Si alguien piensa que está firme, tenga cuidado – 1 Corintios 10:12

Meditación bíblica sobre 1 Corintios 10:12 por el A.I. Saulo Murguía A.
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.
Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las serpientes. 10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor. 11 Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos. 12 Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. 13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.

El capítulo 10 de la epístola a los Corintios es continuación de una sección de la carta que inicia en al capítulo 8, en el que Pablo establece dos principios importantes:

  • Primero, un ídolo realmente no es nada, y era necesario que los cristianos de Corinto que entendieran esto actuaran de acuerdo con este conocimiento con respecto a ellos mismos.
  • Segundo, para los cristianos el amor es más importante que el conocimiento. Eso significa que, aunque pueda «saber» que comer carne sacrificada a un ídolo está bien para mí, si hace que mi hermano tropiece, no lo haré, porque no es lo que se debe hacer con amor.

En el capítulo 9, Pablo les hace saber que es sumamente importante que los creyentes renuncien a sus “derechos”.
Así como Pablo renunció a su “derecho” para ser sostenido por su propia predicación del evangelio, así algunos de los cristianos corintios a veces deben renunciar a su “derecho” a comer carne sacrificada a los ídolos, por amor hacia los hermanos más débiles.
Al final del capítulo 9, Pablo muestra cómo un creyente debe estar dispuesto a renunciar a algunas cosas, incluso a cosas “buenas”, con tal de ganar la carrera que Dios ha puesto delante de nosotros, de lo contrario quedaremos descalificados (1 Corintios 9:27) en la carrera de la vida cristiana.

Los corintios habían abusado de muchas maneras de la libertad que tenían en Cristo y en algunos casos tomaban esta libertad como una licencia para pecar, y esa idea es diametralmente opuesta a lo que la Palabra de Dios enseña que debe ser la vida cristiana.

Pablo usa aquí la historia pasada de Israel como una ilustración de cómo o cómo no comportarse en nuestra vida cristiana.
La relación de Israel con Dios no los eximió del pecado y sus consecuencias, y lo mismo ocurre con nosotros como comunidad de creyentes en la actualidad.

La posición de los creyentes como pecadores redimidos de ninguna manera permite que pequen con impunidad.

La gracia de Dios, de la cual somos objeto, nunca debe usarse como una licencia para pecar.

En este pasaje, Pablo nos advierte en contra de volvernos complacientes en nuestro caminar cristiano. Que no debemos confiar demasiado en que estamos exentos de caer en pecado.
Que reconozcamos los peligros espirituales y las consecuencias de pecar, de lo cual no estamos exentos simplemente porque hemos sido salvos.

Somos salvos por gracia a través de la fe en Cristo Jesús y hemos sido liberados de la maldición de la Ley a través de Su muerte sacrificial y resurrección gloriosa, pero debemos mantener una actitud de evitar lo que es malo y buscar hacer lo que es bueno y justo a los ojos de Dios.

Sabemos que no hay nada que nos pueda separar del amor de Dios.
Sabemos que no hay pecado que no pueda ser perdonado.

Aun así, este pasaje nos advierte que debemos ser muy conscientes de que cualquiera de nosotros puede ser tentado a caer en el pecado – y si confiamos demasiado en nuestra propia capacidad de resistir la tentación, el peligro de caer es aun mayor.

Todo creyente que piense que está firme tenga cuidado. No nos volvamos descuidados, o excesivamente confiados, no sea que deshonremos a nuestro Salvador al caer en pecado.

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