas promesas, sino que me has permitido aferrarme a esas promesas y has hecho que mi corazón tenga esperanza en ellas”.

Entonces ¿cómo podemos cantar canción a Dios en tierra extraña? Como el pueblo de Israel. ¿cómo podemos entristecernos con regocijo, y entristecernos, pero con esperanza y ser consolados en nuestra aflicción? No se trata de que neguemos que estamos tristes, sino que nos regocijamos en esa tristeza y tengamos esperanza dentro de esa tristeza.

En segundo lugar,

Observemos el versículo 50.

El versículo 50 dice “ella [la palabra dada a tu siervo] es mi consuelo en mi aflicción” entonces específicamente dice el salmista que es su consuelo ¿no les llama la atención?

En seguida el salmista también nos dice por qué tiene ese consuelo, y dice “porque tu dicho me ha vivificado” es decir, tu promesa me da vida. Ese es mi consuelo en la aflicción: tu promesa me da vida.

Las promesas de Dios en su Palabra son reconfortantes y vivificantes.

¿Qué significa eso? significa que las promesas de Dios son un consuelo para nosotros en nuestras aflicciones y son el instrumento del Espíritu en nuestra santificación.

Dios nos ha dado esas promesas, no solo la promesa de que no desmayaremos cuando estemos en problemas, no solamente la promesa de que no perderemos la esperanza cuando estemos en pruebas, sino que también nos ha dado esas promesas para hacernos crecer en gracia, para santificarnos, para resucitarnos -dice la palabra de Dios- de la muerte. Nos trae de muerte a vida. Nos resucita de nuestro pecado. Él nos da la Palabra para que vivamos, para que crezcamos en la gracia.

Entonces el salmista dice: así es como camino con Dios en medio de la prueba, Él me ha hecho promesas y esas promesas me consuelan.

En tercer lugar,

El versículo 51 dice

51 Los soberbios se burlaron mucho de mí,
Mas no me he apartado de tu ley.

Nos está diciendo aquí que debemos esperar que se burlen de nosotros por creer sus promesas. Eso pasa y eso va a seguir pasando. No nos dice qué podría pasar, sino dice que eso pasa.

La fidelidad el salmista en su palabra, su esperanza en la promesa de Dios no evita que sea ridiculizado, sino todo lo contrario. Esa esperanza hace que sea ridiculizado. Es un hecho que experimenta la burla de otros, pero ¿qué creen? está decidido a no apartarse de la Palabra de Dios.

Esta porción del Salmo nos recuerda que estemos preparados para ello, para ser objeto de la burla de otros. Y esto es muy importante para que nosotros en esta cultura vivimos, en especial ustedes jóvenes, que seguramente están escuchando hoy. En numerosas ocasiones en su vida tendrán la opción: una, de ser ridiculizados por Cristo -por causa de Cristo; o bien, opción 2: evitar la burla negando su fe.  Y el salmista aquí lo que dice es “no negaré la Palabra de Dios, aceptaré felizmente la burla, pero me aferro a la Palabra de Dios”

Por último, observemos lo que dice el versículo 52.

Cuando se le ridiculiza ¿qué hace, pues, al respecto? Dice:

52 Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos,
Y me consolé.

Cuando es ridiculizado el salmista se vuelve a la Palabra, piensa en la Palabra, medita en la Palabra. Cuando seamos ridiculizados por nuestra fe, recurramos a la Palabra. Cuando recurramos a la Palabra, encontremos consuelo en las antiguas palabras de Dios.

Dice aquí:  Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos, y me consolé.

Entonces recordemos aquellas antiguas palabras de Dios.  Yo dije algunas de esas antiguas palabras de Dios.

Cuando se burlan de nosotros ¿qué hacemos? recurrimos a la Palabra, pensamos en ella, meditamos en ella y vemos en ella sabiduría.

¿Recuerdan esa antigua promesa que leí al principio de esta charla? les invito a recordarlo.

Así es como se vive en medio de un mundo que no acepta la Palabra de Dios.

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