MISIÓN

Misión es obra de Dios. Es el convenio que Dios ha hecho consigo mismo para la redención de la humanidad. El Dios Trino -Padre, Hijo y Espíritu Santo- es lo que la Biblia llama “Consejero de Paz” (Zacarías 6:13), para su propia gloria, determinó salvar hombres y mujeres pecaminosas -rebeldes, desobedientes, desviados, torcidos y depravados- como una expresión de su gracia.
Respondemos diciendo que éstas sí son buenas noticias, o sea, esto es el evangelio. Esta es nuestra única esperanza, y nos regocijamos por ello. A veces, de puro gozo y gratitud hablamos de ello con otros. Les decimos lo que Dios ha dicho y hecho, y de tiempo en tiempo los que oyen la noticia de nosotros, también se regocijan, y siguen la cadena.
Misión también es actividad de Dios. Es lo que Dios está haciendo actualmente, para hacer conocido su Nombre y multiplicar su pueblo. Es obvio que la formación y crecimiento de su pueblo son importantes para Dios, ya que el tener un pueblo que le glorifique y le sirva es uno de los propósitos principales de Dios, según su propia revelación.
Dios hace su pueblo como parte de su misión, ya que misión, en parte, es la participación que Dios pide de su pueblo en el cumplimiento de su propósito. En gran parte, misión es la obra y actividad de Dios que Él mismo hace por la colaboración de su pueblo.
Uno de los propósitos principales de su pueblo es la obra y actividad que Dios realiza por medio de él.
No solamente, en mandamientos claros y precisos, ha mandado Dios a su pueblo la cooperación en su proyecto, sino también tiene que ver con la naturaleza de este pueblo.
El pueblo tiene que realizar en sí mismo lo que Dios ha determinado que llegue a ser. Si nosotros, los redimidos del Señor, sabemos quiénes somos, y si nosotros, como pueblo, sabemos quiénes somos, misión sería nuestra actividad más natural, pues entonces nuestra actividad estaría de acuerdo con nuestra naturaleza, o sea, por lo que nos ha creado y nos ha salvado para ser.
Tenemos que recordar que misión es la obra y actividad de Dios que El mismo realiza por medio de su pueblo. Si somos salvos estamos involucrado con Dios en su proyecto redentor para el mundo. No hacerlo sería ser desobedientes a Dios y también sería una negación de nuestra propia naturaleza como pueblo de Dios.

Gerald Nyenhuis H. | Originalmente publicado en| Boletín Buen Óleo el 15 de octubre de 2006

Comparte con tus amigos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *