Ustedes siendo malos – Lucas 11:1-13
Serie: Promesas de Jesús para su pueblo
Ustedes siendo malos – Lucas 11:1-13
Meditación sobre Lucas 11:1-13 por el A.I. José Arturo Medell
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Nuevamente buenos días, mi nombre es José Arturo Medell Espinosa, anciano en receso de la Iglesia Nacional Presbiterial Berith, en la Ciudad de México.
Esta mañana nuevamente nos conduciremos a través de las promesas de Cristo a su gente a su pueblo.
La meditación de esta mañana estará radicada en el evangelio de Lucas, el médico amado, capítulo 11: 1-13. Como siempre les invito a que lean todo este capítulo, pero hoy nos centraremos a los versículos del 9 al 13.
Lucas era un médico que a través de las investigaciones y si su costumbre científica de atender las cosas logró obtener toda la información para escribir su evangelio.
Este capítulo 11 trata de la oración de Jesús, la oración que enseña a sus discípulos, el conocido Padre Nuestro, pero no meditaremos sobre estos pasajes, meditaremos sobre una conclusión que da Jesús y que promete hacia sus discípulos y hacia nosotros los que oímos y leemos este evangelio. Léanlo ustedes completo, yo voy a leer la fracción que nos ocupa.
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Jesús está hablando con sus discípulos, pero también está hablándonos a nosotros, y también habló a Lucas para que escribiera. Los ejemplos que da son terribles ¿no es cierto?
Nos hace reflexionar sobre lo malo que somos, pero siendo malos, sabemos dar buenas dádivas a nuestros hijos.
Nos cuestiona diciéndonos, que debemos buscar que debemos pedir que debemos llamar y que cuando busquemos hallaremos y que cuando llamemos se nos abrirá y que cuando pidamos no será dado, qué promesas para nosotros, es tiempo que usted pida es tiempo que usted llame es tiempo que usted busque.
Para que Cristo pueda darle, para que Cristo pueda mostrarle, para que Cristo pueda abrirle, las peticiones que debemos hacer nos las da adelante comparando nuestra maldad.
Porque, ¿qué padre de vosotros -dice- si su hijo le pide un pan le dará una piedra?
No cabe duda de que la maldad del hombre puede llegar a esto y más, ciertamente.
Que si un hijo va y se acerca y le pide al padre de familia que le dé un pan le arroje una piedra, cierto, así es la maldad.
O si un hijo con hambre le pide un pez, para poder comer y quitar su hambre, este hombre malo le pudiera dar una serpiente que le envenene y le mate. Ciertamente así es la maldad. Y aún más, si algún hijo pidiera un huevo a su padre le entregaría un alacrán, un escorpión, y Jesús nos dice,
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Tenemos un Padre en el Cielo.
Tenemos un Padre que supera la maldad de pedir un pan, un pescado, un huevo y que debemos pedir más allá y que nos será concedido el ESPÍRITU SANTO, para poder agradarle, para poder vivir de acuerdo con su voluntad, para que este ESPÍRITU SANTO nos recuerde todas las cosas.
Y podemos reconocer al Padre Celestial y a su Hijo, que nos abre el entendimiento para hacernos conocer que somos malos; pero sabemos dar buenas dádivas a nuestros hijos. Busquen, toquen, llamen, buscando el ESPÍRITU SANTO del Señor para ser dirigidos en nuestras vidas.
Lucas 11:1-13 Reina-Valera 1960
1 Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. 2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
5 Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, 6 porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; 7 y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? 8 Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. 9 Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 10 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. 11 ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?