PRESUPUESTO

Es raro que pensemos en el presupuesto como tema de meditación, cuando no estamos cerca del fin del año, y tenemos que hacer un presupuesto para el año próximo, o es el tiempo de rendir informes. Sin embargo, el presupuesto, en la iglesia, tiene que ver con la mayordomía, que sí es tema de meditación constante (como también preocupación). La mayordomía es un fiel ejercicio de responsabilidad, mayormente de dinero, bienes y tiempo, todo ello pertenece a Dios y lo ha confiado a nosotros para su buen uso. Es una responsabilidad su ejercicio es una obligación inevitable.
El presupuesto, en nuestro caso, es un compromiso, contraído ante Dios, en una reunión congregacional, hemos prometido entregar a los oficiales de la iglesia una cierta cantidad, como mínimo, para los gastos de la iglesia. Por eso, es un compromiso. Y es un compromiso con Dios. Por supuesto, no es un límite, ni suficiente, es más bien la cantidad mínima con la cual no vamos a presentar ante Dios.
Los compromisos con Dios son asuntos espirituales. El ejercicio de la mayordomía responsable es una actividad espiritual. Por eso, hablar del presupuesto no es hablar de cosas mundanas y materiales, sino de profundos asuntos espirituales.
Hacer presupuestos es necesario para planear. Solamente haciendo presupuestos podemos planear el uso correcto y responsable de nuestros recursos. El consistorio es el encargado de hacer esta planeación en nuestra iglesia. Después de explicar cómo se pretende usar el dinero y cuál será la cantidad se le presenta a la congregación para su aprobación. El aprobar (o no aprobar) el resultado de esta planeación es la forma en que la congregación ejerce la responsabilidad de su mayordomía. Se mantiene el control en la congregación.
El hacer un presupuesto, ser guiados por él, y el planear el uso de los recursos en términos de esta planeación son ejercicios espirituales en la vida de una congregación. Tenemos que poner estas actividades en su contexto correcto. Cuando (no “si”) lo cumplimos, Dios nos va a dar más, para proyectos no contemplados, para el crecimiento de algunos proyectos, para actividades “extra-presupuestales”, etc.
El hacer un presupuesto en una iglesia es duro trabajo. El manejar el presupuesto en una iglesia activa y responsable es más difícil todavía. Y administrar las actividades de la iglesia dentro de los términos de presupuesto es superlativamente difícil. Sabemos que esto es algo que no podemos hacer a menos que Dios este con nosotros. Hemos aprendido a confiar en su dirección y en su bondad. Nosotros tenemos que responder cumpliendo con lo que nos hemos comprometido.

Iglesia Nacional Presbiteriana Berith, boletín Buen Óleo domingo 4 de Junio 2023.

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