
EL EXTENDIMIENTO DEL EVANGELIO – Hechos 14:1-7
Meditación bíblica sobre Hechos 14:1-7 por Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
La semana pasada concluimos con el capítulo trece, donde Pablo y Bernabé hablaron con gran esfuerzo y valor la Palabra de Dios, situación que los llevó a ser perseguidos y expulsados de Antioquía, huyendo a Iconio, resultando esto en el extendimiento del Evangelio. Ahora daremos lectura a Hechos 14:1-7. Dice así:
“Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, y allí predicaban el evangelio.”
Amén.
Iconio era una ciudad más griega que romana y se hallaba en la provincia romana de Galicia. Esta ciudad hoy día es Conyo, la cuarta ciudad de Turquía.
Como ya lo habíamos mencionado, era costumbre de Pablo ir primeramente a la sinagoga del lugar, y en este caso, en principio hubo una buena recepción, pues dice que hablaron de tal manera que una multitud de judíos y griegos creyeron.
Sin embargo, hubo quien no creyó, como pasa siempre, y que estos que no creyeron se oponían y les hacían mala fama.
Más ellos, confiando en el Señor, se quedaron ahí, dice, muchos días. Es decir, que Pablo y Bernabé revirtieron esa mala fama dando testimonio y por medio de la palabra, la palabra de poder, hicieron con sus manos prodigios y señales.
En estos versículos podemos notar cómo los milagros siempre están vinculados con la palabra. Dios no lo permitiría de otro modo.
Ahora bien, ya hemos mencionado que unos creyeron y otros no, así que los que no creyeron, judíos y gentiles, junto con los gobernantes del lugar, hicieron un complot no sólo para insultarlos y humillarlos, también para apedrearlos, y habiéndose enterado, huyeron a Listra y a Derbe.
Este breve relato nos enseña, sin duda, que siempre habrá quien reciba el mensaje y crea, como también quien no crea y desprecie el mensaje y a quien lleva el mensaje. Algo que todo misionero o aquel que comparte el mensaje deberá estar alerta y de ser preciso huir para no correr riesgo y seguir anunciando en otro lugar y a otras personas el mensaje de salvación, las buenas nuevas del Evangelio de Jesucristo, y hacerlo siempre con valor.