El Tesoro de Su Palabra – Salmo 119:161-168

Meditación sobre Salmo 119:161-168 por el Pbro. Pedro Arcos S.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Hoy llegamos a la estrofa número 21

Te animo a escuchar los versículos que forman esta estrofa, 161 hasta 168.

Sin

161 Príncipes me han perseguido sin causa,
    Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.

162 Me regocijo en tu palabra
Como el que halla muchos despojos.

163 La mentira aborrezco y abomino;
Tu ley amo.

164 Siete veces al día te alabo
A causa de tus justos juicios.

165 Mucha paz tienen los que aman tu ley,
Y no hay para ellos tropiezo.

166 Tu salvación he esperado, oh Jehová,
Y tus mandamientos he puesto por obra.

167 Mi alma ha guardado tus testimonios,
Y los he amado en gran manera.

168 He guardado tus mandamientos y tus testimonios,
Porque todos mis caminos están delante de ti.

Cuando leemos detenidamente esta estrofa, observamos que esta estrofa no incluye ninguna petición, sólo el testimonio del salmista por Dios y su Palabra.

Nos cuenta el testimonio del salmista, que no ha sido fácil. El salmista nos comunica que ha sentido la oposición de muchos, y nos dice que son gente de autoridad; le han perseguido y sin causa.

Nosotros seguramente tenemos la certeza de esperar justicia, apoyo, ánimo, sin embargo, el salmista recibió oposición y persecución por parte de las autoridades.

Es interesante, que lo normal habría sido tener temor del hombre; de lo que le pudieran hacer, pero el salmista dice que tuvo temor de la Palabra de Dios y es que el temor a Dios y a su Palabra es nuestra arma más poderosa.

Aprendamos del salmista, que consideró que era mejor y más importante seguir obedeciendo a Dios y su Palabra, que dejarse enredar y vencer por esa persecución.

La Palabra de Dios nos comunica que cuanto más servimos a Dios, mayor será el reproche, ultrajes que hemos de esperar del mundo. Seguramente hemos recibido calumnias, pero nunca debemos desanimarnos.

Aunque es difícil soportar en nuestras propias fuerzas, debemos siempre depender de su Palabra. No nos dejemos enredar. No debemos desanimarnos; debemos seguir nuestro camino. El camino de Dios para nuestra vida. Debemos apoyarnos en la Palabra, que es la máxima autoridad. Él nos ayuda.

El salmista nos dice que considera que el mayor tesoro que ha podido encontrar es la Palabra y por haberlo encontrado se regocija.

Quisiera preguntarles ¿cuántas perlas preciosas has encontrado -has descubierto- a través de este hermoso Salmo?

Quisiera compartirles que yo he encontrado muchas. Mucho ánimo, ayuda, consuelo, sabiduría, guía, paz.

Hermano, amigo, no dejes de leer hasta el final de este Salmo 119 y verás qué maravilloso es.

Si aún no has leído las estrofas anteriores, te invito a hacerlo. Si esto han sido sólo los 176 versos, cuánto más toda la Palabra.

A lo largo del Salmo, hemos visto como el salmista hacía muchos contrastes para ser más fuerte y claro en su exposición.

En el versículo 163, nuevamente, nos hace un contraste muy interesante. El salmista tiene muy claro que no le gusta la mentira y además -nos dice- la aborrece y abomina.

Para no dejar ningún lugar a la duda, me pregunto: ¿es tan claro en nuestra vida que te desagrada -que no queremos tener que ver nada- con la mentira?

El salmista sabe el daño que hace la mentira.

Comenzó diciendo que le han perseguido sin causa, y entendemos que montaron una serie de mentiras, para poder hacer esta persecución. Pero ¿es esta es la razón por la cual aborrece, abomina la mentira? A mí me parece -más bien diría- que no, ya que nos dice que ama la Palabra, la Ley.

Un comentarista muy conocido, William MacDonald (Nota 1), dijo

“la familiaridad con la Palabra nos enseña a amar lo que Dios ama: la ley y aborrecer lo que Dios aborrece: la mentira”

El salmista ha aprendido que la Palabra de Dios es verdad y que el adversario es padre de toda mentira, por lo tanto ya sabemos de dónde viene la mentira.

Pedirle a Dios que aleja en nuestra vida, por el contrario el salmista quiere usar su boca su lengua para el bien, para lo que es uno de los más grandes privilegios que el hombre puede tener: alabar a Dios.

Nos dice que lo hace siete veces al día. El número siete implica perfección, totalidad; por lo tanto, el salmista nos está queriendo decir que alaba a Dios de forma continua durante el día. No toma un rato los días del culto, sino que la adoración, alabanza a Dios eran su estilo de vida. ¿Por qué? porque el amor a la Palabra le ha mostrado un Dios justo, con juicios justos. Un Dios que ama a su pueblo que los guarda, protege, anima, fortalece, etc.

Y nos añade que a pesar de las dificultades, de los obstáculos más o menos difíciles que el enemigo de nuestras almas nos puede querer poner, de nuestras debilidades, hay mucha paz para los que aman la Palabra de Dios y además añade otra promesa en este mismo versículo “no hay tropiezos para ellos”. Si amamos la Palabra, Dios nos ayudará a cada día a no tropezar ni en los obstáculos puestos por otros, ni por nuestras debilidades. Nuestras debilidades serán transformadas en fortalezas.

El salmista no dice que el que ama la Palabra la vida le será sin dificultades. Ya empezó diciendo que así que así no era en su vida, aun cuando él ama la ley, pero sí que Dios le da y nos da sabiduría para vencer, para no tropezar.

Quiero compartirles otra hermosa promesa, una de esas perlas preciosas de la Palabra:

Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Isaías 32:17

Aquellos que aman a Dios y a su Palabra tienen paz, tranquilidad, seguridad, confianza en el Señor y el salmista va a terminar la estrofa con tres versículos que resaltan la obediencia a la Palabra, y es que, después de todas estas meditaciones no puede ser de otra manera.

Thomas Watson (Nota 2) , dijo:

“El salmista dice que la Palabra de Dios es una lámpara a nuestros pies. El leer sin practicar será una antorcha para iluminar el camino al infierno”

Es una cita terrible, pero así de claro, el conocer y no obedecer es terrible.

El salmista nos dice que ha puesto por obra los mandamientos de Dios, que los obedece no por temor o miedo a represalias, sino porque los que ama en gran manera. Porque ha entendido que es el mejor bien que puede hacer, y obedece porque entiende que no hay nada que pudiera ocultar a su señor agradable y quiere demostrar su amor a su Señor.

Notas:

Nota 1. William MacDonald – Nacido en 1917 en Massachusetss, Estados unidos, partió con el Señor en 2007. Escribió más de ochenta libros sobre discipulado, evangelización, vida en la iglesia y relaciones matrimoniales. Es autor del excelente Comentario Bíblico de William MacDonald, publicado por CLIE. Cuando el Señor lo llamó a su ministerio realizó sus estudios en la Harvard School. Ejerció de profesor y fue presidente del Emmaus Bible College. Fundó conjuntamente con O. J. Gibson la Fairhaven Bible Chapel una escuela de discipulado para jóvenes en Northern, California.

Nota 2. Thomas Watson (c. 1620–1686) fue un predicador y autor puritano inglés.

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