El amor a los hermanos es amor al Señor – Hebreos 6:7-12
Meditación sobre Hebreos 6:7-12 por el A.I. José Antonio Velázquez
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada. Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así. Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas.
El autor de Hebreos sigue alentando a la Iglesia a permanecer en la fe y nos ilustra, al comparar nuestra fe, como la tierra que recibe la semilla que se ha tirado en el campo, la cual proporciona los nutrientes necesarios para que esta germine con la bendita lluvia que cae a tiempo para que de frutos, así nuestra participación en la gran comisión que es el dar el evangelio a todo aquel que tengamos cerca, a tiempo y a destiempo, debemos dar las buenas nueva, el mensaje de salvación, sembrar la semilla y hacer el discipulado, el acompañamiento a la persona a la que le hemos compartido y el Señor regará para que de frutos donde el bien a bien a de fructificar, y donde no, pues no, esto no nos debe desalentar, sino acrecentar nuestra confianza en Dios que Él tiene el control de absolutamente todo lo que sucede.
Tan pronto como el Señor siembre en nuestros corazones la semilla de su palabra, debemos alentar el crecimiento espiritual. Pues nos puede pasar como a la hierva que aun cuando recibió la lluvia temprana, solo produjo abrojos y matorrales que no dieron nada y es menester quemar de inmediato pues seguiría creciendo como maleza sin dar fruto alguno.
Así paso con el pueblo judío, pues recibió la lluvia a tiempo y aún viendo al Hombre que dió señales, de sabiduría, obediencia y perfección, a quien escucharon predicar la palabra de Dios, y aun así fueron apóstatas, negaron el mensaje de salvación, debemos pedir al Espíritu Santo que no permita que esto nos ocurra, sino que estemos deseosos del buen alimento para que podamos dar fruto y cuidar de nuestros hermanos menores.
El escritor de Hebreos nos sigue exhortando en anhelar la perfección, siguiendo a Cristo.
El ver. 9 nos dice:
Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así.
Aquí el apóstol suaviza la reprenda, pues aclara que lo anterior no es para todos, sino que los que se mantienen en la fe, se les debe alentar, y darles más incentivos, pues nadie esta capacitado para descalificar, aparte de que en lugar de acercarnos más nos alejaría de las enseñanzas de la Palabra. Más esto no quiere que no se reprende al creyente, cuando este hiciera omisión.
En seguida en el ver. 10 enfatiza:
Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.
Esto parece sonar a que Dios está obligado a cumplir sus promesas; y lo pondríamos como un deudor, cuando todo se ha hecho por la misericordia gratuita de Dios y por su naturaleza siempre es fiel. El pensar que nuestra Salvación es por obras es poner a Dios como un deudor al servicio de nosotros, por nuestras buenas obras debemos recordar en todo tiempo que es su inmenso amor que nos permite ser salvos.
Dios no nos paga nuestras buenas obras, sino que ejecuta su voluntad por su soberana Gracia al otorgarnos el perdón de pecados.
Él no olvida nuestras buenas obras pues estas fueron inculcadas en nuestros corazones por el Espíritu Santo.
estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;
Filipenses 1:6
Por lo pronto debemos servir a nuestros hermanos, el amor es algo que debemos cultivar, en nuestro corazón pues ya tenemos el ejemplo de Dios que entregó a su Hijo por amor a la humanidad, por todos y cada uno de nosotros, los que hemos sido elegidos, ¡Gloria a Dios!
Debemos dejar atrás nuestro cansancio por hacer el bien, es nuestro deber en gratitud seguir llevando el mensaje de amor y servir a nuestros hermanos como alabanza a Dios.
El Apóstol lo expresa muy claro cuando dice:
el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.