Siguiendo el ejemplo de humildad de Jesús

Meditación sobre Filipenses 2:6–11 por el A.I. Nelson Daniel Miranda Giles
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Transcripción…

CDMX, viernes 10 de septiembre de 2021

En cuantas ocasiones de pequeños escuchamos de nuestros padres diciendo: saluda, respeta a los mayores, que nos portáramos bien.

Que no los avergonzáramos hablando malas palabras o haciendo cosas buenas que parezcan malas, si ciertamente debo reconocer, que en muchas ocasiones me llamaron la atención, pero con el tiempo aprendimos que esos consejos que nos dieron, fueron una de las mejores herencias que recibimos.

La biblia en Sn. Juan 8: 31 y 32 podemos leer:

31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Si escuchamos las palabras de nuestro señor Jesús, seguimos sus pasos y ponemos en práctica sus enseñanzas y las hacemos realidad en nuestra vida diaria, estamos dando testimonio de que realmente somos sus discípulos y tenemos nuestra esperanza segura en Cristo.

Muchos estudiosos y eruditos de la biblia han llamado a nuestro pasaje en la carta a los Filipenses 2 versículos del 5-11 el “Himno de los primeros cristianos” o el “himno de la iglesia primitiva”.

No sabemos si en realidad en aquella época lo usaban como un himno, pero si reconocemos su importancia y valor poético. El Apóstol pablo también escribió de esta misma manera en 1ª de Corintios 13.

También se le conoce como la kénosis del griego κένωσις (se lee Kiénosis), que significa: vaciamiento, y se refiere al vaciamiento de la propia voluntad para llegar a ser completamente receptivo a la voluntad de Dios o consagrada al servicio de nuestro Dios.

En el versículo 5 de nuestro pasaje en Filipense 2 leemos:

5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,

En estas primeras palabras “Haya, pues,” el Apóstol Pablo nos invita a tener, a buscar y encontrar este sentir desde lo más profundo del corazón.

Entendemos que es deseable que todo creyente elija sobre sotas las cosas, el encontrar ese sentir y seguir el ejemplo de nuestro señor Jesucristo.

En 1ª Corintios 2: 16 el Apóstol Pablo nos dice:

Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” el Apóstol nos dice que el Espíritu Santo nos revela la voluntad de nuestro Dios, nos muestra el camino que debemos elegir; el sentir es algo dado por la gracia de Dios.

Podemos decir que la forma de vivir de un cristiano se resume en conocer la mente, el pensar de Cristo, es dejar que Cristo gobierne nuestra vida.

Es importante aclarar que ese conocimiento de Cristo y el llevar a la vida práctica ese modelo de vida, no lo podemos lograr nosotros solos por una mera imitación. La vida cristiana no puede llevarse a cabo mediante imitación.

El seguir de cerca los pasos de Cristo es respaldar con tus actos lo que estás diciendo, es la norma del vivir cristiano. Es que los demás puedan ver a Cristo a través de tu forma de vivir, es el testimonio de que el pensar de Cristo está en nosotros, y que sólo puede estar en nosotros por medio del poder del Espíritu de Dios.

En los versículos del 6 al 8 de nuestro pasaje en Filipenses 2 dice:

6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

El Apóstol Pablo nos está hablando de las dos naturalezas de Cristo: su naturaleza Divina y la humana. Siendo en la forma de Dios, participó de la naturaleza divina, como el eterno Hijo Unigénito de Dios.

En Sn. Juan 1: 1-2,

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.,Este era en el principio con Dios

Nos dice que Cristo estaba desde el principio del mundo no estimó esto como una excusa. Descendió de la gloria que tenía con el Padre desde antes, desde el principio del mundo.

Cristo no sólo asumió la semejanza o forma de hombre, asumió la de un hombre humilde, se hizo como nosotros en todo, excepto en que Él no cometió pecado. Se humilló por su propia voluntad, vino a este mundo en un establo, estuvo en un pesebre por que no hubo otro lugar para Él.

Cuando un escriba que le dijo te seguiré a donde quiera que vayas (Sn. Mateo 8 :20),

Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”

Su vida fue una vida humilde de pobreza y austeridad, pero lo más humillante o más bajo fue morir la muerte en la cruz, la muerte y sufrimiento como si fuera un malhechor, fue una muerte vergonzosa, expuesto al odio y burla del pueblo que no lo reconoció como el mesías esperado.
En los versículos del 9 al 11 del pasaje leemos:

9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Es la mayor demostración de amor que puede haber, Cristo nos amó tanto que por su propia voluntad se humillo y murió en la cruz para salvarnos de la muerte por nuestro pecado. Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo, lo y le dio un nombre que es sobre todo nombre.

Cristo no se exalto así mismo, Dios lo exalto y le dio un nombre que está por encima de todos los demás.

Esta exaltación de Cristo tanto en su naturaleza humana como en la divina. Toda la creación, en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra. Absolutamente todos nosotros, debemos de rendir homenaje solemne al nombre de Jesús y no al solo sonido de la palabra, sino también a reconocer su autoridad.

En dice en Sn. Juan 5: 21 – 23.

21 Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida.
22 Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo,
23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.

Confesar que Jesucristo es el Señor es para la gloria de Dios Padre; porque es su voluntad que todos los hombres honren al Hijo como honran al Padre.

Hermanos, tenemos el ejemplo de humildad del señor Jesucristo, escuchemos sus palabras y sigamos sus pasos y pongamos en práctica sus enseñanzas en nuestra vida diaria, demos testimonio de que realmente somos sus discípulos y tenemos nuestra esperanza segura en Cristo.

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