
La conversión de Saulo – Hechos 9:1-10
Meditación bíblica sobre Hechos 9:1-10 por Alfonso Abascal
Iglesia Nacional Presbiteriana Berith
Cd. de México
Hoy hablaremos brevemente acerca de la conversión de Saulo, un hombre que antes de conocer a Cristo se enorgullecía de sí mismo y de su religiosidad, judío de la tribu de Benjamín, hebreo de Hebreos y fariseo en cuanto a la ley (Filipenses 3:5).
Saulo fue confrontado por Jesús y esto transformó toda su vida, al punto de llegar a expresar, ya como Pablo, que todo aquello que él había logrado antes de conocer a Cristo ahora lo estimaba como pérdida y lo tenía por basura, comparado con la excelencia del conocimiento de Jesucristo (Filipenses 3:8).
Así, vamos a dar lectura a Hechos 9:1-10:
“Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén. Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie. Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie; así que, llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.”
El primer paso para una verdadera conversión es, sin duda, el encuentro con Cristo.
Esto fue lo que Pablo vivió camino a Damasco. Dice ahí que fueron rodeados por una luz resplandeciente, es decir, más brillante que la luz del sol. Y todos cayeron a tierra, oyendo una voz que le decía, Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Así, Saulo tiene este encuentro con Cristo.
Él había solicitado estas cartas que le daban la autoridad para atrapar a fieles creyentes.
Pero al final, Saulo fue atrapado por Jesucristo, dando lugar a este encuentro personal con Jesús.
Y después de que Jesús le dice lo duro e inútil que es su lucha, ahora la pregunta de Saulo hacía Jesús muestra a un hombre completamente transformado.
Ya no es más aquel hombre amenazante, dispuesto a dar muerte a los discípulos. Saulo ahora, en una actitud de humillación ante Jesús, le reconoce como Señor y le pregunta, ¿qué quieres que yo haga? Se ha dado el encuentro con Cristo, que es lo primero, y ahora viene lo segundo, reconociendo a Jesús como su Señor, le dice, dime lo que quieres que haga, porque te obedeceré. La obediencia a Jesús es otra clara evidencia de una verdadera conversión.
A Saulo le fueron abiertos los ojos espirituales y fue llevado de las tinieblas a la luz, de la potestad de Satanás a Dios (Hechos 26:18). Este es el testimonio que relata ya convertido como Pablo ante el rey Agripa. Seguramente Jesús no se revelará de la misma forma a todo hombre, pero sí lo hará a través de su palabra, de algún pastor o un fiel creyente.
Y al igual que Pablo, reconocerás que tu religión o tu propia justicia jamás te podrás salvar, confesando que fuera de Jesucristo no hay salvación (Hechos 4:2), porque no hay otro nombre dado a los hombres en el cual podamos ser salvos.
Asimismo, esta confesión nos lleva a reconocer nuestro pecado y arrepentimiento.
Arrepentíos y convertíos para que sean borrados nuestros pecados, para que venga de la presencia del Señor tiempo de refrigerio (Hechos 3:19).
Así, ahora que Saulo ha experimentado esta conversión, aquí hay un giro de 180 grados.
La evidencia más real será el predicar y dar testimonio de Jesucristo como Señor y salvador. Así lo hizo Pablo, Saulo. El Señor tenía una obra especial para él.
Se convirtió en apóstol para los gentiles. El perseguidor se convirtió en predicador. Y el fariseo legalista llegó a ser el gran heraldo de la salvación por fe y por gracia.
Pablo nos enseña que la verdadera conversión se da al tener un verdadero encuentro con Cristo. Le reconocemos como nuestro Señor y Salvador.
Nos humillamos delante de Él, confesando nuestro pecado y arrepentimiento, y llevando una nueva vida de obediencia, dando testimonio de nuestra fe y una nueva vida en Cristo.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron, y aquí todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17).
Termino con una pregunta de reflexión personal. ¿Eres un cristiano por conversión o solo por tradición?