La fuerza que proviene de Dios – Jueces 16:5,6
Meditación bíblica sobre Jueces 16:5,6 por el Hno. Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
La semana pasada estuvimos hablando de la venganza y como ésta nunca logra curar la herida original, y que si se trata de venganza, como creyentes debemos perdonar del mismo modo que hemos sido perdonados y dejarlo todo en las manos de Dios, sabiendo que Él obrará de acuerdo con sus planes y propósitos.
Jueces 16:5,6 dice:
“Y vinieron a ella los príncipes de los filisteos, y le dijeron: Engáñale e infórmate en qué consiste su gran fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos y lo dominemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata. Y Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser dominado.”
Sansón no lo podríamos describir como un hombre corpulento, o algo así, pues el texto no lo menciona, como por ejemplo: el caso de Goliat. Entonces, al parecer, Sansón era como una persona promedio y no había nada que lo hiciera verse fuerte; por esta razón, Dalila buscaba conseguir el secreto de su fuerza.
Al leer este capítulo, vemos que Sansón le mintió una y otra vez a Dalila, sin embargo, ella siguió lo presionando hasta angustiarlo. Más adelante, en los versos 16 y 17 dice:
“Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres.”
Sin duda, la fuerza de Sansón era algo que Dios obraba en él, Dalila finalmente averiguó el secreto de su fuerza, y evidentemente, Sansón no era consciente del peligro que corría. Él podía haber hecho lo que hizo José (Génesis 39:2): huir corriendo a toda prisa; pero no lo hizo, era un hombre preso por la pasión y el pecado, y fue incapaz de actuar inteligentemente, cualquiera lo podría ver, menos Sansón.
Finalmente, Sansón fue dominado y los filisteos hicieron con él lo que quisieron. Esta es la forma en la que trabaja Satanás, comienza por engañarnos, haciéndonos creer que tenemos el control, y comenzamos por hacer caso omiso a las advertencias, después desobedecemos y finalmente quedamos expuestos y derrotados por Satanás y en pecado.
Santiago 4:7 dice:
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.”
La decadencia empieza cuando ignoramos las advertencias y creemos que saldremos ilesos si jugamos con fuego, en momentos como este, busquemos a Dios y clamemos por obediencia y el diablo huirá de nosotros; esta es su promesa, lo que es maravilloso, dios está dispuesto a perdonarnos si nos acercamos con un corazón sincero y arrepentidos.
Término con el Salmo 145:18:
“Cercano está Jehová a todos los que le invocan,
A todos los que le invocan de veras.”