
Paciencia y esperanza en tiempos difíciles – 2 Pedro 3:1-18
Meditación bíblica sobre Juan 15:5 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
El desafío de la paciencia en un mundo acelerado
En nuestra sociedad actual, marcada por la inmediatez de la tecnología y la rapidez de la información, cultivar la paciencia se ha vuelto cada vez más complicado. Desde las redes sociales hasta los titulares de noticias, el mundo parece avanzar a la velocidad de un clic, lo que nos deja poco espacio para la espera reflexiva y la fe.
La paciencia como virtud cristiana
Hoy en día, podemos identificar dos tipos de cristianos: quienes esperan con fe y paciencia el regreso del Señor, y quienes desean aprovechar cada momento para maximizar su potencial, anhelando que Dios acelere el cumplimiento de Sus promesas. Sin embargo, esta impaciencia no es nueva. El apóstol Pedro, en 2 Pedro 3, se dirigió a una iglesia que enfrentaba persecuciones, incertidumbre y burlas por parte de la sociedad.
El contexto histórico de 2 Pedro
Cuando el apóstol Pedro escribió su carta, los cristianos vivían bajo una persecución feroz y despiadada, especialmente durante el mandato del emperador Nerón. Los creyentes eran asesinados públicamente, quemados vivos y usados como antorchas para iluminar los jardines imperiales.
Este sufrimiento llevó a muchos a cuestionar la promesa del regreso de Cristo: “¿Dónde está la promesa de su advenimiento?” (2 Pedro 3:4).
El apóstol Pedro recordó a la iglesia que para Dios, el tiempo no se mide según los estándares humanos: “para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” (2 Pedro 3:8). Este recordatorio no solo animaba a la paciencia, sino que subrayaba la misericordia divina:
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
Paralelismos con nuestra época
Hoy, a más de 2000 años de estos hechos, la persecución a los cristianos continúa en diversas partes del mundo. Según un reciente informe de Open Doors, miles de cristianos en Oriente Medio enfrentan la demolición de sus iglesias, la pérdida de sus hogares y hasta la muerte por su fe. Países como Afganistán, Corea del Norte y Nigeria encabezan las listas de lugares donde profesar el cristianismo puede costar la vida.
En México, aunque la persecución no tiene el mismo carácter violento, los creyentes enfrentan desafíos sociales y culturales. Expresar principios bíblicos en foros públicos puede llevar a ser etiquetados como intolerantes o miembros de grupos de odio. Incluso, en discusiones sobre valores y ética, la exclusión de la perspectiva cristiana se hace evidente en el ámbito político y social.
Un llamado a la santidad y al crecimiento
El apóstol Pedro exhortó a los cristianos a vivir vidas santas y piadosas mientras esperaban el “día de Dios”: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,” (2 Pedro 3:11). Esto implica crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo, desarrollando virtudes como la paciencia, que es uno de los frutos del Espíritu.
Ejemplos de paciencia en la actualidad
Podemos aprender valiosas lecciones de paciencia al observar cómo otras comunidades cristianas enfrentan adversidades. Por ejemplo, en Siria, donde la guerra civil ha reducido a escombros numerosas comunidades cristianas, los creyentes continúan reuniéndose en secreto para orar y compartir las Escrituras, confiando en que Dios tiene un plan más grande.
Una fe que trasciende el tiempo
El apóstol Pablo también nos alienta en Romanos 12:12: “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración”.
Este mensaje resuena profundamente en nuestra era moderna, donde la incertidumbre global, los conflictos geopolíticos y los desastres naturales nos retan a fortalecer nuestra fe.
Jesús, como el ejemplo supremo de paciencia, soportó las burlas, la traición y el sufrimiento en la cruz, demostrando amor y misericordia en todo momento. Así, mientras esperamos Su regreso, debemos aprovechar este tiempo para reflejar Su carácter en nuestras vidas.
Conclusión: un llamado al crecimiento espiritual
Aprovechemos este tiempo de espera para desarrollar un carácter verdaderamente cristiano. Al hacerlo, no solo reflejaremos la gloria de Dios, sino que encontraremos la fortaleza necesaria para perseverar, sin importar los desafíos que enfrentemos. Como Jesús dijo en Lucas 18:8: “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”.
Dios quiera que nuestro compromiso y paciencia respondan a esa pregunta afirmativamente.